¿Una nueva era para las instalaciones?
Tomás Higuero, consejero delegado de Aire Limpio
22/05/2020El papel que pueden jugar los edificios de oficinas en mitigar los riesgos de una pandemia es uno de los asuntos de mayor actualidad en la industria de las oficinas hoy en día. En esta línea, incluso existen algunas voces que están reclamando interiorizar criterios de diseño procedentes del sector hospitalario a las oficinas. Pienso que debemos evitar caer en la ley del péndulo, no obstante, lo anterior no es óbice para afirmar que las instalaciones en el mundo post COVID-19, serán aún más importantes de lo que han sido hasta ahora.
Además, se ha confirmado el aire como un vector de transmisión (si bien no el más importante). Pienso que es en este tema donde hay que hacer hincapié, ya que unas instalaciones mejores en las que se tenga especialmente en cuenta la calidad del aire interior indudablemente minimizarán los riesgos de infección. Muy seguramente habrá un cambio de paradigma en la denominación de dicho aire de “aceptable” a un aire interior “saludable”, es decir sólo “aceptable” probablemente no pase el corte.
Los edificios de oficinas que incorporen prácticas de Salud y Bienestar estarán cada día más demandados por inversores, propietarios y especialmente por los ocupantes.
Por tanto, características de diseño como la calidad de la ventilación, la posibilidad de monitorizar en continuo el aire, incrementar la eficacia de la filtración, etc., todo ello encajado en una plataforma tecnológica y de inteligencia artificial que permita gestionar el inmueble no sólo de una forma más eficiente, sino de la manera más predecible posible, serán cada día más demandadas. En un presente muy próximo las instalaciones serán analizadas y escudriñadas de una forma más intensa y por eso serán más apreciadas, valoradas y de mayor calidad.
Todo esto hay que entenderlo, en un contexto en el que los edificios de oficinas que incorporen prácticas de Salud y Bienestar estarán cada día más demandados por inversores, propietarios y especialmente por los ocupantes. No hay que olvidar que, desde ya, será muy importante la proposición de valor del edificio en términos de salud a la hora de buscar el mejor ocupante. Aquellos inmuebles, bien en explotación o proyectos que sean convencionales y que no proyecten salud, encontrarán, cada día, más dificultades para materializar sus expectativas de rentas, siendo percibidos en el medio plazo como activos obsoletos, que paulatinamente perderán atractivo, valor y liquidez.
Hay pocas dudas que el COVID-19 cambiará cómo gobiernos, empresas e individuos percibimos la salud pública. Prevenir brotes futuros será una práctica común en nuestras ecuaciones de gestión. Si en la etapa pre COVID-19 quizá no se prestaba la suficiente atención a cómo un edificio influye en nuestra salud, parece que dicha percepción está cambiando para mejor.
Muy seguramente habrá un cambio de paradigma en la denominación de aire interior de “aceptable” a un aire interior “saludable”; probablemente sólo “aceptable” no pase el corte