Entrevista a Juan Carlos Sánchez, presidente del Consorcio para la Gestión de Residuos del Vallès Occidental
7 de julio de 2009
Juan Carlos Sánchez es presidente del Consorcio para la Gestión de Residuos del Vallès Occidental, una comarca de Barcelona que apuesta por una gestión ecoeficiente de los residuos. A mediados de 2010, la comarca barcelonesa inaugurará un nuevo centro de tratamiento de residuos, impulsado por el consorcio, y para el que se ha destinado un presupuesto de 75 millones de euros. Será, en palabras de Sánchez, "un gran ecoparque en el que se podrá hacer el tratamiento de todo el rechazo". El presidente es un firme defensor de la valorización energética, un sistema "mucho más caro que el almacenamiento en depósitos, pero también mucho más respetuoso con el medio ambiente". Además, explica, con él "se puede abastecer de luz y agua caliente a diferentes instalaciones o viviendas en el territorio".
¿En qué centra su actividad el consorcio que preside?
Agrupa a los municipios de la comarca del Vallès Occidental y crea dinámicas conjuntas para la gestión de residuos.
¿Y de que forma se materializa esta gestión conjunta?
En forma de instalaciones de tratamiento de residuos, de rechazo, de materia orgánica y de otras fracciones que dan servicio al conjunto de los municipios. También contamos con servicios comunes como la recogida del aceite, puntos de recogida móviles y un servicio técnico altamente cualificado para municipios, principalmente, para los pequeños y medianos, que, por su estructura, les es más difícil disponer de técnicos a plena dedicación.
La voluntad final es poder cumplir con todos los requisitos del marco legal que obliga la Generalitat de Catalunya en materia de residuos, disponer de las plantas necesarias, y hacerlo de manera conjunta con todos los municipios de la comarca. También queremos provocar el debate.
¿En qué sentido?
¿Qué iniciativas propone el consorcio con respecto a la valorización energética?
En el debate público, aquellos que se preocupan, como entidades de carácter medioambientalista, emplean argumentos esteriotipados sobre la valorización energética y acaban teniendo más entrada en la opinión pública que los profesionales que realmente se dedican y que acaban generando una base de datos y una base científica solvente.
Yo creo que iniciativas como Reinnova permiten a las administraciones y a los profesionales hacer un intercambio de estas experiencias y, por lo tanto, que el debate sea con otro tipo de argumentos. Hay que pensar que este debate tiene repercusión en política energética pero también en política económica, ya que hay muchas empresas, muchos puestos de trabajo, una oportunidad de mercado para emprendedores y para empresas catalanas y españolas que tienen en ese ámbito un largo recorrido.
¿Es competitivo el modelo de tratamiento de residuos del Vallès Occidental?
El modelo catalán y, por extensión, el que tenemos en el Vallès Occidental, es un modelo satisfactorio en comparación con el que se ha dispuesto en buena parte del Estado. Yo diría que el modelo catalán, junto al esfuerzo realizado por muchísimos municipios en Cataluña, ha hecho que estemos muy por encima de la media española en los niveles de recuperación de las diferentes fracciones. Creo que en ese sentido es bueno, pero también creo que tenemos que superar algunos estereotipos respecto a algunos procesos de tratamiento. La valorización energética y la fiscalidad de los residuos son un ejemplo.
La nueva directiva marco europea en materia de residuos ha clarificado bastante ese debate. Ha establecido una nueva jerarquía en el tratamiento de residuos, con la prevención en cabeza. También ha situado la valorización energética como un elemento de mucho más valor añadido que la deposición en un depósito sin más.
¿Cuál es el recorrido que sigue una bolsa de basura que deposita un ciudadano en el contenedor?
El esfuerzo principal se hace en las casas. De ellas deberían salir varias bolsas: una con la materia orgánica, otra con el papel cartón, otra con el vidrio, otra con los envases y, finalmente, una bolsa con el resto, lo que se llama el rechazo. Cada una de estas bolsas tiene un recorrido: las fracciones selectivas tienen un tratamiento en cada una de las plantas.
¿Y que se hace con el rechazo, con esa bolsa con el resto de materia que no entra en esas fracciones selectivas?
Aquí en Cataluña tenemos acordado que esa bolsa con rechazo debe de ir a una planta de tratamiento, lo que se llama popularmente un ecoparque. En él, se recupera parte del residuo, es decir, los metales, los plásticos y una parte de la materia orgánica. Pero hay otra parte del residuo que no es recuperable. El planteamiento a día de hoy es si esa parte se ha de enterrar o quemar. Ése es el debate. Dejar todo el residuo en masa en un depósito es una opción barata pero muy perjudicial para el medio ambiente. Quemándolo tenemos un valor energético que nos permite dar luz o agua caliente a diferentes instalaciones o viviendas en el territorio y, por lo tanto, no consumir residuos fósiles que se pueden utilizar para otros menesteres. Es un proceso mucho más caro, pero también mucho más respetuoso con el medio ambiente.
¿Con qué instalaciones cuenta el Vallès Occidental?
Tenemos plantas de compostaje, plantas de biometanización y plantas de triaje. También tenemos un depósito de balas: aquel residuo que sale del ecoparque y que no se quema, se puede embalar, con lo cual no genera ni lixiviados ni olores, y se deposita en una cantera en Cerdanyola. Además, contamos con un depósito en masa que se está utilizando ahora mismo y que se cerrará en cuanto entre en funcionamiento el nuevo Centro de Tratamientos de Residuos del Vallès Occidental en 2010.
¿Y en que consistirá?
Será un gran ecoparque en el que se podrá hacer el tratamiento de todo el rechazo. Este centro recogerá esa bolsa que no se ha separado en las casas, entrará por una de sus instalaciones y se abrirá. Con un sistema de imantación se retirarán los metales, con un sistema de densidades se retirarán los plásticos, también se retirarán los textiles y aquella materia orgánica que sea fácilmente segregable. El resto pasará una planta donde se inertizará, es decir, donde perderá el agua y, por tanto, la capacidad de fermentar, de generar lixiviados y de ser un producto contaminante. A ese proceso se le llama inertización. El residuo resultante se embalará y se llevará a una cantera.
Y si ya está inertizado, ¿por qué se embala?
Porque si ese residuo sufriese una inyección de agua, volvería de nuevo el proceso de fermentación. Con lo cual, por decirlo de alguna manera, se ha de blindar ese residuo.
¿Cuándo se inaugurará el nuevo centro?
Si mantenemos los calendarios, como está ocurriendo hasta ahora, entrará en pruebas entre enero y febrero. Esperamos que esté en pleno rendimiento entre mayo y junio.