“Nunca podré olvidar lo que vi al llegar a la curva de A Grandeira”
Estamos habituados a ver grúas móviles participando en la construcción de grandes viaductos, en el montaje de naves industriales o en la elevación de grúas torre, pero lo que resulta terriblemente excepcional, y jamás nos hubiera gustado contar, es ver estas máquinas participando en las labores de rescate y acondicionamiento tras un accidente ferroviario. La empresa gallega Grúas Norte, especializada desde hace años en el alquiler de equipos de elevación, ha tenido la desgracia de tener que acometer estos trabajos después del trágico descarrilamiento del tren Alvia 151 acontecido el pasado 24 de julio, que se llevó la vida de 79 personas y que dejó numerosos heridos. Desde Interempresas hemos tomado la iniciativa de contactar con su gerente, Serafín Montenegro, pocos días después del accidente, para conocer su testimonio ya que además de coordinar las operaciones con estas grúas, fue de las primeras personas en llegar al lugar del siniestro, colaborando con sus propias manos en la evacuación de las víctimas.
Eran cerca de las 9 de la noche del 24 de julio cuando Serafín Montenegro, gerente de Grúas Norte, recibió en su teléfono móvil la llamada que nunca hubiera deseado recibir. La policía local de Santiago de Compostela reclamaba urgentemente los servicios de su empresa de alquiler de grúas para colaborar en las tareas de auxilio tras un accidente ferroviario que se había producido en la denominada curva de A Grandeira. A Serafín esa llamada le pilló en el coche, a pocos kilómetros del lugar del siniestro, por lo que apenas tardó unos minutos en llegar a la zona indicada por los agentes. Lo que se encontró allí fue “una imagen catastrófica, terrible”, señala el propio Serafín Montenegro, con vagones en llamas, humo por todas partes y víctimas esparcidas por las vías. No hubo tiempo para pensar, rápidamente, como los numerosos vecinos que iban llegando a la zona, se puso manos a la obra para intentar sacar de los vagones a la gente que había quedado atrapada. “Lo que más me impactó fue una mujer que pedía auxilio con gritos desgarradores porque sus piernas habían quedado atrapadas en un amasijo de hierros. Me quedé junto a ella intentando tranquilizarla. Al final, como he podido averiguar, ha sido afortunadamante una de las víctimas que ha sobrevivido a esta tragedia”.
Grúas de G. Norte evacuando uno de los vagones.
Serafín Montenegro señala además que le impactó especialmente la solidaridad que demostró la gente de la zona al volcarse en la ayuda a las víctimas, llevando mantas, sábanas, bebidas, medicamentos… todo lo que tenían a mano. “Me impresionó en particular la labor de un joven que llevó hasta allí tableros de encofrado para que pudieran hacer las veces de improvisadas camillas y poder sacar así a los heridos”.
Como uno más, el gerente de Grúas Norte, con sus 63 años, también colaboró activamente en las operaciones de rescate. Con un hacha rompió los cristales de uno de los vagones y pudo introducirse en él para sacar a las víctimas. Un corte en su espalda da buena muestra de su admirable voluntariedad.
“Había muchísimas víctimas pero, por desgracia, por muchas de ellas ya no se podía hacer nada. Vi dos carritos de bebé y mi obsesión era encontrar a esos niños… pero no hubo suerte”, recuerda.
Labores de coordinación
Una vez llegados al lugar del siniestro los equipos de emergencias (ambulancias, policías, bomberos, protección civil…), el gerente de Grúas Norte pasó a coordinar la llegada, posicionamiento y operaciones de las grúas móviles, que serían las encargadas de elevar las locomotoras y vagones del Alvia siniestrado. "Gracias al formidable trabajo de dirección y colaboración de la policia local de Santiago, de los bomberos y de Protección Civil, se puede decir que el rescate fue todo un exito", añade Serafín Montenegro.
Se desplazaron hasta la zona cuatro unidades telescópicas de Grúas Norte, aunque al final sólo hubo espacio para dos, una Liebherr LTM 1160, de 160 toneladas de capacidad de carga máxima, y una Grove GMK 6300, de 300 toneladas. En ambos casos se requirieron contrapesos para la estabilización de los equipos, de 70 toneladas para la primera y de 92 toneladas para la segunda. Para el emplazamiento de las dos grúas se eligió una carretera bien asfaltada aledaña a la vía ferroviaria y se salvó un ligero desnivel colocando platos metálicos y de madera bajo las patas estabilizadoras.
Trabajos de elevación con la locomotora.
Las plumas telescópicas de 80 y 60 metros de estas dos grúas fueron las encargadas de ir izando uno a uno los vagones, en unas operaciones que requirieron la máxima delicadeza y precisión, ya que se conocía que debajo de estas estructuras había aún numerosas víctimas. Serafín Montenegro recuerda especialmente la elevación de un vagón del que desgraciadamente aparecieron siete cuerpos sin vida.
Los amasijos de hierros en que se convirtieron los vagones tenían un peso entre las 15 y las 30 toneladas, salvo la locomotora, que con 72 toneladas fue la última en ser extraída. Además, fue requerida para esta locomotora una operación muy especial tanto en su elevación como en su posterior transporte por carretera para evitar derrames de su aceite hidráulico.
Para estos trabajos, Grúas Norte ha tenido desplazadas en el lugar del accidente a 16 personas, repartidas en varios turnos, ya que ha sido necesaria su intervención, de forma ininterrumpida, desde la tarde-noche del 24 de julio hasta las 5 de la mañana del lunes 29 de julio.
Las dos grúas empleadas procedían, ese fatídico miércoles, de montar en la provincia de Lugo un viaducto de la A8, y fueron escoltadas por los agentes de la DGT hasta la curva de A Grandeira.
Trágica paradoja
Se da la circunstancia que Grúas Norte, como empresa de alquiler de grúas móviles de referencia en la zona de Santiago de Compostela, también colaboró hace unos años en la construcción del tramo ferroviario de A Grandeira, como lo viene haciendo actualmente en otros tramos de alta velocidad como es la construcción de la nueva estación de Vigo.
Trabajos que constituyen el día a día de esta empresa gallega y que contrastan con lo vivido durante estos últimos días. “En los 40 años que llevo en el mundo de las grúas nunca había vivido algo tan duro. Sí es cierto que había tenido que participar en las tareas de auxilio de otros accidentes, pero nunca de esta magnitud y con tantas víctimas”, concluye Serafín Montenegro.