El VI Congreso Nacional de Áridos abordó, entre otros asuntos, las exigencias medioambientales fijadas por Bruselas
Un reencuentro plagado de retos
Oviedo fue el lugar escogido para celebrar la sexta edición del Congreso Nacional de Áridos, una cita que reunió a más de 750 congresistas provenientes de casi quince países en el Palacio de Congresos de la capital asturiana. Sin duda, el concepto más repetido en las innumerables sesiones y mesas de debate que se celebraron durante los dos días centrales de la cita fue ‘sostenibilidad’, concepto que abre múltiples oportunidades, pero, de forma paralela, genera multitud de dudas.
No hay que ser un especialista en ninguna disciplina para saber que la reducción de la incidencia de la actividad humana en el entorno natural es el eje sobre el que gravita la acción legislativa de la Comisión Europea desde hace años. Años en los que los plazos fijados para la consecución de algunos objetivos se han ido acercando y durante los cuales no se han desarrollado todas las técnicas y tecnologías necesarias para lograr esos objetivos tan ambiciosos, tanto en cantidad como desde el punto de vista temporal. Y aunque (casi) nadie discute que el cambio climático está detrás de algunos de los fenómenos meteorológicos más extremos, la incertidumbre sobre cómo reducir emisiones en sectores que dependen de la energía suministrada por los derivados del petróleo, es enorme, tal y como se pudo comprobar en el VI Congreso Nacional de Áridos (VICNA), organizado por la Federación de Áridos (FdA).
Otro de los conceptos que han cobrado especial relevancia en los últimos años es el de la Economía Circular, que aspira a sustituir a la Economía Lineal, en la que se consumen materias primas para producir bienes y productos que, una vez alcanzada su vida útil, se desechan. En el modelo circular, en cambio, la reutilización y el reciclado de las materias primas permite aprovecharlas, reutilizarlas o usarlas en otros procesos. Así, la descarbonización de la economía y la reutilización de materias primas y bienes se inscriben en un proceso de transición ecológica en el que minerales, rocas y gravas jugarán un papel muy relevante.
El VICNA acumuló un gran número de intervenciones, una de las características que definen la cita organizada por el colectivo presidido en la actualidad por Ramón Ruberte Auré y cuyo director general, César Luaces, se multiplicó durante las tres jornadas de duración del evento. Todas las ponencias pueden consultarse en la documentación entregada por la organización a los asistentes.
Amplio apoyo institucional
La inauguración oficial, que tuvo lugar en el espectacular auditorio del edificio diseñado por el arquitecto valenciano Santiago Calatrava, corrió a cargo de la secretaria de Estado de Energía del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), Sara Aagesen; el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón; el teniente de alcalde de Oviedo, Ignacio Cuesta Areces, quienes acompañaron al ya citado presidente de la Federación de Áridos, Ramón Ruberte Auré; al presidente del Comité Científico de la Asociación Nacional de Empresarios Fabricantes de Áridos (Anefa), José Luis Parra y Alfaro, así como al presidente de la Asociación de Fabricantes de Áridos del Principado de Asturias, Afapa, Miguel Alonso.
En el acto inaugural se habló de la necesidad de conjugar el desarrollo económico y la sostenibilidad. Alcanzar ese equilibrio será la mayor garantía que permitirá asegurar el futuro de la industria de los áridos, para lo cual la colaboración público-privada es y será fundamental.
En su intervención, Aagesen remarcó que la celebración del congreso se enmarca en un momento crucial de la economía y de la geopolítica en el que los precios de la energía y las tensiones que afectan a la cadena de suministro hacen necesaria una producción autóctona en todas las actividades primarias en las que sea posible alcanzar esa anhelada independencia. La secretaria de Estado destacó que en España operan más de mil quinientas canteras y graveras, principalmente pymes arraigadas en sus territorios, en los que crean riqueza cercana y, a la vez, fijando población en zonas que forman parte de la denominada ‘España vaciada’. Aagesen abogó por afianzar el triángulo formado por el sector empresarial, los territorios y las administraciones.
Objetivos climáticos ambiciosos, herramientas aún por definir
En el ámbito internacional, Aagesen recordó los objetivos recogidos en el paquete ‘Fit for 55’ elaborado por la Comisión Europea con el que se aspira a reducir en un 55%, en 2030, las emisiones contaminantes a la atmósfera respecto a las emitidas en Europa en 1990. Además, también recordó algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluidos en la Agenda 2030.
En cuanto a la legislación nacional, Aagesen explicó el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) en el que se integran cuatro grandes orientaciones: alcanzar una elevada eficiencia en el seno de una Economía Circular; impulsar una “estrategia país”; alcanzar la seguridad en el suministro energético, y satisfacer de forma autóctona el suministro de materias primas estratégicas.
