La mandarina Clemcott se recoge a mano por expertos agrícolas que miman las zonas de cultivo desde el principio hasta el final del proceso, cumpliendo así los exigentes estándares de calidad. Los agricultores dedican sus esfuerzos en cuidar cada una de las piezas de fruta para poder ofrecer la mejor mandarina a los consumidores. Su sabor único es el resultado de la gran cantidad de zumo que contienen y de los perfectos niveles de azúcar y acidez, basados en los gustos de los consumidores y expertos del sector.
Durante todo el año, los agricultores cultivan sus fincas mediante el uso de buenas prácticas agrícolas con el fin de obtener las mejores y más sabrosas mandarinas del mercado. Poseer la etiqueta Clemcott requiere la aplicación de estrictos estándares de calidad. Norma Agrícola, con el reconocimiento de TÜV SÜD, es la entidad de certificación que inspecciona y determina cuando es el momento adecuado para empezar la recolección, visitando el 100% de los campos y comprobando los requisitos de las mandarinas. A las fincas acuden expertos externos para realizar auditorías, acreditando que los requisitos fundamentales son aplicados correctamente. La recolección es realizada con mucha atención por los profesionales que recogen todas las mandarinas Clemcott añadiendo un valor diferenciador al proceso.
Todos los envases secundarios de las mandarinas Clemcott poseen una etiqueta exclusiva, que garantiza la calidad y el origen legal de la variedad, con el nombre de la finca, el número de sublicencia de la variedad y un código de certificación de Clemcott. A través de la herramienta Visual NACert con base web, se ofrece la trazabilidad visual del producto, pudiendo conocer la finca donde se ha cultivado. Todo este proceso convierte a Clemcott en la única mandarina certificada del mercado.