Nuevo modelo para predecir los efectos de la subida del nivel del mar en la producción de arroz
La producción de arroz es una de las actividades económicas prioritarias del Delta de l’Ebre y podría disminuir un 10% a finales de siglo. Para analizar este hecho, el IRTA ha elaborado un modelo que predice los efectos de la subida del nivel del mar en la producción de arroz para 2100 según distintos escenarios.
El 65% de la superficie del Delta del Ebre está destinada a la agricultura intensiva de este cereal, conformando el paisaje propio de la zona que sirve de hábitat para numerosas aves migratorias y ofrece un atractivo turístico único. La subida del nivel del mar a causa del calentamiento global pone en una situación de vulnerabilidad al Delta, debido a la poca elevación del terreno, al hundimiento natural y a la disminución de la entrada de sedimentos. El incremento del nivel del mar induce a la inundación costera y a la salinización del suelo.
Por sus características, el Delta de l’Ebre puede servir de referencia para otras zonas deltaicas sobre cómo dar respuesta a estos desafíos y, con este propósito, investigadores del IRTA pertenecientes el Programa de Ecosistemas Acuáticos, ubicado en Sant Carles de la Rápita, han desarrollado un modelo para generar predicciones de futuro sobre el impacto de la salinidad, debida al aumento del nivel del mar, en la producción de arroz y ofrecer así una herramienta para tomar decisiones sobre estrategias de adaptación.
Concretamente, el modelo de producción de arroz y efecto del cambio climático forma parte de la tesis doctoral de Ana Genua Olmedo, investigadora de Ecosistemas Acuáticos del IRTA, cuyo objetivo general es “analizar los impactos de la subida del nivel del mar en zonas costeras, usando el Delta de l’Ebre como ejemplo, y proponer medidas de adaptación para mitigar dichos impactos”.
Tal y como afirma la propia Ana Genua, “la salinidad del suelo es el principal factor limitante de la producción de arroz. Esta limitación responde a una explicación fisiológica basada en el cierre de los estomas de la planta cuando existe una alta salinidad en el suelo, impidiendo la respiración de la planta del arroz”, hecho que está provocando pérdidas cada vez mayores en las cosechas.
Funcionamiento del modelo
Como expone Ana Genua, “para la construcción del modelo se han realizado diferentes acciones”. En primer lugar, se llevó a cabo una recopilación de los datos disponibles en las zonas de estudio, haciendo mediciones de salinidad de suelo de 1.400 arrozales, realizadas por las Agrupacions de Defensa Vegetal de Catalunya, y desarrollando una cartografía de la zona basada en Sistemas de Información Geográfica, “por ejemplo, un modelo digital de elevación del terreno de 1x1 m de resolución espacial proporcionado por el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC)”. En segundo lugar, se hizo una estimación de la salinidad del suelo: “Mediante técnicas estadísticas, se estudió la relación entre los datos anteriores con la salinidad del suelo, y se identificaron las variables que influyen en la salinidad. Según los resultados del modelo, la variable más importante fue la elevación”.
En tercer lugar, se estimó la producción de arroz “realizando encuestas a los agricultores locales para obtener datos de producción de arroz y, mediante técnicas estadísticas, se estudió la relación entre la salinidad del suelo y la producción de arroz”. En cuarto y último lugar, se hizo una estimación de la variación de la salinidad del suelo y la producción de arroz bajo diferentes escenarios de subida de nivel del mar. De este modo, “el modelo estima la salinidad del suelo y la producción de arroz bajo diferentes escenarios de subida de nivel del mar, desde el 2030 hasta el 2100, en intervalos de 10 años”, sentencia Genua.
El modelo prevé que si se mantiene el ritmo de calentamiento global actual, la productividad del arroz descendería un 10% en 2100 si el nivel del mar subiera 0,73 m, situación que podría darse con una probabilidad del 66%. En el escenario más pesimista definido por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la temperatura aumentaría 4,8 °C a finales de este siglo y el nivel del mar subiría 0,90 m, un cambio que se acentuaría en la segunda mitad de siglo y que podría resultar irreversible. Según esta predicción, el 50% de las áreas deltaicas quedarían bajo el nivel del mar. Como detalla Genua, “en el modelo también se han incluido escenarios de subida del nivel del mar más extremos y poco probables que pronostican un aumento del nivel del mar de 1,8 m”. Las pérdidas de producción para este caso alcanzarían un 30% para el 2100.
