La biomasa forestal y agrícola evitaría la emisión de 240.000 toneladas anuales de CO2 en la Comunidad Valenciana
14 de enero de 2013
Energía potencial
La iniciativa Biomer ha permitido evaluar el impacto de distintos residuos como energía renovable y analizar las principales tecnologías de transformación energética, concluyendo que los residuos biomásicos procedentes de la industria forestal y la cáscara de arroz son los susceptibles de aportar estos recursos, excluyéndose podas de jardinería y lodos de depuradora, entre otros a estudio.
Como se describe, la investigación ha evaluado la calidad de los residuos óptimos y el análisis del ciclo de vida en su implicación medioambiental en las etapas del pélet: obtención de la materia prima, producción, uso, tratamiento final, reciclado, y valorización final. Los resultados revelan que la mayor contribución a la reducción del impacto ambiental se produce en la etapa de valorización energética, seguida de la etapa de fabricación de los propios pélets. Al tiempo, los investigadores han realizado un análisis de tecnologías de conversión energética comparando técnicas, rendimientos y costes de los biocombustibles, y han elaborado un diseño de automatización y modelado de una planta piloto de biomasa.
Los especialistas apuntan, tras los resultados obtenidos, soluciones similares a los distritos de calor (district heating) como opciones viables de aprovechamiento de esta biomasa para cubrir las necesidades térmicas y eléctricas de una zona concreta de población asociada a tal fin, como pudiera ser una red de urbanizaciones y su municipio, o un sistema mixto pequeña industria-consumo doméstico, detallan.
Los investigadores indican, además, que la Comunidad Valenciana obtendría un importante beneficio socioeconómico y medioambiental de la puesta en marcha de este sistema “ya que el uso como energía de estos residuos contribuiría significativamente a los objetivos fijados por el Plan de Acción Nacional en materia de Energías Renovables 2011-2020”, precisan.
Este proyecto ha sido financiado por la Generalitat Valenciana a través del Instituto de la Mediana y Pequeña Industria Valenciana (Impiva) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), dentro de del Programa de Proyectos de I+D en Colaboración.