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Apuntes sobre la evolución de la exportación de frutas y hortalizas españolas

Juan Carlos Pérez Mesa / Catedrático de Universidad. Departamento de Economía y Empresa de la Universidad de Almería

05/02/2025
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El año 2024 ha concluido, según las primeras estimaciones del Ministerio de Agricultura, con una desigual evolución del valor de la producción en frutas y hortalizas. Las primeras crecieron un 6,1 %, mientras que las segundas disminuyeron un 1,4 %. En ambos casos, los precios fueron sensiblemente inferiores a los del año anterior (aproximadamente un 6 % menos en ambos). El aumento de la producción ha salvado al conglomerado de las frutas y ha hecho que la caída del valor en las hortalizas no haya sido mayor. A pesar de esto, las frutas y hortalizas siguen siendo el epígrafe más importante dentro del valor de la producción agraria, representando respectivamente el 17,8 % y el 18,9 % del total.

Si algo caracteriza a este sector es su vocación exterior: el 52 % de la producción acaba fuera de España. Por tanto, más allá del mercado nacional, es necesario analizar cómo ha evolucionado el cliente extranjero en los últimos años. Empecemos por las grandes cifras. A pesar de ser cifras provisionales, 2024 acabará con aproximadamente 13,3 millones de toneladas exportadas, casi un 6 % más que el año anterior. Su valor superará los 19.300 millones de euros, un 5 % más. Las frutas y hortalizas más expedidas o exportadas según valor son: el pimiento (7,8 %), la mandarina (6,6 %), el tomate (5,9 %), la naranja (5,8 %), el pepino (4,9 %), el limón (4,4 %) y la fresa (4,1 %). Almería continúa siendo la provincia con más exportaciones, tanto en valor como en volumen, representando el 22 % y el 19 %, respectivamente, frente al 20 % y el 18 % de Murcia. Valencia y, en menor medida, Huelva, Alicante y Castellón completan el grupo puntero de provincias con mayores ventas al exterior.

Alemania, primer destino

El principal comprador de frutas y hortalizas españolas es Alemania, que adquiere el 27 % de todos los envíos. Le siguen Francia (17,8 %), Reino Unido (9,4 %), Portugal (7,5 %), Países Bajos (7,2 %), Italia (6,2 %) y Polonia (4,7 %). Estos siete países suman casi el 80 % del total. De todos ellos, destaca negativamente Reino Unido, país que en pocos años ha pasado de ser un destino preferido por sus precios altos a convertirse en un importador que paga por debajo de la media. De hecho, Reino Unido es uno de los pocos países donde en 2024 descienden las exportaciones nacionales tanto en kilos como en valor (6 % y 7 %, respectivamente): la inflación, especialmente de los alimentos, y las dificultades de aprovisionamiento tras el Brexit han hecho que este país busque amparo en los productos procedentes del norte de África. Valgan algunos datos para ilustrar la situación: en 2019 Marruecos exportó a Reino Unido 151.800 toneladas de frutas y hortalizas; esta cifra ha aumentado a 263.000 toneladas en 2024. En contraposición, España ha tendido a proteger sus intereses en Alemania, país que ha incrementado dos puntos porcentuales su representatividad en la cartera nacional en los últimos 5 años (casi lo mismo perdido en Reino Unido), a pesar de haber dejado de comprar 150.000 toneladas en términos absolutos.

Esto último se alinea en cierta medida con lo que ha sucedido en términos generales, ya que el total de las exportaciones españolas en volumen presenta una tendencia negativa, a pesar de algunas variaciones. El año 2019 fue el último en el que España alcanzó un máximo relativo: se exportaron 14,7 millones de toneladas de frutas y hortalizas, frente a los 13,6 millones del año anterior, un incremento significativo. A partir de entonces, las cifras iniciaron una decadencia, detenida en 2021 al alcanzarse de nuevo 14,6 millones de toneladas tras superar lo peor del COVID, que volvió con fuerza al año siguiente (13,2 millones), cayendo de nuevo en 2023 (12,4 millones) para recuperarse parcialmente en 2024 (13,3 millones). Este carrusel refleja bien las problemáticas vividas en solo 5 años: una pandemia que se sumó a un aumento normativo a raíz de la aprobación del Pacto Verde (con la nueva PAC incluida), el Brexit y el incremento sin parangón del coste de los insumos, consecuencia de pulsos geopolíticos, cuyo máximo se alcanzó en marzo de 2023, y del cual el productor aún no se ha recuperado completamente. Frente al panorama anterior, el valor de las exportaciones ha seguido una senda clara de aumentos ininterrumpidos. Desde la prepandemia, en 2019, hasta 2024, el valor de las exportaciones ha crecido un 26 %, es decir, a un ritmo superior al 4 % de media anual.

Presiones en la cadena de suministro

En este punto, hay que recordar que el máximo del Índice Armonizado de Precios al Consumidor UE-27 para las frutas y hortalizas alcanzó su punto más alto, aproximadamente, en marzo de 2023, misma fecha en la que los costes llegaron a su cenit (un 30 % acumulado desde junio de 2021, momento de inicio de la crisis del precio de los insumos). A partir de ese momento, ambos indicadores (costes netos de salida de almacén y precios al consumidor) han seguido una senda similar: aunque hubo una caída, a principios del otoño de 2023 comenzó una nueva tendencia creciente, aunque con altibajos. Sin duda, el valor de las exportaciones no es más que un reflejo de las presiones en toda la cadena de suministro. En otras palabras, lo que ha existido en estos últimos años ha sido un traslado del aumento del coste de los insumos al consumidor, debido a la imposibilidad de que el productor y las empresas de comercialización pudieran seguir funcionando. En caso contrario, se habría puesto en peligro la viabilidad de todo el sector exportador nacional. Los principales clientes (gran distribución) han tenido que aceptar procesos de negociación al alza para evitar el deterioro de sus proveedores y, por tanto, la caída de la oferta.

Pero como en la vida, cualquier acto tiene sus consecuencias a medio y largo plazo. En Reino Unido ya las hemos visto. En España, las importaciones de frutas y hortalizas (en toneladas), sin contemplar la patata, se han podido contener, ya que en determinados productos se aprecia un repliegue del exportador hacia el mercado nacional. Veremos cuál será la estrategia de los clientes en el resto de países. Sabemos que tenderán a buscar soluciones alternativas, ya me entienden. El peligro está claro: no pueden volver los precios antiguos, no compensarían los costes actuales.

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