Innovación y sostenibilidad, el futuro de los envases
El pasado 27 de octubre, el GremiCarn (Carniceros y Charcuteros de Catalunya) organizó una jornada técnica para debatir sobre el futuro del sector y el papel de los envases. Conscientes de que cada vez es más necesario que el sector cárnico desarrolle y optimice sus procesos y productos, el Gremi apostó por la innovación con el objetivo de ofrecer alimentos de la mejor calidad.
Francesc Reguant, presidente de la Comisión Económica Agroalimentaria del Colegio de Economistas de Catalunya, señaló que “innovar es mirar hacia adelante y contradecir lo que siempre se ha hecho de la misma manera”. Pero para lograrlo, afirmó que la perseverancia es clave: “Si sumamos curiosidad, conocimiento e investigación, nos encontramos con la innovación”.
Nuria Querol, vicepresidenta de GremiCarn, dijo que nos enfrentamos a “tiempos de cambios culturales en el sector cárnico, con tendencias que debemos transformar para que nos afecten positivamente”. Para ello, la innovación de afectar a toda la cadena de valor, no solamente a la producción: “Debemos darle valor a nuestro producto, venderlo bien, ofrecer un buene envase, contar con nuevos métodos de pago, brindar un buen servicio y atención al cliente, comunicarnos con él... Todo nuestro trabajo debe evolucionar y adaptarse al mundo en el que vivimos”.
El director de Calidad, I+D+I y Medio Ambiente de Mahou-San Miguel, Benet Fité, participó en el evento para explicar a los asistentes qué está haciendo su empresa con el objetivo de inspirar y motivar al sector cárnico: “Las empresas pequeñas son muy ágiles y debéis aprovecharlo. Es cierto que las grandes tenemos más recursos, pero vosotros podéis ser más rápidos”, indicó.
En este sentido, Fité puntualizó que de los 50 productos que tiene actualmente en cartelera Mahou-San Miguel, 37 nacen de la innovación, por lo que subrayó la importancia de escuchar al cliente y crear productos que respondan a sus necesidades reales: “Debemos ganarnos su corazón, su cerebro y también su bolsillo”.
Benet Fité también recordó que “la población mundial sigue creciendo y no dejará de hacerlo, es algo innegociable e innegable, Por eso debemos aprovechar esta oportunidad y adaptar nuestros negocios a la situación actual”. ¿Cómo? “Mediante digitalización y acciones sostenibles”. Así, quiso subrayar el riesgo que implica innovar, motivo por el cual es tan importante hacerlo “cuando las cosas van bien, no cuando el problema ya lo tenemos encima”. Sus claves para minimizar este riesgo pasan por “sistematizar los procesos, medir todos los datos y colaborar con el máximo de entidades posibles”.
Narcís Grébol, experto en innovación y tecnología de los alimentos e investigador asociado del IRTA, explicó el contexto de mercado que atravesamos para entender qué podemos hacer para generar negocios prósperos y sostenibles. Así, señaló que “vivimos un momento en el que es muy fácil crear tendencias capaces de cambiar las percepciones del consumidor, por lo que se hace imprescindible adaptarnos a ellas y escucharlas si no queremos quedarnos fuera”.
Según Grébol, las tendencias se generan por una mezcla de necesidades sociales, percepciones de los consumidores e intereses económicos y políticos. “La única forma de darles respuesta es innovar”, destacó. Por ello, quiso ofrecer algunos motivos por los que es necesario apostar por la innovación: “Debemos mejorar la experiencia de compra y de consumo porque actualmente es muy importante para el consumidor, especialmente la gente joven. Tenemos que generar productos sostenible y éticos, de conveniencia, saludables –con etiqueta limpia– y con valor añadido, evitando el desperdicio alimentario y centrándonos en la seguridad alimentaria. Y, además, tenemos que hacer productos que refuercen el placer, uno de los factores de mayor éxito en el sector cárnico”.
El investigador indicó que la industria cárnica ha vivido una evolución muy clara hacia la reformulación de sus productos, apostando por estrategias como la reducción (de sodio, grasas saturadas, azúcares…), la adición (agua, fibras, proteínas, ingredientes funcionales…), la eliminación (alérgenos, antibióticos, colorantes…), la sustitución (especialmente por extractos naturales), la dilución (alimentos híbridos vegetales y cárnicos, platos preparados, análogos cárnicos…) o la disrupción (agricultura celular, fermentación de precisión…).
Según una encuesta realizada por el IRTA al sector porcino, sus principales preocupaciones son el impacto de los envases y embalajes y la gestión de recursos como la energía, el agua o los residuos – además de los costes de los impuestos y las certificaciones, la formación del personal y la defensa del sector –.
En este último punto, Grébol quiso poner un poco de luz: “El consumo de carne no siempre ha estado mal visto. Antes se relacionaba con la salud y era algo aspiracional. Es por eso que en los próximos 30 años el sector crecerá, porque aunque nosotros vivimos en el primer mundo, hay medio planeta que está en vías de desarrollo y necesita consumir carne. Desde aquí, lo que no podemos permitir es que las personas que no pueden decidir por sí mismas (niños, gente mayor e incluso fetos) no consuman carne, porque los exponemos a peligros nutricionales muy graves. Debemos apostar por dietas equilibradas y variadas, no por la eliminación extrema de ningún tipo de alimento”, concluyó.
