Informe de CeMAT
¿La impresión en 3D dejará obsoleta la última milla?
El término impresión 3D se refiere generalmente a los llamados métodos de fabricación aditiva, en los que un objeto se produce de forma incremental a partir de plástico, cerámica o metal, normalmente capa por capa. Esto significa que no se fresa ni se taladra, como es el caso de los procesos sustractivos. La impresión en 3D va en aumento: en la fabricación industrial, por ejemplo, este proceso de producción flexible es cada vez más común. Pero, ¿qué impacto tendrá en la logística?
Aparte de la amplia gama de materiales que se pueden utilizar, las ventajas de la impresión en 3D son las estructuras complejas que hace posibles, estructuras que además pueden ser extremadamente ligeras y estables. Los productos también se pueden diseñar con un mayor grado de individualidad, y la producción individual de prototipos y piezas de repuesto es tan fácil como la producción en serie. Dado que ya no son necesarias largas fases de desarrollo ni la producción de moldes de inyección, el usuario sólo necesita un modelo informático a partir del cual se pueda fabricar el objeto adicionalmente, lo que supone un ahorro de costes, especialmente en el caso de lotes pequeños.
La proximidad al cliente final se traduce en menores distancias de transporte
Reubicación de la producción de repuestos
Otra opción sería que los clientes imprimieran ellos mismos los productos deseados, desde la comodidad de sus hogares. Esto acabaría sustituyendo incluso a la llamada última milla. Sin embargo, este escenario sigue siendo el más alejado de la realidad, ya que las impresoras domésticas tienen capacidades de rendimiento limitadas y no pueden competir con equipos especializados en aplicaciones industriales. Por lo tanto, sigue siendo dudoso que la tecnología vaya a gozar alguna vez de ventas generalizadas. En la actualidad, sólo la impresión de piezas de recambio pequeñas parece realista, por ejemplo como componentes de muebles o grandes electrodomésticos.