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Relación entre la alimentación, el comportamiento de alimentación y el bienestar de los terneros en cebo

Alfred Ferret Quesada. Servicio de Nutrición y Bienestar Animal (SNiBA), departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos. Universitat Autònoma de Barcelona.

20/06/2023
Existe una relación entre lo que comen nuestros terneros, cómo lo comen, el entorno ruminal de estos animales y su estado de bienestar. Esta interrelación debería tenerse en cuenta si se quiere mantener un modelo productivo que esté más en sintonía con un consumidor cada vez más exigente en cómo tratamos a nuestros animales.

Los programas de alimentación utilizados en el cebo de terneros se basan en el uso de concentrados y paja de cereal que se consumen teóricamente en una proporción cercana a la relación 90:10. La ingestión de elevadas cantidades de concentrado incrementa el riesgo de incidencia de acidosis ruminal subaguda, definida como periodos de pH ruminal moderadamente bajos, normalmente sin claros signos visuales, pero reduciendo los resultados productivos.

Este trastorno digestivo está asociado al bajo consumo de fibra y alto en energía, y un entorno ruminal que no se mantiene en un rango fisiológico. Es necesario recordar la obviedad que el ternero es un animal rumiante que requiere forraje en su alimentación para maximizar la producción y mantener su salud favoreciendo un entorno estable en el rumen. La habilidad del forraje en estimular la masticación es un hecho relevante ya que existe una relación entre esta masticación y el flujo salivar de substancias tampón necesarias para neutralizar los ácidos de la fermentación ruminal.

El objetivo de este artículo es el de resumir los trabajos realizados en los últimos años en el grupo de investigación Nutrición Animal, Manejo y Bienestar y el Servicio de Nutrición y Bienestar Animal para poner de manifiesto la relación existente entre la alimentación y su manejo, el comportamiento de rumia, el pH ruminal y el bienestar de los terneros durante el cebo intensivo.

Alimentación, comportamiento de alimentación y características del rumen de los terneros en el cebo intensivo

El sistema de cebo que se introdujo en nuestro país en la segunda mitad del siglo pasado se semejaba al sistema “barley beef” que practicaban los británicos, al usar animales recién destetados y llevarlos al peso de sacrificio usando una alimentación basada en el uso de concentrados de una elevada densidad energética y algo de forraje para mantener el buen funcionamiento del rumen. En este sentido es parecido al modelo de finalización de los terneros en los “feedlot americanos” que también utilizan concentrados y algo de forraje, aunque durante menos tiempo. En nuestro caso, tanto el concentrado como la paja de cereal, usada como fuente de forraje, se distribuyen en comederos separados y dejando que los animales los ingieran ad libitum.

Los estudios experimentales realizados, en los que se ha hecho el control de animales alimentados con el método mencionado, ya sea alojados de forma individual o bien en grupo, nos ha permitido registrar los datos de ingestión, el comportamiento de alimentación y las características del rumen de estos animales. Estos estudios involucraron un total de 133 terneras con un peso medio inicial de 164 + 25,8 kg (media + error estándar) y final de 300 + 28,7 kg, consumiendo un concentrado con un contenido medio de cereales del 65%, un consumo medio de materia seca total de 6,5 + 0,55 kg, un consumo de agua de 25 litros y una ganancia media diaria de 1,3 0,05 kg.

Explotación ganadera. Terneros de cebo. Autor: Alfred Ferret

Explotación ganadera. Terneros de cebo. Autor: Alfred Ferret.

La proporción media de concentrado ingerido fue del 92%, cercana al 90% inicialmente comentado. Sin embargo, está proporción media se movió entre los márgenes del 88 al 96%, en función de la edad y la raza de los animales. En el caso de la edad, unas terneras cruzadas con 100 kg de peso vivo inicial empezaron consumiendo una proporción de concentrado del 95%, mientras que la proporción fue del 92% al llegar a los 230 kg. En el caso de la raza, animales entre los 250 y los 360 kg de peso vivo, la proporción de concentrado fue del 89% para unas terneras Holstein y del 96% para unas terneras Simmental, por tanto, debido a la función de mantenimiento de la salud ruminal del animal por parte de la fibra aportada por la paja, estas variaciones deberían tomarse en consideración.

En este sentido, es interesante valorar el comportamiento de alimentación de estas terneras. El tiempo que dedicaron a diario a comer fue de 139 + 9,8 minutos, a beber de 28 + 2,3 minutos y a rumiar de 309 + 18,4 minutos. Ahora bien, si tenemos en cuenta los datos de los animales que consumieron los alimentos con una relación concentrado:paja del 90:10 y los comparamos con aquellos en los que la relación fue del 96:4, los valores de los tres comportamientos (comer/beber/rumiar) fueron de 150/30/331 minutos, para los primeros, y de 98/22/264 minutos, para los segundos.