El futuro de los envases y la sostenibilidad
La segunda parte de la jornada técnica se centró en los retos del packaging. Abrió la sesión Fernando Ortega, coordinador de la Comisión de Industrias Agroalimentarias del Colegio de Ingenieros Agrónomos, acentuando que “la sostenibilidad es el máximo motor de cambio actual, algo que afecta a toda la cadena de valor pero especialmente, al sector del envase”.
El responsable de la central de negociación del Club de Compres de GremiCarn, Sebastià Garcia, indicó que “las pymes son la base del tejido empresarial del país", por lo que es imprescindible que se mantengan undias: “Las pequeñas empresas solas no tenemos fuerza, pero si nos unimos somos muy influyentes”. Por eso destacó las ventajas de formar parte de un gremio u organización empresarial, puesto que ayudan a ahorrar, a garantizar la calidad, a verificar la fiabilidad de los proveedores, a ofrecer una visión sistemática del mercado, a facilitar la innovación y a analizar las normativas y su aplicabilidad”.
En este sentido, Garcia se mostró crítico con las administraciones y animó a realizar un debate objetivo sobre las normativas y las regulaciones: “Se están creando normas sin diagnósticos objetivos y basadas en juicios morales. Por supuesto que a todos nos preocupa el medio ambiente, pero no todo el planeta forma parte del primer mundo y los recursos que nos forece son limitados. Debemos alimentar a millones de persones y necesitamos normativas que lo faciliten, no que lo dificulte”.
Para Garcia, la escalabilidad industrial es el principal problema de las alternativas a los envases plásticos: “No hay capacidad industrial para producir envases al nivel que permite hacerlo el plástico, por lo que es imprescindible seguir investigando porque las soluciones actuales no son factibles”, sentenció.
El complejo mundo del plástico
Santiago Olivares, European Confectionery Packaging Cluster Lead de Nestlé, estuvo deacuerdo con Garcia y añadió la desinformación que hay –tanto en el mercado como en los propios consumidores– en todo lo que tiene que ver con el packaging: “La gente no tiene datos, tiene opiniones”, señaló. Con ello, quiso recalcar la importancia del binomio producto-envase, destacando que el envase debe ser considerado con el mismo cuidado que cualquier ingrediente ya que sin él ni existirían ni productos ni redes de comercialización. “El envase tiene coste, pero agrega valor”, dijo.
Tal y como explicó Olivares, las funciones del packaging son “contener, proteger y comunicar”. Los envases tienen que garantizar la seguridad alimentaria y las propiedades organolépticas, así como la salud del consumidor, deben ayudar a hacer el mejor uso de los productos posible, tienen que reducir las pérdidas y deben servir para facilitar la distribución. Además, todo lo que se quiera comunicar debe hacerse de forma clara, sin exceso de información que dificulte la transmisión del mensaje. Asimismo, ese mensaje tiene que ser legible (con tipografías, tamaños y colores adecuados) y, sobre todo, tiene que atraer la atención del consumidor.
El envase primario es el que se lleva el consumidor a casa; el seundario, los embalajes de agrupación; y el terciario, el que se utiliza para el transporte. “Sea cual sea su tipología, la reciclabilidad es un factor cada véz más importante y de ahí surgen los grandes problemas con el plástico”. Según Olivares, existe mucha legislación sobre el packaging plástico, pero muy poca para otros materiales como el papel, porque las propiedades barrera del plástico –especialmente la permeabilidad al oxígeno y al vapor de agua– son inigualables con las de cualquier otro material. ¿Protege mejor la carne los envases más caros? “Lamentablemente sí”, confirmó.
Olivares quiso centrarse también en la tipología de reciclaje al que puede proceder un envase: mecánico, químico, por compostaje y orgánico. En el caso del reciclaje mecánico, los residuos se reciclan en materias primas secundarias sin cambiar la estructura básica del material; en el reciclaje químico, se trata de recuperar sustancias valiosas de embalajes usados mediante reacciones catalíticas o térmicas y otros procesos con el objetivo de sustituir esos embalajes por recursos naturales. “La dificultad que afrontamos en el sector alimentario es que debemos garantizar la seguridad alimentaria de cada producto, y eso dificulta mucho el proceso de reciclaje. Soluciones como el compostaje o la degrabilidad son una opción, pero sus requisitos son complejos y requieren tiempo y dinero”.
La jornada también le sirvió a Olivares para aclarar algunas dudas respecto a los bioplásticos, un tipo de plástico derivado de productos vegetales como el aceite de soja, el maíz o la fécula de patata y no del petróleo, como el plástico tradicional. Los bioplásticos emiten entre 0,8 y 3,2 toneladas menos de dióxido de carbono por tonelada que el plástico derivado del petróleo, aunque químicamente algunos tipos de bioplásticos son idénticos al plástico normal, lo que hace que no sean biodegradables. Un ejemplo es el polietileno obtenido de etanol de caña de azúcar. Los que solamente se obtienen de vegetales, como el PLA (ácido poliláctico), no se pueden reciclar, aunque se pueden sintetizar con otros materiales y hacerlos más degradables. “Los bioplásticos son caros porque son escasos y, además, tienen mala prensa por su origen procedente de alimentos. Solo resistirán al futuro si reducen su precio y se generan a través de residuos agrícolas y forestales”.
Barcelona i ComarquesBarcelona i Comarques, concluyó que “el camino que debe seguir la industria tiene que enfocarse hacia la economía circular, convirtiendo los residuos en recursos, y el papel de las empresas de packaging debe originarse desde el ecodiseño”.