Otro de los asuntos abordados por Aagesen en su exposición fue el referido a la regeneración de las explotaciones mineras, en particular las que se realizan a cielo abierto, una tarea a la que se destinarán recursos públicos para aplicar las mejores prácticas y, además, generar una mejor imagen de la actividad en la sociedad, gran desconocedora del papel que juega el sector minero, en particular el segmento de los áridos.
En cuanto al presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbán, quien se disculpó por su “voz quebrada”, afirmó que “la descarbonización no es el futuro, sino que ya es el presente”. Asimismo, solicitó un despliegue ágil de las medidas que favorezcan la transición energética que, dijo, “no puede dejar a nadie atrás”. Tras remarcar que “no podemos depender de otros países” en el suministro de materias primas, reivindicó el futuro de la minería asturiana, “que aún genera miles de empleos directos”.
El presidente de la Federación de Áridos, Ramón Ruberte, quien agradeció la acogida recibida por el Gobierno asturiano y el ayuntamiento ovetense, ofreció algunos datos relacionados con el VICNA, que logró el patrocinio de 47 empresas, la colaboración de otras 47 y la participación de cincuenta firmas en la exposición comercial. Respecto al sector de los áridos, genera el 46% del empleo total de la minería nacional y aglutina al 66% de las explotaciones. Ruberte señaló las graves dificultades a las que se enfrentan las empresas del sector, que deben hacer frente a elevados y crecientes costes energéticos, que no siempre pueden repercutir a sus clientes. Además, el presidente de la FdA, quien apuntó que uno de los retos que deben afrontar las empresas del sector es conjugar la sostenibilidad de su actividad con la consecución de rentabilidades adecuadas, llamó la atención sobre el enfoque del Congreso Nacional de Áridos, que es un foro empresarial, pero, a la vez, técnico científico.
Alrededor de cincuenta empresas dotaron de contenido a la exposición comercial del VICNA.
“La mejor ciudad del mundo”
El teniente de alcalde de Oviedo, Ignacio Cuesta Areces, aprovechó la ocasión para glosar las cualidades de la que considera “la mejor ciudad del mundo”. En una brillante exposición, en la que no recurrió a anotaciones, el representante del ayuntamiento de la capital asturiana hizo referencia a la transversalidad de la minería y del sector de los áridos en particular.
El presidente de Afapa, Miguel Alonso, quien enumeró algunas cifras del sector asturiano, en el que operan 41 explotaciones, el 2,3% del total nacional que generan más de seiscientos empleos, 218 de los cuales son directos, valoró muy positivamente la labor realizada por la Administración autonómica.
En la sesión plenaria A, el director general de la FdA, César Luaces, presentó el Plan Estratégico de Áridos 2030. En este bloque temático participaron, entre otros, la directora general de Energía, Minería y Reactivación del Gobierno de Asturias, María Belarmina Díaz Aguado; el presidente de la FdA, Ramón Ruberte, o el presidente del Comité Científico de la Asociación Nacional de Empresarios Fabricantes de Áridos (Anefa), José Luis Parra y Alfaro.
El último de ellos abogó por mejorar la visibilidad del sector para que la sociedad conozca las aportaciones que realiza a la sociedad una “industria esencial”, mientras que Ruberte lamentó la crisis de la demanda que sufre el sector desde “hace quince años”, repasó la coyuntura macroeconómica y destacó que las nuevas exigencias legislativas proponen una transición energética que debe lograrse con la tecnología disponible. En este sentido, solicitó ayudas financieras para que las empresas puedan incorporar a su actividad las herramientas que permitan mejorar su comportamiento medioambiental. El máximo representante de la FdA llamó la atención acerca de las acciones que en el terreno de la RSC está protagonizando el sector de los áridos, entre las que destacó la Fundación Minería y Vida.
Por lo que respecta al Plan Estratégico de Áridos 2030, César Luaces, apuntó que consta de seis ejes, treinta y tres líneas de actuación y ciento cincuenta acciones. Luaces afirmó que cada empresa debe tomar las decisiones que considere adecuadas, denunció la actividad ilegal que desarrollan algunos empresarios que extraen materiales sin ninguna autorización administrativa.
Cristina Rivero Fernández, directora del Departamento de Industria, Energía. Medio Ambiente y Clima de la CEOE, recordó que para llegar a 2030 restan solo ocho años, afirmó que “el papel lo aguanta todo” y lamentó que en el diseño de la legislación comunitaria no se hayan incluido mayores dosis de realismo “porque los medios disponibles no permiten alcanzar los objetivos fijados en los plazos previstos”. De hecho, lamentó que el 50% de las tecnologías para descarbonizar la actividad no existen todavía o no han alcanzado el grado de madurez suficiente para ofrecer los resultados exigidos.
En su intervención, el subdirector general de Minas del Miteco, Daniel Torrejón, aportó un dato muy llamativo: la fabricación de un vehículo eléctrico requiere de una cantidad de minerales seis veces superior a la que se necesita para construir un vehículo con motor de combustión interna.