La uva de mesa española lucha contra la adversidad
En 2010, España exportó un total de 126.787 toneladas de uva de mesa, por un valor de superior a los 195 millones de euros, con un aumento del 7% respecto al ejercicio anterior, y volviendo de esta manera a la media marcada en el último quinquenio, incluso superándola en valor —195 millones de euros—, gracias a un mejor comportamiento de los precios.
Nuestro país, con una producción de 238.800 toneladas en 2010 es junto a Italia, principal competidor a nivel europeo, el mayor productor de uva de mesa del viejo continente. Como se puede deducir de los números anteriormente indicados, más de la mitad de la producción fue a parar al mercado exterior, principalmente a la Europa de los 27.
La amenaza en cambio no llega de nuestros vecinos italianos, a quienes importamos más de 10.000 toneladas el pasado año, más de la mitad de ellas provenientes de la UE, sino de fuera de las fronteras comunitarias. Países como Marruecos, Egipto o Israel han inundado en los últimos años el mercado europeo con una uva de una cualidad aceptable a precios mucho más competitivos. España, a nivel de ejemplo, importó el pasado año 23.638 toneladas de fuera de la UE, o lo que es lo mismo, casi de un 60% de la uva de mesa importada.
Todas estas cifras solo vienen a refrendar que a pesar que la uva de mesa, al igual que la dedicada a la vendimia, sea muy inestable a causa de la climatología y los precios, volver a alcanzar producciones que superaban ampliamente las 400.000 toneladas al año hace dos décadas, parece prácticamente imposible. Por ello, los productores españoles se decidieron ya hace algunos años apostar por una uva de mesa diferenciada, intentando atraer al consumidor con un producto de calidad. Aunque en España son varias las regiones que cuentan con producción de uva de mesa —Sevilla, Madrid, Barcelona, Huelva, entre otras— son dos provincias las que han destacado por su apuesta decidida a que este fruto no quede relegado a un segundo plano en el panorama de producción frutícola español. Se trata de Alicante y Murcia. La primera de ellas, con una producción dedicada principalmente al mercado interior, y con el valle del Vinalopó como centro neurálgico de producción, se ha especializado en las variedades embolsadas Ideal, Aledo, además de Victoria, Doña María y Rosetti.
Por otro lado, la Región de Murcia, líder en la producción de uva de mesa española, se ha especializado en las variedades apirenas (sin semilla), entre las que destacan Superior Seedless y Napoleón. El Gobierno murciano apostó hace tiempo por incentivar la innovación tecnológica con tal de promover un producto de cualidad, un hecho indiscutible, ya que hoy Murcia lidera la exportación de uva de mesa, con más de 76.000 toneladas, de un total de 126.000 exportadas a nivel nacional en 2010.
Muestra del paso dado por ambas regiones para mostrar al consumidor español y extranjero la calidad de su producto, se creó la D.O.P. Uva de Mesa Embolsada de Vinalopó, refrendada por la UE en 1996, y se inició la andadura a finales de 2009 de la D.O.P. de Uva de Mesa Dominga, en Murcia.
La uva alicantina apuesta por la calidad y en abrir nuevos mercados
En la parte final de su intervención, José Bernabeu desgranó las reivindicaciones del sector, que pasan por aspectos como conseguir una reducción del IRPF, una firme oposición a la eliminación de 18.000 hectáreas de regadío, y el impulso de los trasvases Júcar-Vinalopó y del Ebro, pues son las únicas alternativas fiables para conseguir agua de calidad, asegurar los cultivos y generar empleo y prosperidad.