Novedades normativas UNE en las revisiones de calidad de aire interior
Paulino Pastor, director general de Ambisalud
12/11/2024Reciente hemos podido analizar en detalle la nueva norma UNE 171330-2021, que unifica las versiones anteriores UNE 171330-1 y UNE 171330-2, centradas por separado en el diagnóstico y procedimientos de inspección para la calidad del aire interior, respectivamente. Este artículo nace con la intención de hacer un análisis detallado de esta nueva directriz, que esperamos sea de interés ya que tiene una especial relevancia para nuestro sector.
Esta nueva norma UNE es de obligatoria aplicación al CAI de todos los espacios interiores, excluyendo únicamente los procesos industriales, agrícolas y residenciales. Esta unificación busca, además, desarrollar una metodología unificada para establecer un plan integral de control para la calidad del aire en interiores.
Su implementación no solo garantiza el cumplimiento de las regulaciones actuales, sino que también proporciona beneficios tangibles como la reducción del riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, mejoras en la productividad y un ambiente más saludable para todos los ocupantes del edificio.
Además, en ella se recomienda considerar la monitorización continua de parámetros críticos y la adopción de sistemas de gestión de calidad ambiental en interiores para asegurar una mejora constante y documentada de la calidad del aire.
Los cambios más relevantes que trae consigo la nueva normativa
Los cambios que conlleva afectan a parámetros de medición; inspecciones y evaluaciones; clasificación de los sistemas de climatización, y valores límite, principalmente.
En este sentido, se incluyen nuevos parámetros obligatorios que contemplan unos mínimos para los compuestos orgánicos volátiles que deben ser medibles mediante equipos de lectura directa.
Dichos parámetros mínimos obligatorios incluyen la revisión de temperatura; humedad relativa; dióxido y monóxido de carbono; masa de partículas en suspensión –PM2,5-, así como su conteo para 0,5 y 5 mm; bacterias y hongos en suspensión, y compuestos orgánicos volátiles. Además, se exige la evaluación higiénica de los sistemas de tratamiento de aire, incluyendo equipos de climatización o ventilación y redes de conductos asociados.
Se suman también otros parámetros complementarios –dependiendo del diagnóstico inicial-, que introducen mediciones de gas radón, hongos y bacterias en conductos; formaldehido, iluminación, ruido, CEM y EE, óxidos de nitrógeno, fibra de vidrio, ozono, confort térmico, dióxido de azufre, alergenos y sensibilizantes, endotoxinas y micotoxinas.
Merece la pena detenerse un poco en el tema del radón, ya que desde el pasado mes de junio es obligatoria la realización de mediciones por laboratorios acreditados por ENAC, en todos los puestos de trabajo situados en planta baja o bajo rasante en municipios de riesgo, ya que en esos lugares la concentración de este gas puede ser hasta tres veces superior a la media.
Inspección visual obligatoria con reportaje gráfico
Además, la nueva norma también establece una inspección visual obligatoria y con reportaje gráfico que asegure la calidad del mantenimiento, así como la toma de muestras para polvo, bacterias y hongos en conductos y UTAs, con frecuencias mínimas de inspección. La norma también introduce valores límite específicos, aplicables a contaminantes como dióxido de carbono y partículas en suspensión, para diferentes niveles de calidad del aire interior -IDA 1, IDA 2, IDA 3- en función del uso del edificio.
Por poner solo algunos ejemplos, en el caso del dióxido de carbono (relación interior-exterior), para la Ida1 los valores deben ser inferiores a 350 partes por millón, mientras que para la Ida3 pueden llegar hasta las 800 ppm.
Finalmente, se establecen cuatro categorías para los sistemas de climatización –A, B, C y D-, en función de su complejidad y tamaño, lo que permitirá estandarizar inspecciones y mantenimientos.
Por ejemplo, para todas las categorías es obligatoria la inspección visual con apoyo gráfico, pero en el caso de las UTAs clásicas, que se enmarcarían en la categoría A, debe hacerse también una toma de muestra microbiológica de contacto (bacterias + hongos) en batería de intercambio térmico (preferible batería de frio). Sin embargo, en las otras tres categorías la toma de muestra microbiológica en el aire interior del conducto o en salida del difusor es opcional, aunque sí se exige una toma en superficie de ese tipo de muestra.
Se debe garantizar una revisión completa de todas las UTAs cada cuatro años
También varía el número de ensayos, que en los aparatos de categoría A deben abarcar al menos el 25% de las UTAs en cada revisión anual, asegurándose que en un plazo de cuatro años se habrán revisado la totalidad de los sistemas del edificio. En las otras tres categorías, este tipo de ensayos viene parametrizado por una fórmula compleja que tiene en cuenta la superficie útil del edificio, pero igualmente exige que en los estudios sucesivos se deben inspeccionar equipos diferentes.
En cualquier caso, la complejidad de la nueva norma deja claro que, para un correcto cumplimiento, lo óptimo es implementar un sistema de gestión integrado, con un triple enfoque que tenga en cuenta el impacto ambiental, en sostenibilidad y en salubridad.
No olvidemos que en un edificio con escasa ventilación (1800 ppm) un enfermo con infección respiratoria puede llegar a infectar a 6,6 personas, mientras que en otro con ventilación satisfactoria (580 ppm) el riesgo es de solo 0,5 personas.
Además, ese tipo de sistemas proporcionan métricas precisas y fiables para evaluar estos impactos y asegurar así el cumplimiento ESG de los edificios, mejorando la eficiencia energética, las condiciones de trabajo, la salud de los ocupantes y, por supuesto, el cumplimiento de la normativa RITE. Y esta, sin duda, es una apuesta que debe abordarse desde ya en los inmuebles afectados.