Los precios de las clementinas caen un 50% mientras los costes han crecido un 19% en dos décadas
11 de noviembre de 2010
El investigador atribuye tal hecho a la incapacidad negociadora del comercio citrícola frente a una demanda cada vez más concentrada pero también a la excesiva dependencia del mercado comunitario (al que se dirigen el 93% de las exportaciones) y a la creciente competencia en precio provocada por los acuerdos de la UE con terceros países mediterráneos. Ante tal situación, Caballero augura que en breve solo quedarán dos perfiles de propietarios: los profesionales, con explotaciones dimensionadas y los ‘neutros’, que solo podrán aspirar a cubrir mínimamente sus costes de producción. “Las políticas se tienen que dirigir a garantizar la supervivencia de estos últimos porque, una vez comprobado que es complicado concentrar la propiedad, hay que incentivar la mecanización de estas explotaciones y hay margen para la mejora en pequeñas parcelas, incluso a partir de 10 hanegadas”.
Por su parte, Jenaro Aviñó, director de Ava-Asaja y colaborador en el reciente dictamen del Comité Económico y Social Europeo (CESE) sobre la cadena alimentaria, detalló el estado del debate iniciado en la UE sobre los cambios legales necesarios para, entre otras metas, equilibrar la capacidad negociadora de los agricultores con la gran distribución. Tras avanzar que Bruselas tiene previsto implantar tales medidas en 2014, Cristóbal Aguado, presidente de Ava-Asaja, reclamó acelerar su tramitación porque “en tres años el proceso de abandono de campos podría ser ya irreversible”.
Por último, Raúl Compés, profesor de la UPV de Economía Internacional, abordó las ‘Estrategias para afrontar los grandes desafíos de la agricultura’. El doctor vinculó el futuro del campo a cuestiones demográficas y advirtió que para alimentar a los 9.100 millones de personas que habitarán el planeta en 2050 será necesario aumentar la producción un 70%, la superficie cultivada entre un 10 y un 20% y los rendimientos un 80%. Compés coincidió con Caballero en la necesidad de reclamar medidas para estabilizar los mercados e incluso proteger a los agricultores de la competencia desleal de terceros. En este sentido, el profesor destacó dos tendencias que pronto se consolidarán en el etiquetado: la ‘huella de carbono’ que informa sobre las emisiones de gas de efecto invernadero generadas para la elaboración y transporte del producto así como el ‘Food miles’, que indicará la distancia a la que la comida es transportada desde su lugar de producción al de comercialización.