Dedicarse a esta profesión, un trabajo tan especializado, requiere de una especialización y de unas condiciones físicas que no siempre es fácil encontrar
La importancia de la limpieza de cristales en altura a lo largo de la historia
Las dificultades añadidas de las modernas arquitecturas
Cuando el arquitecto Norman Foster presentó los primeros bocetos de la Torre Hearst, el primer rascacielos aprobado y construido en Manhattan después del 11 de septiembre, una de las preguntas que se hicieron los propietarios del edificio fue: ¿Cómo vamos a limpiar las cristaleras y las ventanas? La propuesta de Foster presentaba muros cortina de vidrio y acero inoxidable colgados en forma de cuadrícula diagonal. Los ángulos de estas cortinas de cristal confluían, a su vez, en chaflanes e marcadas formas geométricas: bordes biselados y zigzagueantes que conformaban cuatro formas distintas de diamantes cóncavos. Todo un reto para el trabajo de un limpiacristales de altura… y más si se tenía en cuenta que cada segmento cóncavo e la Torre Hearst tiene casi dos metros de profundidad y ocho pisos de altura. Es lo que los arquitectos llaman bocas de pájaro. La estructura diseñada por Foster logró, una vez el edificio estuvo terminado, que el rascacielos pareciera un gran diamante finamente cortado por un maestro joyero. A partir de aquí, mantener impolutos los ventanales de diseño de una moderna arquitectura como la Torre Hearst representa uno de los retos a superar por los limpiacristales de altura….pero no el único.
No apto para los miedosos a las alturas
Es evidente: tener vértigo no es una opción si se pretende trabajar como limpiacristales de altura. Es por esto por lo que muchos de estos profesionales también son, a la vez, aficionados a la escalada. Y es que, dedicarse a esta profesión, un trabajo tan especializado, requiere de una especialización y de unas condiciones físicas que no siempre es fácil encontrar.
Jonathan Alonso Martínez es fundador y propietario de Vertical Madrid, una empresa de trabajos verticales con 15 años de experiencia en el mercado. Jonathan Alonso explica que “entre otras cualidades, conocimientos y habilidades, un limpiacristales de altura profesional tiene que saber manejar un equipamiento profesional y, además, hacerlo en unas altas condiciones de seguridad… a veces a más de cien metros de altura, colgado de un arnés o sobre una plataforma metálica”. En suma, no es un trabajo para el que valga cualquiera. Las empresas que trabajan en esta actividad no tienen fácil encontrar personal que, además de estar cualificado para este trabajo, esté dispuesto a desempeñarlo. Además, y aunque se cuenten con las aptitudes precisas, se necesitarán un par de semanas para aprender a limpiar correctamente los ventanales y a moverse con seguridad en las alturas.
¿Por qué es tan difícil?
Hay dos razones principales que explica Jonathan Alonso: “Por una parte, las empresas que ofrecen este tipo de trabajos, necesitan contar con equipamientos certificados en alta calidad, y seguridad, que no cualquiera sabe utilizar. Similar al utilizado por escaladores profesionales, el utillaje y material empleado por un limpiacristales de altura necesita altas cualificaciones para emplearlo con seguridad. Además, la persona necesita una templanza y, a menudo, un manejo del aislamiento que, de nuevo, no son rasgos comunes a la mayoría de las personas”.
No es lo mismo el verano que el invierno
Román Cuadrado, limpiacristales de altura profesional, explica como es su trabajo “seguramente lo peor es que tienes pasar las horas colgado a la intemperie con hasta 40 grados al sol, gafas de esquí para que el reflejo de los cristales no te queme los ojos y sin poder bajar para hacer pis”.
Un ejemplo. Un edificio como Torre Europa, en Madrid, lleva unos seis meses limpiar las cinco fachadas. Las 27 plantas de este edificio madrileño se ensucian, sobre todo, por la polución, las cagadas de los pájaros y los restos de las presas de los halcones. Un trabajo no apto para cualquiera