El objetivo es la protección de las variedades tradicionales, promover su utilización como material valioso en la mejora de caracteres como el sabor y prevenir la pérdida de agrodiversidad
Hortifres, una iniciativa para la valorización de variedades tradicionales de judía y tomate
Según la última estimación de macromagnitudes agroalimentarias del MAGRAMA (enero 2016), durante el año 2015 en España, el cultivo de tomate fue el de mayor producción y consumo con 5 millones de toneladas y 582 millones de kg (14,1 kg por año y persona), respectivamente; el valor económico fue de 854 millones de €. Por su parte, la producción del cultivo de judía rondó las 188.000 toneladas y un consumo de 99 millones de kg (2,4 kg por año y persona), lo que supuso un valor de 254 millones de €.
1. Importancia de los cultivos hortícolas de tomate y judía en el sector agrícola español
1.1. Importancia económica y distribución geográfica
El tomate sigue siendo la principal hortaliza exportada por España, pero sus exportaciones retroceden en valor (-1,76%), totalizando 962 millones de euros y un volumen de 949.998 t (-1.81%). En cambio, la judía aumenta ligeramente tanto en valor (+1,00%), con 34 millones de euros, como en volumen (+1,00%), 21.172 t.
En cuanto a los mercados de destino, el 93% de las exportaciones se destinaron a la UE, que crecieron un 13%. Brasil es el primer mercado en América, con 89 millones de euros (+26%), seguido de Estados Unidos (+67%). Las exportaciones en el resto de países se mantuvieron en valores muy bajos durante el año 2015, poniendo en evidencia la necesidad de impulsar la apertura de nuevos mercados. En este sentido, la tendencia creciente que está siguiendo la exportación hortícola, no sólo en volumen sino también en valor, hace previsible que la importancia de este sector en la producción agraria se incremente en el futuro.
El sector hortofrutícola para estos cultivos se encuentra presente de forma significativa en la mayoría de las Comunidades Autónomas de España, aunque en judía, el ranking lo encabeza Andalucía, con 75.000 toneladas, por delante de Galicia, con 46.000 toneladas. La producción de tomate se reparte especialmente entre dos comunidades autónomas: Andalucía y Extremadura, con 1,6 y 1,9 millones de toneladas, respectivamente. Más lejos queda Murcia (378.000 t), Navarra (182.000 t) y Galicia (46.000 t), tal y como muestra la figura 1.
Fig. 1. Análisis provincial de la producción (en t) de los cultivos de tomate (A) y judía verde (B). Fuente: MAGRAMA.
1.2. Formas de producción y ciclos de cultivo
En la judía, es frecuente tanto el trasplante de la plántula procedente del semillero, que predomina en el ciclo de primavera debido a que se realiza con bajas temperaturas, como la siembra directa de la semilla del ciclo de verano. Suelen realizarse frecuentemente dos ciclos de cultivo cada año, con siembra otoñal y a continuación siembra de primavera, aunque también se puede añadir un ciclo más corto de verano. La siembra de otoño se realiza desde finales de agosto a mediados de octubre, mientras la de primavera tienen lugar a partir de mediados de noviembre hasta mediados de enero (Fig. 2A). En tomate, los ciclos de cultivo más habituales corresponden al ciclo de otoño y primavera, además de un ciclo largo que se siembra en agosto (Fig. 2B).
