La producción platanera de Canarias se convierte en la única de su categoría que cuenta con esta certificación
Asprocan culmina con éxito la certificación Aenor de la huella de carbono para el Plátano de Canarias
La entrega del certificado tuvo lugar ayer en un acto celebrado en la sede del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, presidido por la Secretaria General de Agricultura y Alimentación, Isabel García Tejerina, y que ha contado con la presencia de los presidentes de Asprocan y Aenor, Santiago Rodríguez y Manuel López Cachero, respectivamente.
La huella de carbono es una herramienta que permite medir los gases de efecto invernadero asociados al ciclo de vida de un producto, desde la extracción de las materias primas, pasando por el procesamiento, el transporte y conservación, hasta las etapas de uso y final de vida útil. La certificación, por una tercera parte, como es Aenor, acredita que la información proporcionada es veraz y fiable, diferenciando a este producto de sus competidores ante consumidores y clientes, lo cual aporta garantía y transparencia.
El presidente de Asprocan, Santiago Rodríguez, señaló que esta iniciativa corrobora el compromiso del sector con la calidad del producto y el cuidado del medio ambiente, al abordar con esta acción el cálculo de la huella de carbono desde la producción hasta la comercialización de Plátano de Canarias en la Península. “Una certificación con la que no cuenta ninguno de sus competidores directos hasta el momento en España”, señaló.
Destacó además que este certificado engloba a las más de 370.000 toneladas de Plátano de Canarias que se producen y comercializan anualmente en España.
Para el presidente de Aenor, Manuel López Cachero, “hoy en día la calidad que hace competitivo a un producto a los ojos de los consumidores abarca muchos parámetros, siendo uno particularmente importante el compromiso ambiental. Medir es el primer paso necesario para reducir con eficacia y Asprocan está desarrollando importantes avances en este campo”. López Cachero añadió que hasta ahora Aenor ha certificado 115 huellas de carbono.
Por su parte, la investigadora responsable del proyecto, Ana Piedra Buena Díaz, resaltó que los resultados obtenidos tras este trabajo de más de dos años de investigación evidencian la baja huella de carbono de Plátano de Canarias, 254,7 gramos de CO2 por kilogramo de fruta, que es inferior al consumo de un ciclo de lavadora (272,3 gramos de CO2) o un frigorífico con congelador en dos horas (274,3 gramos de CO2).
Añadió que las buenas prácticas de campo, el uso eficiente de los recursos y la logística racionalizada del transporte y la maduración han sido elementos clave para la obtención de dichos resultados. Tal y como manifestó, “los resultados certifican que el cultivo tradicional que conlleva el plátano de Canarias tiene efectos muy positivos no sólo en su calidad sino también para nuestro entorno”. Como subrayó Santiago Rodríguez, “es una razón de importancia que diferencia claramente nuestro producto y ayuda a los españoles a consumir productos de calidad, al mismo tiempo que les ayudamos a cuidar del futuro de todos”.
Para la medición de esta huella en el caso de Plátano de Canarias se ha utilizado el GHG Protocol (GreenHouse Gases Protocol), uno de los estándares más utilizados a nivel mundial, que permite cuantificar y reportar el ciclo de vida de los productos, desarrollado según las directrices del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), organismo de Naciones Unidas en este área.
Garantía y transparencia
Además, en el caso de un producto, abre mercados internacionales, redunda en las decisiones de consumo y una mejor valoración en sus operaciones de comercialización.
Asimismo, permite adelantarse a los requisitos de las nuevas normativas más exigentes en materia medioambiental y a las demandas de los clientes actuales y potenciales que buscan este valor añadido en los productos que adquieren.
De cara al futuro, Plátano de Canarias tienen previsto seguir avanzando en esta línea, para lo cual ha diseñado un programa de reducción de emisiones, entre cuyos objetivos figura la disminución de los aportes de fertilizantes nitrogenados, el fomento de la aportación periódica de compost o estiércoles maduros al suelo y la sustitución paulatina de los sistemas de riego de baja eficiencia por riego por goteo. Asimismo, entre sus prioridades se encuentran impulsar la utilización de materiales de embalaje más ligeros, así como de insumos de fabricación local.