“Nuestro packaging tiene el mismo o más protagonismo que el propio producto del interior”

Bubó es más que una pastelería de Barcelona. Cada pastel recuerda una pequeña joya. “En junio de 2005 se hizo realidad un sueño: abrir una pastelería que ofreciera unos pasteles, chocolate y dulces únicos. Se pretendía crear un universo dulce nuevo en la ciudad, totalmente diferente a lo visto hasta el momento. El concepto salió en seguida al ver el diseño de los pasteles. Eran como joyas. Así que la conclusión fue fácil. Hacer una joyería de pasteles. No sólo por el diseño del local y packaging, sino también por la presentación de sus elaboraciones. Así nació Bubó”, con estas palabras define Ernest Ameller, director de arte, cómo se gestó Bubó, un concepto de establecimiento único, donde el diseño y el packaging juegan un papel fundamental.

Pasados más de 13 años, Bubó cuenta en la actualidad con dos locales ubicados en Barcelona (Born y Paseo de Gracia), en los Emiratos Árabes (Abu Dhabi y Dubai), y en Tokio.

Se ha trabajado mucho durante estos 13 años. Hemos cuidado mucho todos los detalles. Desde el logotipo y el diseño gráfico creado por Sandra Ameller e Inga Teixido del estudio La Cuina Gráfica.

En sus inicios la pastelería de Bubó hacia vanguardia pastelera al menos a nivel nacional. El trabajo de branding ha consistido en intentar hacer el mismo tipo de vanguardia tanto en el concepto de los locales, como en la exposición de los productos. Todo tiene que tener un impacto visual para los clientes. Se trabaja el producto como si de piezas de arte se tratara. Antes de comerlo, tiene que entrar por la vista. La voluntad es estar más cerca del arte contemporáneo que de una simple pastelería. La finalidad del proyecto es la de vender. Pero encontramos que mucha gente no tiene hambre cuando pasa por Bubó, sin embargo, entran para mirar y tomar fotos por el mero atractivo que tiene. Esto nos apasiona. Sobre todo, después de montar un buen escaparate, vemos cómo aumenta el flujo de gente en la tienda.

Ernest Ameller, director de Arte de Bubó.

El packaging se ha convertido en uno de los mayores atractivos de Bubó. Trabajamos nuestro envase, no solo como un mero receptáculo para comida, sino que este debe tener el mismo o más protagonismo que el propio producto del interior. Es fácil trabajar en esta línea con la calidad de los dulces. De no ser así, se trataría de un proyecto trampa. Muy bonito, pero si el contenido no tiene la calidad que el packaging proyecta, no sería muy lícito jugar esta carta.

El concepto de los envases es que trabajen como objeto de regalo por su forma y estética, no solo para autoconsumo. La metodología de trabajo es muy sencilla. Trabajar las cajas con una carga escultórica. Para que desprenda carácter de regalo. Cuando diseñamos una caja, no pensamos en ella individualmente, sino que entendemos que estará expuesta con muchas otras. Por ello generamos formas que permiten generar exposiciones de cada familia con un impacto escenográfico. Es una manera de destacar en los lineales y llamar la atención del cliente.

Aparentemente parecen cajas muy complejas de fabricar. Pero en realidad, la mayoría de nuestro packaging tiene una producción industrial. Introduciendo algunos pliegues estratégicos más permite generar siluetas que las diferencian de la gran mayoría de empaquetados industriales, sin hacer disparar los costes.

El packaging es fundamental para la empresa.

Bubó es una fusión de pastelería y diseño a partes iguales. Monolits es un ejemplo. El concepto nace del departamento de diseño. Plantea redefinir la idea tradicional de los turrones y transformarlos en algo delicado y ligero. Justo la antítesis de su principio: convertirlos en barras largas y finas lo más rectilíneas posible para que sean fáciles de cortar e introducir en boca. La disposición de estos en su caja también permite potenciar la idea de un material novedoso y de vanguardia. El equipo de pasteleros de Obrador desarrolla las mejores alquimias para formalizar un producto que permita cerrar el nuevo concepto de turrones, a modo de snacks. Esto permite tener esta referencia a la venta. No solo en navidades, sino durante todo el año.

Asteroides de Bubó.

La Navidad es el momento por excelencia donde celebramos, nos juntamos y obsequiamos unos a otros. Intentamos trabajar para que cuando un cliente traiga algo de Bubó a casa de amigos o familiares, sorprenda y fascine a los demás, no solo por el contenido, sino también por su presentación. Esto hace la experiencia más completa.

Cada vez más Bubó está introduciendo conceptos más interactivos en sus proyectos. Que no se trate solo de que sea bueno y bonito, sino que también sea lúdico y divertido. Todas nuestras piezas de chocolate, tanto las de Pascua, como las de Navidad, incorporan una nota secreta para escribir una dedicatoria e introducirla en su interior. También incluimos un martillo relojero para ir rompiendo la pieza de chocolate. Estos dos elementos hacen la experiencia gastronómica más lúdica e interactiva para los usuarios.