2. El factor variedad
2.1. Variedades cultivadas comercialmente
Existen múltiples modos de clasificar las variedades de tomate cultivadas, una de ellas es de acuerdo al destino de la producción, consumo en fresco y para industria. Las variedades para consumo en fresco se clasifican según la forma del fruto (Reglamento de la Unión Europea 790/2000, del 14 de abril del 2000) en 4 tipos: redondos lisos (Fig. 3A), asurcados (Fig. 3B), oblongos o alargados, también denominados tipo pera (Fig. 3C), y tipo cereza o cherry, en el cual se pueden incluir el denominado tipo cóctel (Fig. 3D). Respecto a la judía verde, la gran mayoría de las variedades que se cultivan con destino a la industria son de crecimiento determinado o mata baja, mientras que con destino al mercado fresco, lo habitual es emplear variedades de crecimiento indeterminado o enrame, si bien puede haber ocasiones en las que se justifique el uso de variedades de crecimiento determinado. A su vez se clasifican por la sección de la vaina, en planas (Fig. 3E) y redondas (Fig. 3F), y por el color de la vaina, en verdes, amarillas, moradas, y jaspeadas (Fig. 3G).
Fig. 3. Clasificación de las variedades cultivadas de tomate y judía verde. Variedades de tomate para consumo en fresco: A) redondo-liso, B) asurcado, C) oblongos o alargados, tipo pera y D) cereza o cherry. Variedades de judía verde: E) planas, amarillas y verdes, F) redondas amarillas, verdes y moradas, y G) planas jaspeadas.
2.2. Variedades tradicionales: evolución natural e innovación varietal
España posee un valioso patrimonio de variedades tradicionales de tomate y judía, fruto de la adaptación a variadas condiciones agroclimáticas, por una parte, y de la selección diferencial aplicada por los agricultores por la otra, quienes tuvieron en cuenta la producción y la calidad de fruto como factores destacados (Casquero et al. 2006; Pérez-Barbeito et al. 2008; Rodiño et al. 2009; Cortés-Olmos et al. 2014). Todas ellas forman parte inseparable de nuestra cultura, a la que se han asimilado perfectamente, y constituyen uno de los pilares más sólidos de la denominada dieta mediterránea. Las variedades tradicionales tienen dos características que les dan un valor añadido: por una parte, se trata de variedades bien adaptadas a unas determinadas condiciones edafo-climáticas, las propias de la zona donde se suelen cultivar, y por otra, poseen excepcionales cualidades organolépticas y nutricionales (Bai y Lindhout 2007). Hoy sabemos que algunas variedades tradicionales superan a los cultivares modernos en sabor, resistencia a condiciones de estrés biótico y abiótico, así como en calidad global. Todos ellos son caracteres complejos que dependen de la interacción de multitud de factores y rasgos concretos controlados a su vez por uno o varios genes.
Conscientes de la importancia que estas variedades locales tienen en la protección de la biodiversidad agrícola, así como de sus condiciones propicias para fomentar una agricultura sostenible, el proyecto Hortifres inició en el año 2012 un estudio con el fin de recuperar y evaluar las potencialidades y limitaciones de las variedades tradicionales de judía y tomate. Se pretendía identificar y seleccionar variedades promisorias, con potencial comercial, ya sea porque constituyan una novedad para el consumidor, o porque dichas variedades incorporen características favorables (sabor, textura, resistencia a patógenos, etc.) que puedan suponer ampliar el periodo de oferta o abrir nuevos mercados, entre otros. En la actualidad, existe una necesidad en mantener el sabor original y la calidad de fruto ligados al territorio en este proceso de diferenciación, como una forma de preservar nuestra identidad agraria y cultural, tal y como se plantea en Hortifres.
El primer objetivo del proyecto se enfocó en la documentación de las características medioambientales de las regiones donde se cultivan las variedades tradicionales de tomate y judía verde, así como en la multiplicación de sus semillas para su conservación en condiciones controladas de temperatura y humedad. De esta manera, el Banco de Germoplasma del Grupo de Biología de Agrosistemas de la Misión Biológica de Galicia-CSIC (BAS-MBG-CSIC), y el Grupo de Genética y Fisiología del Desarrollo Vegetal de la Universidad de Almería conservan más de 200 variedades locales de judía y tomate de diferentes provincias de España y Portugal, que representan a los tipos cultivados mencionados anteriormente (Fig. 4).
Fig. 4. Distribución de las variedades de tomate y judía verde conservadas en el banco de germoplasma BAS-MBG-CSIC por comunidades españolas.
