Un tejado de madera con protección térmica puede elevar la temperatura del techo entre 6 y 8 °C, según Danosa
El frío y las lluvias están a la vuelta de la esquina y muchos ya piensan en cómo proteger su vivienda de las inclemencias meteorológicas de cara al próximo otoño. Si bien hay un tipo de construcciones en las que el frío es especialmente intenso en estos meses: las rurales, que son muy propicias al uso de madera como material estrella. Una problemática que tiene una sencilla solución, pues las cubiertas aisladas térmicamente pueden elevar la temperatura de los techos de casas rurales, cabañas y buhardillas entre 6°C y 8°C, según Danosa, especialista en soluciones integrales para la construcción sostenible.
En concreto, estas planchas aislantes se colocan entre los rastreles principales del tejado (listones donde luego sujetar las tejas), aportando una protección térmica a las construcciones de madera que permite tener una temperatura de los techos prácticamente igual a la temperatura interior de la vivienda. Es decir, evita que el techo esté frío si se compara con la temperatura interior y que se produzca lo que se conoce como “radiación fría”, con la sensación desapacible y molesta que esto conlleva. De hecho, muchos propietarios de casas sin el aislamiento adecuado tratan de compensar este problema en su vivienda subiendo la temperatura del interior. Pero Danosa recuerda que cada grado de más en el termostato representa entre un 6% y un 7% de consumo energético extra.
A modo de ejemplo, cuando el interior de la vivienda está a 20º, pero el exterior se encuentra a una temperatura de 0º, el tejado puede tener en su parte interior –el techo- una temperatura de entre 12º y 14º, condiciones que requieren, para compensar, un extra en el uso de calefacción. Si tanto el techo como las paredes y el suelo se encuentran a esta temperatura, el consumo de calefacción extra para compensar esa “radiación fría” puede ser fácilmente de unos 4º o 5º más en el termostato (lo que eleva la temperatura interior a unos 25º, en vez de los 20 °C recomendados). Si estos grados se multiplican por cerca del 7% de gasto extra en calefacción que supone aumentar un solo grado la temperatura interior, el gasto total de más puede alcanzar hasta el 35%.
Además, hay que recordar que aislar una vivienda reduce las pérdidas de calor, es decir, de energía entre un 50% y un 70%, respecto de un edificio sin aislar. La protección térmica que aporta el aislamiento hace posible que se pueda llegar a eliminar cualquier tipo de calefacción para hacer la vivienda confortable y, por extensión, contribuye a la protección del medio ambiente al evitar la emisión de CO2 a la atmósfera. De este modo, estos sistemas constructivos aislados térmicamente se suman al concepto ‘Passivehaus’ (casa pasiva), es decir aquellas que se mantienen en condiciones confortables sin ningún tipo de calefacción gracias a su elevada eficiencia energética.
Segunda vida para la madera
Este tipo de aislamiento para cubiertas de madera supone además darle una protección a un material, la madera, que, a pesar de su elevada calidad –por su belleza, ligereza y sostenibilidad-, requiere una atención especial y un mantenimiento más cuidadoso, una tarea que facilita la protección térmica.
Para el responsable de aislamiento térmico de Danosa, Carlos Castro, “estos sistemas evidencian que el sector está trabajando para mejorar el confort oculto de los hogares -que es ese que no se ve, pero se siente- de una forma respetuosa con el medio ambiente. Lograr un ahorro de energía, a la vez que se asegura el bienestar en los edificios y viviendas es fundamental, pues son los grandes depredadores del país, con casi un 30% del consumo anual”.