Entrevista a Xavier Espadaler, profesor del Departament de Biologia Animal, de Biologia Vegetal i d'Ecologia de la Universitat Autònoma de Barcelona
¿Cuál es su especialidad dentro del sector de la biología?
La entomología y, dentro de ella, los insectos sociales. El campo de los mismos es sumamente amplio y, por lo tanto, sólo llego a conocer algo de un grupo concreto de ellos: las hormigas. Y si conocer implica interacción u observación directa, el espectro es aún menor: hormigas de la zona mediterránea. Me está llevando más de 30 años de trato con ellas y sigo aprendiendo cosas que desconocía. Las más de 700 especies que hay, cada una con sus particularidades, son una fuente inacabable de sorpresas.
¿Puede definir qué es el control de plagas?
Toda definición es arriesgada. Supongo que una suficientemente general sería: la aplicación de principios racionales, basados en pruebas, destinados reducir los efectos negativos de la presencia real o potencial, superior a determinados umbrales, de organismos plaga.
¿Qué tipología de insectos son los más invasivos en jardines y cómo se pueden eliminar?
Aquellos cuyas tasas de reproducción son muy rápidas (p.ej. pulgones) o que tienen alguna particularidad biológica (tipo de alimento, hábitat ocupado, capacidad de perjudicar a las personas) que las haga merecedoras de tomar la decisión de controlarlos. Cada problema requiere de un tratamiento específico. Y ahí es donde interviene aquella racionalidad a la que se alude en la pregunta anterior.
¿Qué tipos de plantas son las más visitadas?
Las hormigas suben a las plantas, básicamente, buscando comida. Hay dos fuentes principales: el néctar de las flores y las excreciones de los pulgones y cochinillas (melaza). Ambas substancias les proporcionan una gran cantidad de energía, en forma de azúcares diversos. Un grupo limitado de especies, las granívoras, pueden subir a las plantas buscando semillas maduras.
Si la casa tiene jardín, uno de los primeros pasos es controlar la presencia de pulgones y cochinillas, ya que las hormigas suelen estar asociadas a ellos, ¿está de acuerdo con esta afirmación?
Si lo que uno espera de su jardín es un control total estaría de acuerdo. Si uno acepta un cierto caos, o que algunas flores no lleguen a abrirse, o simplemente prefiere que los procesos naturales sigan su curso, mi decisión sería otra. Pertenezco a la segunda opción y admito que estoy sesgado por preferencias personales.
A grandes rasgos, ¿qué daños puede provocar una colonia de hormigas en un jardín? ¿Qué tipo de semillas comen o dispersan? ¿Cuál es el proceso?
Depende la especie de hormiga. Algunas –las que atienden pulgones; géneros Lasius, Linepithema, Formica- son claramente perjudiciales para las plantas en un jardín de nuestras latitudes, si son numerosas. Las especies granívoras (género Messor) pueden llegar a producir calvas en siembras de césped por lo que si las hay en el jardín, sería conveniente un control previo de las mismas, antes de sembrar. La mayoría de semillas que componen un césped mediterráneo son bien aceptadas por las especies granívoras.
El proceso por el que llegan a ser perjudiciales siempre es el mismo. Alguna obrera encuentra la fuente de comida y, con mecanismos diversos de reclutamiento mediante feromonas, consigue hacer llegar esta información al resto de la colonia. En algunos casos, las hormigas no granívoras actúan como dispersantes de semillas de plantas. En este caso, la planta produce semillas con una carúncula (elaiosoma) rica en grasas, que actúa como desencadenante del transporte de la semilla hacia el hormiguero. Una vez allí, la carúncula es consumida y el resto de la semilla es abandonada dentro o fuera del nido. Ya ha sido dispersada. Hay que imaginar aquella carúncula como un peaje que paga la planta a fin de que la semilla sea transportada a una distancia más o menos lejos de la planta madre. Ejemplos de plantas que tienen este tipo de dispersión son las lechetreznas, la celidonia, el romero, el boj, alguna violetas.
¿Considera apropiado el uso de pesticidas/insecticidas? Actualmente, se encuentran en el mercado algunas formulaciones ecológicas, en forma de cremas inodoras y no tóxicas para los animales domésticos… ¿se ha evolucionado lo suficiente en este campo?
Es una cuestión en parte económica, en parte de opinión personal. Para los agricultores, que dependen de su trabajo, el problema es bien distinto del que puede tener un particular en su jardín. Para aquellos, si optan por un régimen de agricultura convencional, los pesticidas serán casi imprescindibles. En agricultura ecológica, la situación es distinta desde un principio. La legislación especifica mucho los límites de la intervención con productos químicos. Para un particular, puede escoger entre productos de amplio espectro, de actuación indiscriminada frente a insectos, o preferir formulaciones diseñadas para grupos específicos de plagas. El camino en este sentido ya está abierto y es probable que la sensibilidad social vaya en esta dirección: menos pólvora, y más bien dirigida, contra el enemigo. Estoy convencido que hay todavía mucho por explorar en este campo, en la disminución de cantidades de materia activa en los cebos, en el diseño de contenedores de la formulación que limiten el acceso a los organismos de interés, o en los productos que se añadan a las formulaciones para hacerlas más atractivas.