El último aspecto por considerar es el de las características fermentativas del rumen de estos animales. El rumen presentó una relación media de acetato:propionato de 1,8 + 0,24 y una concentración media de nitrógeno amoniacal de 4 + 1,02 mg N/100 ml. El promedio del pH medio fue de 6,3 + 0,10 y el del pH mínimo de 5,7 + 0,08. Si bien estos valores no parecen indicar la existencia de una acidosis severa, debemos tener en cuenta que el concentrado contenía en todos los casos entre un 0,5 y un 1% de bicarbonato sódico y que, a pesar de ello, el promedio de horas que el rumen estuvo con un pH inferior a 5,8 fue de 2,2 + 0,90.

Me propongo a continuación presentar algunos de los factores que pueden alterar los resultados hasta ahora expuestos y que hemos tenido ocasión de estudiar. Los dividiré en factores ligados a la instalación o a la forma de distribuir los alimentos y factores ligados a la proporción de forraje incorporado.

Factores ligados al diseño de la instalación o a la forma de distribuir los alimentos

Disponibilidad de espacio de comedero

La falta de espacio para comer debido a una densidad elevada de animales o a un mal diseño del comedero incrementa la competencia entre terneros y la aparición de comportamientos agresivos, de intimidación o de evitación. En consecuencia, los resultados productivos y el bienestar de los animales pueden resultar afectados. En este sentido, se diseñó un experimento en el que 72 terneras Holstein alojadas en grupos de ocho animales y con un peso inicial de 140 kg y final de 380, contaron con un espacio de comedero de concentrado cada dos, cada cuatro o cada ocho animales. La disminución del espacio para comer no afectó la ganancia media diaria, pero sí que provocó un incremento en la variabilidad del peso dentro del corral y redujo el consumo de concentrado.

En consonancia con este hecho, el tiempo dedicado a comer concentrado disminuyó y el de comer paja aumentó con la disminución del espacio de comedero. Cuando se evaluaron los efectos de esta disminución sobre el pH ruminal, tanto el porcentaje de terneras con un pH menor a 5,6 como la concentración ruminal de lactato aumentaron linealmente con aquella disminución. El empeoramiento del entorno ruminal con el incremento de la concentración de lactato se confirmó con el incremento lineal de los niveles de haptoglobina en sangre y con el porcentaje de terneras que presentaron abscesos hepáticos (figura 1). La elevación de los niveles de esta proteína de fase aguda, indicadora de falta de bienestar, fue debida al estrés que padecieron las terneras con menos espacio para comer, como consecuencia del incremento de la competencia entre animales medida por los desplazamientos registrados en el comedero.

Figura 1. Efecto de la disponibilidad de espacio de comedero sobre la variabilidad del peso vivo, el pH ruminal y el bienestar...

Figura 1. Efecto de la disponibilidad de espacio de comedero sobre la variabilidad del peso vivo, el pH ruminal y el bienestar.

Frecuencia de alimentación

Una de las estrategias desarrolladas en el vacuno alimentado con mucho concentrado para minimizar los problemas de acidosis ruminal ha sido incrementar la frecuencia de distribución del alimento. El mayor efecto de este incremento ha sido el de reducir las fluctuaciones del pH ruminal mejorando con ello el entorno ruminal del animal. Para estudiar el efecto del aumento de la frecuencia en la distribución del alimento en nuestros terneros sobre la ingestión, el pH ruminal y el comportamiento de alimentación, se diseñó un experimento que consistía en dar el alimento 1 (8 h), 2 (8 y 20 h), 3 (8, 14 y 20 h) y 4 (8, 12, 16 y 20 h) veces al día. El aumento en la frecuencia de alimentación no afectó la ingestión de alimentos, el pH ruminal medio o mínimo, ni tampoco el comportamiento de comer y rumiar. Sin embargo, el hecho de dar la comida dos veces al día limitó la caída del pH que normalmente se produce tras la administración del alimento. No sólo no cayó tanto, sino que a continuación aumentó, de manera que a las 12 horas de la oferta matinal mientras el pH medio era 5,9 en las terneras del tratamiento una vez al día, era 6,7 en el de dos veces al día.

