Entrevista a Manuel F. Vallés, fundador de Spain Fill, S.L.
Se cumplen 33 años desde que Spain Fill, S.L. introdujo en España el inyectado con poliuretano en los neumáticos. ¿Qué evolución ha seguido el mercado desde entonces?
En el año 1979, este sistema de prevención de pinchazos fue una auténtica novedad. Los primeros usuarios fueron las empresas siderúrgicas. Un neumático 15.5-25 de una pala cargadora Volvo, propiedad de Aceros Olarra, S.A., junto al aeropuerto de Bilbao, inauguró la interminable serie de neumáticos que se han inyectado en este tercio de siglo. La curva de ascenso en el mercado llega al año 2007, muy apoyada en la maquinaria de OP de las empresas alquiladoras. La crisis instalada a partir de ese año ha hecho caer el mercado, que aún tiene recorrido.
¿Sigue siendo una fórmula empleada por muchos usuarios de maquinaria de OP?
Sí, lo es. El inyectado puede practicarse en cualquier neumático, pequeño o gigante, con cámara o sin ella; para ruedas de OP y para otras actividades: maquinaria de movimiento de barcos en puertos de recreo, vertederos de basura, minería a cielo abierto y bajo tierra, vehículos blindados, ejército… hasta sillas de ruedas para discapacitados.
Manuel F. Vallés, de 75 años, es Licenciado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Deusto; Diplomado en Alta Dirección de Empresas por el Insead de París (European Institute of Business Administration); Diplomado en Comercio Exterior por la London Business School; y ha seguido numerosos cursos de Marketing, Costos, Contabilidad, etc.
Durante ocho años fue presidente de Anesco (Asociación Nacional de Empresas Estibadoras y Consignatarias de Buques) y presidente internacional de Ichca (International Cargo Handling Coordination Associatiaon). Además de Spain Fill, S.L., ha sido fundador de Spanset, S.A. (rama española de la multinacional alemana) y de Global Trade (para comercio con Extremo Oriente).
¿Qué ventajas han introducido las ruedas macizas, respecto al inyectado?
En principio, la duración. Son ruedas muy robustas, con perfiles de 0.9 y 1. En las carretillas industriales son insustituibles, y los fabricantes equipan con macizos las ruedas de las mismas. La gama de dimensiones es más limitada, por lo que no hay macizos para todas las máquinas; en cambio hay todos los neumáticos requeridos y todos se pueden inyectar.
Entiendo que esta mayor duración contribuye también a una reducción de costes, ¿no es así?
Efectivamente, los costos analíticos de explotación se reducen de forma considerable.
¿Garantiza también esta opción una mayor tracción que los neumáticos con inyectado? ¿También sobre las cadenas de goma/acero?
Los aspectos de tracción son equivalentes, ya que sus bandas de rodadura presentan dibujos análogos. No es el caso en las orugas de goma/acero; aquí la duración superior es para las de acero, pero innumerables trabajos en áreas urbanas requieren orugas de goma para evitar agresiones en pavimentos, aceras, etc.
¿Se pueden emplear ruedas macizas en todo tipo de maquinaria, desde equipos compactos hasta grandes máquinas? ¿Influye el peso de la máquina?
En principio sí. Pero los neumáticos macizos requieren llantas de superficie lisa, y una gran variedad de máquinas de OP siguen trayendo llantas con ‘garganta’ por lo que es preciso cambiar de formato de llanta. Los dumpers, carretillas elevadoras para obra, rodillos apisonadores, grupos electrógenos, compresores y otras máquinas se presentan con tendencia al neumático de aire.
¿Dónde se fabrican este tipo de ruedas? ¿Qué materiales se emplean para su desarrollo?
Algunos macizos pequeños se fabrican incluso en España, pero los grandes hay que importarlos del Extremo Oriente. China, Taiwán, Ceilán e India son los más importantes suministradores. Les avalan tres ventajas: Son productores de caucho, disfrutan de una electricidad barata y cuentan con una mano de obra muy económica. Son imbatibles.
¿Ofrece alguna desventaja la rueda maciza respecto a la tradicional en cuanto a suavidad/confort en la conducción? ¿Es éste el principal temor del usuario?
En maquinaria pesada no hay diferencias en cuanto al confort de la conducción. No obstante, los macizos son menos elásticos que los de aire/inyectados. La muy acertada publicidad que habla de ‘superelásticos’, es tan envidiable como incierta.
En tiempos como el actual, el factor coste cobra aún mayor importancia. ¿Tienen estudiado cuánto puede ahorrar el propietario de una máquina usando una rueda maciza?
Es cierto. Hoy se está comprando ‘precio’ sin mirar a la calidad o a los costos de utilización. Se puede afirmar que la utilización de grandes macizos supone una reducción de 2 a 3 veces en los costes, ya que pueden superar las 3.000 y 4.000 horas de utilización.
¿Aprecian una mayor demanda de este tipo de soluciones a raíz de la crisis (se alarga más la vida útil de las máquinas antes de renovarlas, y se incide más en el mantenimiento)?
Hoy, estos macizos son una novedad, con una trayectoria ascendente y segura. El dinero, siempre escaso y ahora más que nunca, aconseja la reducción de costos. Y en este sentido, esta fórmula baja de manera drástica el coste/hora.
¿Qué otros productos interesantes ofrece Spain Fill, S.L. al profesional de la OP?
Tenemos una primicia, muy bien aceptada por el mercado: ruedas macizas para minicargadoras. Estas máquinas, sin dirección ‘Skid Steer’ en inglés, son probablemente las primeras, modernas, que se incorporaron a la OP. Sustituyen con ventaja a las de aire/inyectadas: Son más baratas, duran 2 a 3 veces más y operan perfectamente. Spain Fill, S.L., ofrece sobre todo: experiencia, amable atención a sus clientes, precios contenidos, asesoramiento, stock y una amplia gama de llantas, orugas y neumáticos aire/macizos para estos profesionales.
Desde la perspectiva que le ofrece su experiencia de más de 30 años en este sector, ¿cómo cree que va a evolucionar la OP en España los próximos años? ¿Ve luz al final del túnel?
Habrá luz. El sol sale todos los días para todo el mundo, aunque va a costar. España, desde el Plan de Desarrollo de López Rodó, que inició su recuperación económica, ha sufrido varias crisis: la de 1973… y quién no recuerda el final de la Expo de Sevilla. Parecía que se hundía el mundo. No me pidan fórmulas, pero anticipo un consejo: austeridad en lo superfluo y más trabajo, con aún más y mejor productividad individual.