Bandejas a base de almidón, una alternativa sostenible
Tras una investigación de casi una década, el Centro de Investigación de Polímeros Avanzados (CIPA) de Chile, junto con el Departamento de Producción Animal de la Universidad de Concepción, han logrado diseñar un material espumoso alternativo para la fabricación de estas bandejas, con múltiples beneficios y con menor impacto en el medioambiente.
Un problema; toneladas de peso
Las bandejas de poliestireno expandido para el envasado de carne trozada se pueden usar solo una vez. Es tal el grado de contaminación que genera, que la ciudad de Nueva York decidió prohibirlo. Así, por ejemplo, en las escuelas de dicha ciudad se utilizaban 830.000 bandejas al día, lo que se traducía en 30.000 toneladas de residuos al año acumulados en vertederos y basuras.
“Hoy en día nos encontramos frente a un cambio de paradigma en el desarrollo de la economía en Chile, principalmente motivado por la proyección de crecimiento de una clase media que en los próximos 30 años incrementará sus niveles de consumo de forma exponencial, con serios impactos en el medioambiente. En consecuencia, es de vital importancia repensar procesos y productos que consideren estas proyecciones futuras. Generar nuevas alternativas de origen renovable y biodegradables nos entregará herramientas reales para enfrentar esta transición”, señala el director de CIPA, Claudio Toro.
CIPA tomó el desafío de generar un nuevo material que pudiera cubrir la demanda de la industria, pero con la capacidad de volverse un aporte al medioambiente como abono. “Existen materiales compostables en el mercado, pero no están diseñados para ser usados en la fabricación de envases de alimentos con alta actividad de agua, como la carne de pollo”, explica la investigadora líder del proyecto en CIPA, Saddys Rodríguez.
Compostable, absorbente y con propiedades antimicrobianas
La investigación de CIPA en el desarrollo de materiales en base a almidón lleva casi una década. Rodríguez explica que, en el contexto de una tesis de doctorado, comenzaron a estudiar el almidón de fuentes exóticas como el pehuén, las castañas, las patatas o los cereales, entre otras especies producidas en Chile. “Empezamos implementando una metodología de extracción y caracterización. Escogimos el almidón de patata por su disponibilidad y sus propiedades diferenciadoras para elaborar el material espumoso”.
Primero se fabricaron láminas de 5 cm de ancho hasta llegar a láminas de 20×20 cm actuales, con las que se desarrolló un prototipo de bandeja. El material se caracterizó por su capacidad de absorción de agua e hinchamiento, estabilidad térmica y resistencia a la flexión. Además, incorporaron una sustancia antimicrobiana aprobada por la FDA para inhibir bacterias como Listeria o Salmonella.
Los ensayos de las propiedades organolépticas de la carne de pollo envasada se realizaron en la UDEC: su sabor y olor estuvieron a cargo de la Dra. Pamela Williams y la Dra. Valeria Velasco. Se conformó un panel no experto, a quienes se les pidió distinguir entre un pollo envasado en poliestireno expandido y otro en el material espumoso desarrollado por CIPA. El resultado: las personas consultadas no pudieron distinguir entre uno y otro, gracias a que la apariencia de la carne de pollo fue considerada idéntica.
Nuevos materiales para un futuro sostenible
“La población ha aumentado y los alimentos ya no se envasan en su totalidad en vidrio ni metal. El plástico juega un papel importante en el envasado de alimentos y probablemente no se va a dejar de utilizar. El reciclaje es una opción que se está utilizando con mucha fuerza. Sin embargo, hay envases que son de difícil reutilización como las bandejas de poliestireno expandido. Para este tipo de aplicación va la propuesta de usar materiales compostables en base a almidón”, explica la investigadora de CIPA.
Actualmente, el material desarrollado por CIPA está en proceso de obtención de patente en el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual, INAPI. No obstante, aún se trabaja en potenciar sus características, como la incorporación de compuestos activos que aumenten la vida útil para su uso en importaciones o incluso para realzar las características de la carne que contienen. Todo ello, un camino viable para generar un menor volumen de residuos, envasando con menos efectos en el medioambiente.