Tiempos interesantes
Popularmente se atribuye a la cultura china la maldición “Ojalá vivas tiempos interesantes” que encierra una gran ironía, pues si bien los tiempos interesantes pueden tener inicialmente una connotación semántica positiva, la experiencia de quien le ha tocado padecer esos tiempos interesantes evidencia el sentido de la maldición. No hay paz, no hay descanso y el abismo de enfrentarse a lo desconocido cada día hace que vivir en dichos tiempos interesantes, se convierta en un reto cuando no en una heroicidad.
Así las cosas, ya nadie pone en duda que desde marzo vivimos en unos “tiempos interesantes” que a modo de maldición china han cambiado, no solo los pilares sanitarios y económicos de nuestra sociedad, sino también nuestras costumbres y el modo de concebir nuestra vida como animales sociales.
Ha habido muchos muertos, enfermos con secuelas, y por supuesto también muchos más recuperados. Pero especialmente han destacado entre todos, personas y empresas que se han puesto al frente de la sociedad para combatir la pandemia, reducir sus efectos y posibilitar que en cierta manera todo consiga parecerse a lo que había antes de marzo.
Ese ha sido el papel de las empresas de carretillas elevadoras que, sin ser un sector de los llamados esenciales, su trabajo se ha convertido en indispensable para posibilitar el almacenaje y distribución del material médico y farmacéutico. Igualmente, las empresas de carretillas elevadoras han hecho que la cadena de suministro funcione y que la población estuviera abastecida de alimentos, de cualquier otro producto que pudiera ser requerido y, por supuesto, han facilitado que la industria no parara y que el sector de la construcción pudiera seguir con su actividad.
Pero no ha sido lo único, también las empresas de carretillas elevadoras han participado en la construcción de los hospitales de campaña, siendo el más emblemático, pero no el único, el de Ifema en Madrid, así como han cooperado de forma altruista con sus carretillas elevadoras en bancos de alimentos, y otras improvisadas acciones para que la ayuda pudiera llegar a los más necesitados. En definitiva, han estado a la altura de las circunstancias, siempre presentes donde se las ha necesitado a pesar de las dificultades. Nunca se había evidenciado tanto lo esencial de un sector auxiliar.
Pero en efecto, han sido muchas las dificultades, no son momentos fáciles para nadie y el sector de las carretillas elevadoras no ha sido una excepción. La crisis económica derivada del COVID-19 se está notando de forma significativa y todas las empresas se han visto obligadas a realizar ajustes, planes de contingencia y adaptarse constantemente para poder prestar los servicios y aportar soluciones a sus clientes.
El peor dato se lo lleva sin lugar a duda la venta de carretillas elevadoras, que según las estadísticas WITS, que miden las órdenes de compra a fábrica, ya acumula un 20% de caída hasta el segundo trimestre. Este dato, teniendo en cuenta que puede esconder además la compra de stock, nos puede situar en caídas de más del 30% a final de año.
La caída del mercado de nuevas unidades, ha motivado que las empresas de carretillas elevadoras se adapten y relancen el mercado de usado que, si bien en los primeros momentos de la pandemia también se vio seriamente afectado, ha crecido significativamente a partir de junio y está permitiendo el mantenimiento de ciertos niveles de facturación.
Respecto del alquiler, la pandemia ha afectado tanto al largo como al corto plazo, pero de forma diferente. El corto plazo se paralizó de forma sorpresiva por el desconcierto y el temor en los primeros días del estado de alarma, pero poco a poco ha ido recuperando terreno hasta llegar a niveles cercanos al 80%. Los alquileres de largo plazo en un primer momento resistieron el envite dada su naturaleza, si bien se vieron afectados por moratorias que se trasladarán a la cuenta de resultados. Sin embargo, el mayor problema es la incertidumbre y la falta de confianza en la situación económica que está dificultando la firma de operaciones de largo plazo.
Un comportamiento similar ha tenido la reparación y mantenimiento de carretillas elevadoras, que superada la parálisis inicial ha ido recuperando el pulso con el transcurso del tiempo y dada la necesidad de mantener los equipos de trabajo en condiciones de seguridad.
Las empresas de carretillas elevadoras se han preparado para la nueva situación, dando confianza a sus clientes, creando protocolos de desinfección de máquinas, adaptando los horarios y las condiciones laborales de sus trabajadores, usando las mascarillas y el resto de equipos de protección para evitar los contagios en sus instalaciones, pero aún así el mayor problema es la incertidumbre por el control de la pandemia, pues los contagios de forma generalizada se producen en ambientes que no pueden ser controlados por las empresas que son las que finalmente acaban pagando las consecuencias.
En estos momentos, como en casi todos los tiempos interesantes, se hace precisa la unidad. Es importante adaptarse a las necesidades de los clientes para aportar nuevas soluciones en unas circunstancias cambiantes, pero es igualmente necesaria la alianza y colaboración con los proveedores. Esta crisis se superará si cada uno pone lo mejor de sí mismo para el bien común. Nadie saldrá solo de esto y sin la unidad será prácticamente imposible la recuperación.
Son muchos los retos, algunos todavía no los imaginamos, por ello se hace todavía más evidente la necesidad de la unión del sector. Ese es el papel que le corresponde desempeñar a AECE, como asociación española de referencia en el sector de las carretillas elevadoras.
Desde AECE nos hemos puesto al servicio de todos nuestros socios desde el primer minuto de la pandemia y no solo hemos trabajado por esclarecer los aspectos más oscuros de la vorágine normativa, sino que también hemos tratado de informar sobre las ayudas o los instrumentos legales y financieros que el BOE ofrecía para combatir los efectos del COVID-19. Esta labor no hubiera sido posible sin el trabajo conjunto de todas las asociaciones de la Alianza Eleva (Anapat, Anagrual, Anmopyc y AECE) de la que AECE es miembro fundador.
Pero esto no es suficiente, estamos convencidos de que no solo debemos seguir analizando y dando respuesta a los problemas normativos, sino que también debemos liderar cambios en el sector. La innovación y la digitalización en el marco de la agenda 2030, son grandes retos y AECE ya ha comenzado a dar los primeros pasos para la digitalización del manual del operador así como para la creación de un proyecto para la formación 'online' de operadores de carretillas elevadoras. Nuestro objetivo es dar un amplio repertorio de servicios a nuestros socios para que se sitúen al más alto nivel competitivo. Esas son las exigencias de estos tiempos interesantes y las empresas de carretillas elevadoras están preparadas para superarlos.
