Los cereales, protagonistas de las VI Jornadas Genvce celebradas en Madrid
Los cereales se erigieron en los grandes protagonistas de la sexta edición de las Jornadas de Transferencia e Innovación en Cultivos Extensivos de Invierno, que tuvieron lugar en Madrid, del 9 al 11 de mayo, bajo la organización del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), el Grupo para la Evaluación de Nuevas Variedades de Cultivos Extensivos de España (Genvce) y la Oficina Española de Variedades Vegetales.
Se trata de una cita itinerante que incluye un amplio y variado programa de conferencias técnicas, junto a una ‘feria’ en campo con pequeñas parcelas de cultivos experimentales y más de una treintena de carpas donde las empresas patrocinadoras ofrecían información de sus productos.
Esta vez, después de celebrar las ediciones anteriores en diferentes puntos de la geografía española, fue el propio Mapama quien decidió asumir la organización y poner a disposición del evento el Centro Nacional de Capacitación Agraria (Cenca), en San Fernando de Henares, y abrió las puertas del Centro de Recursos Fitogenéticos (CRF), en Alcalá de Henares. El broche final se puso con la visita al Banco de germoplasma de César Gómez Campo, ubicado en la Escuela de Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid.
Intercambio de conocimientos
Genvce 2018 lo inauguró el secretario general de Agricultura y Alimentación, Carlos Cabanas, que valoró el papel del Grupo, al poner en común el esfuerzo de muchos profesionales de las comunidades autónomas, del Ministerio y del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) para ahondar en el conocimiento de las últimas variedades que se incorporan al mercado. Una información, señaló, de gran utilidad para los técnicos a la hora de recomendar a los agricultores las variedades que mejor se adaptan a sus condiciones agroecológicas.
A su juicio, Genvce constituye uno de los mejores ejemplos de transferencia del conocimiento desde el lugar donde se produce, que es en las empresas y centros públicos de investigación donde se llevan a cabo los programas de mejora genética vegetal, hasta los usuarios finales.
Destacó la labor del sector de los cereales para adaptarse a los gustos y demandas de los consumidores e instó a apostar por la calidad y la diferenciación del producto y a reforzar los nexos entre los distintos eslabones de la cadena productiva. Apuntó la conveniencia de impulsar las producciones bajo contrato con la industria agroalimentaria, buscando la mayor colaboración entre productores e Industria, lo que considera beneficioso para todos.
Cabanas incidió en la importancia de la semilla certificada como una inversión a futuro, ya que ofrece los más altos estándares en términos de porcentaje de germinación, de pureza varietal y de sanidad.
Cambio climático
Fue el eje sobre el que giraron las intervenciones de la primera jornada. Su influencia en el cultivo de cereal en España se puso de manifiesto en un ejemplo con trigo duro, explicado por María Teresa Nieto-Taladriz, científico del INIA. Valentín López, de la firma Ragt Ibérica, explicó cómo en cebada se ha reducido entre ocho y diez días el ciclo desde floración a madurez fisiológica del grano.
Finalmente, María José Alonso, subdirectora adjunta de Cultivos Herbáceos e Industriales del Mapama, abordó si el cambio climático es un reto o una oportunidad para la agricultura. Admitió que es parte del problema al ser una generadora de gases contaminantes, pero a la vez sufre su impacto y termina siendo parte de la solución en su faceta de sumidero.
Los cuatro ponentes de la tarde presentaban perfiles más heterogéneos. Desde la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), Ignacio Solís Martel analizó las aportaciones e implicaciones de la mejora genética para incrementar la producción y calidad de las variedades de trigo blando en los últimos 50 años. Antonio Catón, director de Cultivos Herbáceos de Cooperativas Agro-alimentarias de España.
Semilla certificada
La segunda jornada se abrió con la intervención de Fernando Bagües, presidente de la de la Asociación de Empresas Productoras de Semillas Selectas (Aprose). Subrayó que la semilla certificada “no es cara” y reivindicó su papel “como primer eslabón de la cadena alimentaria”. Indicó que “una agricultura sostenible y comprometida con la producción de materias primas seguras debe utilizar siempre semilla de la mejor calidad, sometida a controles y que ofrezca garantías”.
La investigadora Ana Belén Martín-Diana atendió a las preguntas formuladas por los asistentes.
A continuación, Ana Belén Martín-Diana, investigadora del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL), dedicó su intervención a las ‘Nuevas harinas para los nuevos retos de la Industria Agroalimentaria’. Afirmó que cereales y pseudocereales como la avena, quinoa y chia ofrecen muchas ventajas y abren nuevas posibilidades de mercado. Doctora en Bioquímica y Variedades Vegetales, observa un cambio en la demanda de los consumidores y considera que la industria de transformación reclama nuevas harinas. Todo ello para responder a la exigencia creciente de comer “alimentos de calidad”.
CRF: la investigación al servicio de la mejora varietal de semillas
Por la tarde, los asistentes a las jornadas tuvieron la oportunidad de visita el Centro de Recursos Fitogenéticos (CRF) que el Mapama tiene en Alcalá de Henares (Madrid), donde se conservan principalmente variedades tradicionales, aunque también mantienen otras calificadas como obsoletas, es decir, que en su momento estuvieron inscritas en Registros.
“Es imprescindible conservar y conocer toda la variabilidad de las especies cultivadas y especies relacionadas para poder utilizarlas en planes de mejora”. El equipo de técnicos que dirigió el recorrido por las instalaciones interiores y exteriores explicó que cada vez se está concediendo más importancia a la conservación de poblaciones de especies silvestres, que ayudan a localizar genes resistentes a plagas y enfermedades.
La visita al CRF incluyó una pequeña demostración de vuelo de drones, protagonizada conjuntamente por AgroMapping, empresa consultora capaz de generar mapas de cultivo y realizar análisis e interpretaciones. “Somos agrónomos, no ‘los de los drones’”, dejó claro el representante de la empresa, Fran García.
El aparato en sí lo aporta la firma Tileo Agro, que dispone de varios modelos en función de las necesidades de cada explotación. Hay drones que vuelan con una sola cámara y otros que incorporan hasta tres que son capaces de cubrir 1.000 hectáreas en 4 horas.