Las galletas de la firma también tienen un cuidado envase.

Soy Ernest Ameller Masuet. Mi formación académica es la de diseñador de producto. Tengo 39 años y llevo 20 en el sector. Me gusta hacer de todo. Interiores, producto, packaging, escaparatismo, moldes, maquetas. Bubó es un proyecto idílico para un diseñador.

He intentado innovar en todo lo que he podido. Agrupa casi todas las disciplinas del diseño. Como director de arte, me permite mantener el concepto vivo en todas las disciplinas. Bubó ha constatado la importancia del diseño no solo en imagen, sino también en los propios productos. Es por ello que cada vez más diseño y pastelería trabajan juntos.

Antes la metodología era: aparece un producto y luego se hace su caja. Actualmente antes de desarrollar un nuevo producto, lo ideamos y dotamos de concepto desde el principio, para que sea un producto más completo.

El entrevistado reivindica el papel del diseñador de producto en rol de potenciar las ventas de un fabricante.

Lo habitual es estar al día de lo que tiene el mercado y la competencia en curso. Introducir una nueva referencia supone mucho trabajo, como para acabar haciendo algo que ya existe.

Una vez conoces la competencia puedes empezar a disparar nuevas ideas. Una vez la tienes, se tiene que poder hacer. Cuando se intenta innovar, tienes que estar en constante formación, de nuevas técnicas o incluso reinterpretar antiguas. Esto permite no quedarse estancado con un mismo discurso formal y estético eternamente.

Si un proyecto se complica mucho, en ocasiones es mejor descartarlo, pues es fácil invertir muchísimo tiempo y no dar con la forma viable de producirlo. Es lo que tiene el ensayo y error. Implica mucho tiempo, pero por otra parte aparecen cosas inesperadas que pueden acabar dándole un giro genial a un proyecto.

Al final lo importante es divertirse y aprender. Ese es el verdadero motor de la innovación.

El director de arte de Bubó apuesta por un packagin individualizado y estudiado.

Creo que sí. Quien no lo haga, estará perdiendo un apoyo de venta vital. Siempre pongo el mismo ejemplo. Antes de comértelo, debe entrar por la vista. Aquí es donde el packaging cobra su mayor sentido.

No creo que nadie subestime un buen packaging como apoyo de venta. El problema son las inversiones que supone tener un empaquetado exclusivo –y con exclusivo no me refiero a que sea el mejor del mercado, sino que sea emblemático y se diferencie de otros–.

Los costes unitarios de un packaging propio son muy inferiores a las referencias estándar que venden fabricantes de cajas. El problema se encuentra cuando un empresario está empezando o introduce una nueva referencia. No sabe con certeza si el producto tendrá éxito, por lo que invertir en un pack, con una producción mínima para testear el mercado es muy caro. Por ello mucha gente funciona con packaging estándar y personaliza con adhesivos.

Diseño y pastelería trabajan cada vez más juntos.

Totalmente de acuerdo. Si no conoces la marca ni el producto, este tiene que comunicar al cliente, conseguir los máximos inputs sobre el producto.

Si tu producto está en tus locales, es más fácil de vender, pues tu equipo puede apoyar la venta con una explicación o dar a degustar, sin embargo, si compites en un lineal de Gourmet o supermercado, nadie apoyará la venta excepto el propio empaquetado.

La pieza permite introducir un mensaje.

No creo que haya cambiado mucho los materiales y el diseño en los últimos años. Hace tiempo que se conocen materiales nuevos con carga eco y reciclables. Pero tampoco se observa un giro de la industria hacia ese sector. Quizás falta una voluntad política en estos temas, que regule el uso de plastificados y plásticos en el uso alimentario.

Son muchos. En mi trabajo me implico al máximo para intentar aprender y superarme.

Estoy muy contento con las piezas de chocolate. Nacen de reinterpretar las típicas monas de pascua y acercarlas a un concepto más de arte vanguardista. Esto permite que su venta sea todo el año.

Pero con lo que quizás esté más orgulloso en cuanto a trabajo de packaging, serían las cajas que agrupan la familia de picking, nuestra división de productos fuera de vitrina.

En la mayoría de estas referencias, se jugaba con el packaging estándar y adhesivos personalizados, pero al apostar por crear nuevos packaging para cada referencia los resultados fueron visibles de inmediato. La ventas de estas referencias llegaron a triplicarse incluso a cuadruplicarse en algunos casos. Esto constata la función del packaging en la venta y por supuesto, el papel del diseñador de producto en rol de potenciar las ventas de un fabricante.

El martillo que incluye permite romper el envase y acceder a la sorpresa interior.

Siempre combino mi trabajo de Bubó con el mío personal. Mi voluntad es divertirme, no parar de generar nuevos conceptos e ideas que innoven y aportar al cambio que está viviendo el sector gastronómico a nivel mundial. Al menos intentarlo.

El packaging de Bubó sorprende por su originalidad.