Según el estudio, los resultados se podrían explicar por los mecanismos de defensa de las plantas según el tipo de abono empleado en cada uno de los cultivos
El zumo de tomate de cultivo tradicional tiene menos polifenoles que el de cultivo orgánico
El zumo de tomate de cultivo orgánico tiene más componentes fenólicos –compuestos de origen vegetal de gran interés nutricional y que pueden proteger al organismo contra enfermedades cardiovasculares degenerativas y cancerígenas –, que el del tomate de cultivo tradicional, según apunta un nuevo estudio científico que se ha publicado en la revista Food Chemistry y que ha dirigido Rosa M. Lamuela, profesora del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona.
La investigación, financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación, aporta nuevos datos al debate científico sobre los componentes de los productos de cultivo ecológico en relación con los de cultivo tradicional, a partir del estudio de los polifenoles en el zumo de tomate, la hortaliza que se consume más en España, tanto fresca como procesada.
Según explica Lamuela, que dirige el Grupo de Investigación de Antioxidantes Naturales de la UB, “este es un estudio científico innovador para determinar los componentes fenólicos en zumos de tomate (ecológicos y no ecológicos), y su posible beneficio para la salud humana. Curiosamente, aunque el tomate se consume mucho en todo el mundo, hasta ahora solo se habían estudiado otros componentes de interés nutricional, como los carotenos (licopeno), pero se había hecho poca investigación sobre los polifenoles”.
Los polifenoles actúan como captadores de radicales libres y son capaces de regular la actividad enzimática con efectos beneficiosos para la salud. En este trabajo, los autores analizan el contenido total de polifenoles, flavonoles, flavanones y ácidos hidroxicinámicos de zumos comerciales disponibles en el mercado. Las conclusiones revelan diferencias significativas, que no habían sido descritas hasta ahora, en el nivel de componentes bioactivos de los tomates de origen ecológico, en comparación con los de cultivo tradicional.
Agricultura ecológica frente a agricultura tradicional
Según explica la investigadora Ana Vallverdú-Queralt, primera firmante del estudio, “los resultados se podrían explicar por los mecanismos de defensa de las plantas según el tipo de abono empleado en el cultivo orgánico o en el convencional. En todos los cultivos, el factor más importante para el crecimiento de la planta es el nitrógeno. Ahora bien, en el caso de la agricultura convencional, este nitrógeno se puede añadir a la planta como nitrógeno soluble, fertilizante, etc., mientras que en los cultivos orgánicos, la planta no recibe nutrientes artificiales y reacciona activando mecanismos de defensa que aumentan los niveles de polifenoles. En consecuencia, las plantas de agricultura tradicional se pueden volver menos resistentes a enfermedades y presentar un contenido más bajo en nutrientes, minerales y metabolitos secundarios”.
Desde hace años, la bibliografía científica refleja la controversia en torno a los alimentos de origen ecológico y de cultivo convencional. A menudo, los resultados de estudios publicados en revistas científicas son, incluso, contradictorios. “Hay que remarcar que el trabajo publicado en Food Chemistry solo analiza los componentes fenólicos del zumo de tomate —señala la profesora Lamuela— y forma parte de un proyecto mucho más amplio para analizar qué factores pueden aumentar los componentes bioactivos en tomates y productos derivados”.
Un grupo de investigación con una amplia trayectoria
El Grupo de Investigación de Antioxidantes Naturales de la UB, que lidera la profesora Rosa M. Lamuela, forma parte de la Red de Referencia en Tecnología de Alimentos de la Generalitat de Catalunya (XaRTA) y del Insa. Este grupo tiene una destacada trayectoria en proyectos de alcance internacional relacionados con la investigación de polifenoles en los alimentos, su biodisponibilidad y los efectos en la salud humana. En la actualidad, el equipo investigador impulsa diversas líneas de trabajo sobre estudios clínicos y epidemiológicos, sobre el resveratrol, la uva, los vinos y los residuos arqueológicos, así como sobre las frutas cítricas, el cacao, el chocolate, la cerveza y el aceite de oliva, entre otros alimentos habituales en la dieta humana.