Además, el modelo muestra un gradiente de salinidad del suelo a lo largo del Delta de l’Ebre y, como expone Ana Genua, “este gradiente salino marca a su vez la producción de arroz: los arrozales más próximos a la costa se ven más afectados por la intrusión salina marina y son menos productivos que los arrozales localizados cerca del río en zonas más elevadas”.
En un artículo publicado recientemente en la revista ‘Science of the Total Environment’, los investigadores del IRTA advierten que en esta proyección extrema, el cultivo de arroz en el Delta de l’Ebre podría resultar inviable a finales de siglo, incluso manteniendo las ayudas económicas de la Unión Europea.
Vinculación con el proyecto RISES-AM
El modelo, a su vez, se enmarca dentro del proyecto europeo RISES-AM ‘Respuesta de las costas al cambio climático: estrategias innovadoras para adaptarse a escenarios extremos’, dentro del Séptimo Programa Marco (FP7) financiado por la Unión Europea, y en el que participan los investigadores del IRTA. En palabras de Ana Genua, “el objetivo principal del proyecto es analizar los posibles impactos de los escenarios pesimistas de cambio climático en las costas más vulnerables, como los deltas, estuarios, ciudades portuarias e islas que se encuentran a nivel del mar, y proponer medidas innovadoras para adaptarse a esta situación” y matiza que “la pérdida de productividad predicha por el modelo varía en función del escenario de subida de nivel del mar considerado”.
Consecuencias de la disminución de la producción
Como destaca Genua, “la disminución de la producción de arroz en el Delta de l’Ebre tendría consecuencias culturales, económicas y ecológicas”. El cultivo del arroz en la zona se remonta a mediados del siglo XIX y, actualmente, “se dedican cerca de 21.000 hectáreas al cultivo del arroz, lo que supone aproximadamente el 67% de la superficie del Delta de l’Ebre, constituyendo así una de las principales actividades económicas de la zona”. Además, Genua señala el importante papel que juegan los arrozales: “Pese al elevado grado de intervención humana y de considerarse un sistema artificial, los arrozales juegan un papel ecológico de gran importancia en la zona, sobre todo en el mantenimiento de las poblaciones de aves”. Por lo tanto, y como concluye, “la pérdida de la producción de arroz no sólo tendría un impacto económico directo en la zona debido a la pérdida de la productividad, sino que podría tener graves consecuencias en la diversidad y ecosistemas del Delta de l’Ebre, afectando a otras actividades económicas como el turismo ecológico”.
Adaptación del entorno y de la agricultura al nuevo escenario
Se han valorado distintas estrategias que permitan reducir el impacto de la intrusión salina en el Delta, como son el aumento del bombeo de agua, la construcción de guardas costeras en las bahías o la aportación de sedimentos. El proyecto LIFE EBROADMICLIM, liderado también por investigadores del Programa de Ecosistemas Acuáticos del IRTA y financiado por la Unión Europea, trabaja en la propuesta de acciones de adaptación y mitigación del Delta de l’Ebre al cambio climático basadas en la recuperación del aporte de sedimentos del río y en la generación de materia orgánica en los arrozales para combatir la pérdida de elevación respecto al nivel del mar. Una aproximación innovadora que tiene por objetivo establecer medidas dirigidas especialmente al sector arrocero. No obstante, la salinización de los deltas es una realidad, y la agricultura tendrá que adaptarse a las nuevas condiciones.
En este sentido, el IRTA forma parte del proyecto NEURICE, un proyecto con financiación europea, coordinado por la Universidad de Barcelona en colaboración con centros de investigación y empresas de seis países. Como señala Elisabet Garriga, del departamento de comunicación del IRTA, “este es un proyecto que busca desarrollar nuevas variedades de arroz tolerantes a la salinidad. En Asia existen variedades tropicales de arroz altamente tolerantes a la salinidad, pero que no pueden cultivarse en el clima mediterráneo”. Es por ello que, a partir de técnicas tradicionales de mejora vegetal, “la Universidad de Barcelona está cruzando estas líneas con líneas europeas, con el objetivo de conseguir variantes de arroz autóctonas con capacidad de resistencia a la salinidad”. Elisabet Garriga concluye que, por su parte, “el IRTA estudia el comportamiento agronómico de las variedades obtenidas en arrozales del Delta de l’Ebre para identificar aquellas que se adapten mejor a las condiciones de la zona y puedan tener más salida comercial”.