En este último caso, si bien el pH sufría un pequeño descenso como consecuencia de la segunda oferta de alimento, éste no bajó de 6,5 para recuperarse seguidamente y volver a valores cercanos a 7, en ambos tratamientos (figura 2). La menor fluctuación del pH ruminal puede explicarse por el hecho de que aunque el tiempo de masticación (suma de ingesta y rumia) fue el mismo en ambos tratamientos, el patrón de rumia fue más estable en el tratamiento dos veces al día, ya que las terneras dedicaron un tiempo de rumia similar tanto durante el día como durante la noche, mientras que en las alimentadas una vez al día, el tiempo de rumia se concentraba mayoritariamente durante la noche.

Figura 2. Efecto de la frecuencia de distribución del alimento sobre la evolución del pH ruminal en 24 horas

Figura 2. Efecto de la frecuencia de distribución del alimento sobre la evolución del pH ruminal en 24 horas

Retraso en la obtención del alimento

Las variaciones en los patrones de ingestión del alimento pueden ser la causa del incremento de acidosis en el vacuno. Las alteraciones en los patrones de ingestión pueden ser consecuencia del hambre y del estrés que sufre un animal después de no tener acceso al alimento. La falta de acceso al alimento es un hecho que ocurre con frecuencia en los cebaderos. Por ejemplo, en el supuesto de una avería en el sistema de distribución automática del pienso, cuando se produce una tormenta, se restringe el acceso al comedero para realizar la limpieza del corral o realizar un tratamiento profiláctico, o cuando la jerarquía establecida en el corral entre los animales hace que los dominantes no permitan que los subordinados accedan al comedero. Pues bien, cuando se provocó experimentalmente el retraso en la obtención del alimento a unas terneras que veían como otras comían siguiendo la rutina diaria de distribución, se comprobó que el tiempo de retraso no tuvo un efecto negativo sobre el pH ruminal medio y mínimo. Sin embargo, se desencadenó una respuesta al estrés, con elevación de los niveles de cortisol en saliva. Las terneras que sufrieron retraso en la recepción de los alimentos disminuyeron la ingesta de concentrado, de 6,36 kg pasó a 5,95 kg, y un aumento en la proporción de paja ingerida, del 7,6% pasó al 9,1%. En este caso, aunque no hubo efectos ni sobre el tiempo de rumia, ni sobre el pH ruminal, sí que los hubo sobre la ingestión de concentrado y sobre el bienestar de los animales al ser sometidos a estrés por el retraso en la consecución del alimento.

Alimentación mediante mezclas “unifeed

El empleo de raciones mixtas completas o mezclas “unifeed” es un buen método para incrementar o asegurar la cantidad de forraje que los animales ingieren, así como para reducir la variabilidad de su ingesta dentro del corral. Es un método muy extendido en el vacuno lechero y más desconocido en el cebo de terneros. En este sentido, realizamos dos experimentos con la finalidad de comparar el método clásico de distribución del concentrado y la paja por separado o bien mezclados y ver sus efectos en la ingestión, el comportamiento de alimentación y la capacidad de seleccionar por tamaño de partícula en animales en cebo. En ambos tratamientos se dejó que los animales consumieran ad libitum los alimentos ofertados.

En el primero, realizado con ocho terneras, la paja se troceó y se suministró por separado a cuatro terneras, o se incorporó a la mezcla en una proporción del 10%, a las otras cuatro. El peso inicial fue de 118 kg y el estudio se prolongó 42 días. La ingesta total de materia seca y de concentrado fue más elevada en los animales que comían el concentrado y la paja por separado (5,3 y 5,1 kg/d vs 5,0 y 4,7 kg/d), mientras que el consumo de paja fue más elevado en los animales que comían la mezcla. En consecuencia, la ganancia media diaria fue algo mayor en las terneras que consumieron los alimentos por separado que con la mezcla (1,7 vs 1,6 kg/d). Sin embargo, ambos tratamientos respondieron con el mismo índice de conversión. El tiempo dedicado a la ingesta fue el mismo en ambos tratamientos, pero el tiempo dedicado a la rumia fue más elevado en las terneras que comían la mezcla que en las que comían los alimentos por separado (376 vs 287 min/d).

En el segundo, utilizamos 18 terneras alojadas en grupos de tres, la mitad consumiendo los alimentos por separado y la otra mitad mezclados. El peso inicial fue de 265 kg y el peso final de 400 kg. En esta ocasión, no se encontraron diferencias en la ingestión de materia seca (8,1 kg/d), en la ganancia media diaria (1,37 kg/d), ni en el índice de conversión (5,6 kg/kg). El tiempo dedicado a comer fue más elevado en las terneras que consumieron los alimentos por separado, mientras que el dedicado a la rumia fue más elevado en las que comieron la mezcla.