Los investigadores de Hortifres han evaluado la variabilidad fenotípica y genética de las variedades conservadas, lo que ha permitido distinguirlas de las variedades comerciales e identificar posibles duplicados. Entre las actividades realizadas, se documentó fotográficamente cada una de las variedades, utilizando caracteres relacionados con la arquitectura de planta, forma de la hoja, floración y producción de frutos (Fig. 5). Conjuntamente, la información recogida en este proyecto se ha almacenado en bases de datos, lo cual permitirá el intercambio de conocimientos que serán de gran utilidad tanto para los mejoradores como para los agricultores y asociaciones agrarias interesadas.
A su vez, como parte de los objetivos de Hortifres, se desarrolló un proceso de mejora para poner en valor las variedades tradicionales con el fin de proporcionar a los agricultores nuevas variedades mejoradas más competitivas y rentables, pero que a su vez mantengan las características que han adquirido durante siglos de selección. En este sentido, y a la hora de abordar la recuperación del cultivo de estas variedades hortícolas, nos planteamos dos objetivos de mejora: productividad y calidad organoléptica (Tabla 1). La evaluación de estos caracteres nos ha permitido comprobar que existe suficiente variabilidad conservada en las variedades tradicionales de ambos cultivos, más de la que inicialmente se suponía; por tanto, sería posible iniciar un programa de mejora de selección intravarietal acorde a la demanda de consumidores y de los diferentes mercados (Fig. 6).
En la actualidad se dispone de líneas de mejora con buenas características de productividad y calidad. A modo de ejemplo, en tomate destaca SOL-0009-8, una variedad precoz, que produce frutos de gran calibre y excepcional calidad organoléptica (Fig. 7A), y la línea de judía PHA-0666-28, precoz en primera flor y en el inicio de producción de vaina, y cuyas características agronómicas y de calidad de fruto la hacen muy adecuada para su consumo en fresco (Fig. 7B).
Hortifres logrará con estos objetivos y el material desarrollado una valorización de estos productos en los mercados europeos, junto con la protección de las variedades tradicionales, previniendo su continua sustitución por cultivares modernos más productivos y resistentes pero a menudo menos sabrosos.
Agradecimientos
Este trabajo fue financiado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (RF2012-C00026-C02-01 y RF2012-C00026-C02-02). Los autores agradecen a la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (SENESCYT) de Ecuador la ayuda concedida a L. Godoy, así como al CeiA3 y al Contrato Programa de la Xunta de Galicia por el apoyo recibido durante la ejecución de este trabajo.
Referencias
- Bai Y, Lindhout P. 2007. Domestication and Breeding of Tomatoes: What have We Gained and What Can We Gain in the Future? Ann Bot 100 (5): 1085-1094.
- Casquero PA, Lema M, Santalla M, De Ron AM. 2006. Performance of common bean landraces from Spain in the Atlantic and Mediterranean environments. Genetic Resources and Crop Evolution 53: 1021-1032.
- Cortés-Olmos C, Leiva-Brondo M, Roselló J, Raigón MD, Cebolla-Cornejo J. 2014. The role of traditional varieties of tomato as sources of functional compounds. Journal of the Science of Food and Agriculture 94 (14): 2888-2904.
- Pérez-Barbeito M, González AM, Rodiño AP, De Ron AM, Santalla M. 2008. Effects of planting season and plant cultivar on growth, development, and pod production in snap bean (Phaseolus vulgaris L.). Australian Journal of Agricultural Research 59: 1121-1129.
- Rodiño AP, Monteagudo AB, De Ron AM, Santalla M. 2009. Ancestral landraces of common bean from the South of Europe and their agronomical value for breeding programmes. Crop Science 49: 2087-2099.
- Reglamento (CE) 790/2000 de la Comisión de 14 de abril de 2000 por el que se establecen las normas de comercialización de los tomates.