El gran problema sigue ahí
Acabamos un año ‘inolvidable’ de esos que pasarán a la historia, un año de pesadilla que desgraciadamente siempre recordaremos y que está marcando nuestras vidas. Ese año en el que lo urgente ha ido por delante de lo importante. El coronavirus eclipsa y contamina todo, desde cómo comernos el turrón hasta que se nos haya ido un D10s en vida, (ese “ángel de alas heridas”, como decía Calamaro en su canción) o que Donald tenga que hacer mudanza.
Y es que el calentamiento global sigue ahí y las actuaciones para una descarbonización de la economía son prioridades que no podemos olvidar. Si algo hemos aprendido (o deberíamos haberlo hecho) de esta pandemia es a ser resilientes, palabro de nuevo cuño pero que concentra muchas cualidades y características a practicar; es algo más que resistencia, es la capacidad de afrontar positivamente circunstancias traumáticas.
Debemos ser conscientes y poner el foco en que aspectos como el calentamiento global (ese que hace que los muñecos de nieve puedan ser cosa del pasado), el aumento de la población humana, la contaminación y la destrucción de los hábitats de la vida silvestre (recordemos, por ejemplo, los millones de animales muertos por los incendios en Australia) son factores que aumentan el riesgo de enfermedades zoonóticas, que pasan de los animales a los humanos. Por eso el próximo informe de la ONU sobre ciencia del clima considerará las lecciones del coronavirus. Algo a tener en cuenta.
Pero para ser resilientes y afrontar estos problemas se precisa actuar en muchos frentes y priorizar acciones. Por eso debemos poner en valor la nueva Estrategia aprobada en España de Descarbonización a Largo Plazo (ELP 2050) que permitirá reducir un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a 2050 y que en materia de edificación pasa por la rehabilitación energética para transformar el parque de vivienda en línea con la 'ola de rehabilitación europea' denominada “Nueva Bauhaus” por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Pero también se debe estimular (no desincentivar con subidas de impuestos) a las empresas y ciudadanos y aprovechar de manera óptima los fondos del Mecanismo de Reconstrucción y Resiliencia de la Unión Europea (Next Generation – European Union (NG-EU) destinando ayudas y estímulos a la inversión privada en el campo de la rehabilitación edificatoria (así ya lo proponen las constructoras- Seopan- e ingenieros – Tecniberia-, quienes proponen actuaciones en 11 macroproyectos tractores (MPT) entre los que destaca el MPT1 de rehabilitación de vivienda y regeneración urbana que contempla 1.500 actuaciones e invertir 15.000 M€ para rehabilitar, hacer accesibles y mejorar la eficiencia energética de hasta 750.000 viviendas, generando más de 211.000 empleos a tiempo completo y más de 4.800 M€ de retorno fiscal. En definitiva, rehabilitar edificios que nos harán más resilientes y que supondrán oportunidades para la creación de empleo y el crecimiento económico, aumentando la competitividad de la economía española y que generará efectos positivos en salud, biodiversidad y adaptación al cambio climático. Por favor, que esos fondos los manejen expertos, no como en la pandemia y no perdamos la oportunidad.
Se escribe esta crónica en tiempo de adviento, de esperanza, de poner lo mejor de nosotros para que sigamos practicando la resiliencia y afrontemos con hechos y acciones un futuro mejor.
Buen 2021 (que sin duda será más feliz y mejor que este) y que le den al 2020.