Los pimientos, cuidadosamente seleccionados, se someten al proceso de secado tradicional de la Vera, diferente a los utilizados en el resto de las zonas productoras de pimentón.
Un hogar de leña de roble o encina, aporta el calor necesario para la perfecta deshidratación de los frutos.
Es un proceso lento, de diez a quince días, durante el cual manos expertas voltean con sabiduría los pimientos hasta conseguir el grado idóneo de secado.
Este tradicional sistema de secado, confiere al pimentón sus tres características fundamentales: aroma, sabor y estabilidad de color.
Los pimientos secos son trasladados a las industrias transformadoras en las que se procede a eliminar el pedúnculo y parte de las semillas, previo a su molienda en los tradicionales molinos de piedra.
En el transcurso de la molturación, hay que prestar especial atención a la temperatura que alcanza el producto para asegurar la obtención de un polvo rojo, fino y uniforme, de óptima calidad: el Pimentón de la Vera.
Este pimentón es muy apreciado por el mercado, presentándose envasado en bolsas y latas para el consumo directo, y en sacos para la industria chacinera.