¿Qué consejo puede dar a un jardinero para combatir estas plagas?
El primero, no esperar que con un solo producto, aplicado a mansalva, llegará a eliminar aquello que quiera controlar. Luego, hacerle comprender que la naturaleza tiene mecanismos para controlar –no para eliminar del todo- algunas plagas y que tolerar un cierto nivel de pulgones o cochinillas puede no ser muy grave. Actuaciones de manejo físico de los cultivos, o de plantas ligeramente infestadas, añadidas a un uso prudente de pesticidas, pueden ser mucho más efectivas, económicas y aceptables socialmente, que un uso extensivo y masivo de pesticidas. Un conocido autor en el campo del control biológico llega, irónicamente, a proponer un menú si uno quiere llegar a tener abundancia de plagas: aplicar indiscriminada y repetidamente pesticidas para cada una de ellas. Puede parecer paradójico, pero es cierto.
Usted es el mayor experto en hormigas invasivas y exóticas de la península ibérica, ¿entran nuevas especies procedentes de otros países que pueden desplazar a las hormigas autóctonas?
Cuesta poco ser experto en la docena de especies exóticas que hay en la península. De ellas sólo un par son verdaderamente invasoras. La respuesta, aplicada a ambientes urbanos o muy modificados por actividades humanas, es un sí, rotundo. El ejemplo más antiguo lo tenemos con la hormiga argentina (Linepithema humile), que llegó en 1890 a Portugal, se detectó en 1916 en España y ahora se encuentra en toda la periferia penínsular. Un caso reciente, limitado en extensión, es el de la hormiga de jardín invasora (Lasius neglectus), detectada hasta ahora sólo en Cataluña, donde llegó hace aproximadamente 25 años. En las zonas donde hay estas dos especies, las otras hormigas autóctonas tiene más bien perdida la guerra. Lo que ya no es cierto, salvo muy contadas excepciones (en Baleares o en una zona determinada de la Costa Brava, p.ej.), es que puedan invadir lugares en los que se mantenga la fauna local de hormigas en buen estado. De todas formas, el principio a aplicar es el de la prudencia, ya que una especie exótica que no es actualmente invasora, puede llegar a serlo si cambian las circunstancias en las que vive. No hay que estar alarmados, pero sí alerta.
¿Puede convertirse en un problema si no se toman medidas?
Ya lo son. La mayoría de quejas que llegan son de personas que tienen ‘la casa invadida por hormigas’. Si consigo que traigan una muestra, casi invariablemente son hormigas argentinas. Entonces, el problema es de difícil solución pero no imposible. Pasa por aceptar perder una parte del ‘verde’, del césped regado, de plantas que se encuentren junto a, o en la casa, y que produzcan néctar o tengan pulgones. Xerojardinería es el nombre. Si regamos (=humedad) en verano (=calor) estamos creando un clima que es, funcionalmente, tropical. A nadie le debería sorprender que, si la ocasión se presenta, aquello sea ocupado por una especie de origen tropical.
¿En qué estudios se haya inmersa la UAB actualmente?
Entiendo que debo limitarme a responder por mí mismo. Hay varias líneas de trabajo. Desde 2002, estamos estudiando la comunidad de artrópodos de un campo de mandarinos en régimen estricto de cultivo ecológico. Tenemos árboles a los que privamos el acceso de hormigas y árboles control. Hay pulgones y cochinillas en todos ellos, cierto, pero también una enormidad de insectos y arañas que se los zampan. La finalidad del estudio es comprender los mecanismos de regulación de las comunidades de artrópodos: ¿quién come a quién, y cuando lo hacen a lo largo del año? ¿Quién regula los pulgones al llegar las primeras hembras fundadoras? ¿Quién los controla cuando hay los máximos de población en junio? ¿Hay efectos en la producción de mandarinas?
Otra línea de trabajo es avanzar en el conocimiento de la biología de Lasius neglectus (http://www.creaf.uab.es/xeg/Lasius/Espanol/indice.htm). También saber en qué medida los tipos de vegetación (pinares, encinares, praderas, matorral, garriga) condicionan las comunidades de hormigas que los habitan; o cómo el fenómeno de la fragmentación de bosques afecta la riqueza y composición en especies de hormigas que hay en los fragmentos. Subyacente a todo ello, es el estudio de las hormigas mediterráneas, en el sentido más amplio posible del término ‘estudio’. De hecho, cualquier aspecto relacionado con hormigas me interesa; también su posible control. Y el tiempo me falta.