Con estos resultados se pudo confirmar que el uso de mezclas “unifeed” es un método para incrementar o asegurar la cantidad de forraje consumido por animales que comen mucho concentrado, al igual que ocurre en el vacuno lechero. Sin embargo, existe siempre la preocupación de si los animales serán capaces de separar los componentes de la mezcla, exhibiendo la capacidad de seleccionar las partículas más pequeñas en contra de las más grandes. En nuestro caso, haciendo la separación de partículas entre las mayores y menores de 1,18 mm, mediante el Separador de Partículas de Pennsylvania, observamos que las terneras que recibían la mezcla no mostraron este comportamiento de selección.

Factores ligados a la proporción de forraje o al tipo de fibra suministrada

Alimentación todo concentrado

Los costes asociados al uso de la paja o los problemas de manejo que comporta su empleo en los cebaderos que cuentan con “slats”, han llevado a algunos ganaderos a prescindir del forraje en el cebo de terneros en lo que se denomina un cebo “todo concentrado”. Existe evidencia que este sistema puede permitir obtener buenos resultados productivos. Con el objetivo de valorar las posibles consecuencias del uso de este método de alimentación sobre la ingestión, el comportamiento de alimentación, el entorno ruminal y el bienestar de los animales, se diseñaron dos experimentos.

El primero contó con ocho terneras (143 kg de peso inicial) alojadas individualmente y se prolongó hasta alcanzar un peso final de 370 kg. El segundo, se realizó con 48 terneras (85 kg de peso inicial) alojadas en grupo (seis terneras por corral) y se llevaron a un peso final de 365 kg. En ambos experimentos, a la mitad de los animales se les suministraba concentrado y paja por separado, y a la otra mitad sólo concentrado. La oferta de los alimentos fue siempre ad libitum. El consumo de concentrado y la ganancia media diaria fue la misma en los dos tratamientos y en los dos experimentos, pero el índice de conversión fue mejor en los animales que sólo consumían concentrado. Al estudiar el comportamiento de alimentación, las terneras destinaban el mismo tiempo a comer el concentrado, pero el tiempo total dedicado a comer era más elevado en aquellas que además comían paja, que también dedicaban más tiempo a la rumia. El hecho de dedicar más tiempo a la masticación en las terneras que comían concentrado y paja, se reflejó en el pH medio ruminal que fue de 6,1 en estas terneras, mientras que fue de 5,5 en las que sólo consumieron concentrado. Si bien no se encontraron diferencias significativas en los indicadores sanguíneos de bienestar, la aparición de un mayor número de secuencias repetidas de comportamientos que no tienen un propósito aparente o beneficio (estereotipias) en las terneras que sólo consumían el concentrado, sería un reflejo de falta de bienestar.

Explotación ganadera. Terneros de cebo. Autor: Alfred Ferret
Explotación ganadera. Terneros de cebo. Autor: Alfred Ferret.

Uso de fibra no forrajera

La necesidad de incorporar una fuente de fibra en la alimentación de los terneros durante el cebo resulta más que evidente para promover la rumia y la masticación a un nivel adecuado para mantener la salud ruminal y el bienestar de los animales. Sin embargo, ello no excluye la posibilidad de incorporar a la ración una fuente de fibra no forrajera que permita prescindir de la paja y posibilite el uso de raciones mixtas completas. Con este objetivo empleamos tres fuentes de fibra no forrajera como son la cascarilla de soja (CS), la pulpa peletizada de remolacha (PR) y la semilla entera de algodón (SA), para compararlas con la paja de cebada (PC) troceada e incorporada al 10%, y usando en todos los casos mezclas “unifeed”.

Las tres fuentes de fibra alternativa se incorporaron a la ración en una proporción del 16-17%. La ingestión de materia seca fue la misma en los tratamientos PC, CS y PR, pero fue más elevada en SA (7,9 kg/d) que en el resto de los tratamientos (7,3 kg/d). El tiempo dedicado a la masticación fue similar en PC y SA (355 min/d) y más elevado en estos tratamientos que en CS y PR (253 min/d). A nivel del pH ruminal no hubo diferencias entre los tratamientos PC, PR y SA para el pH medio y mínimo, 6,3 y 5,5 respectivamente, mientras que los pH más bajos se registraron en el tratamiento CS, siendo de 5,9 y 5,1, para los valores medio y mínimo. Este tratamiento fue el que mantuvo a las terneras durante más tiempo en un pH por debajo de 5,8 y de 5,6 y, con ello, sometiéndolas a un mayor riesgo de presentar trastornos digestivos.

Aumento en la proporción de forraje

El empleo de más proporción de forraje en el engorde de terneros proporcionó excelentes resultados cuando se usaron ensilados en el cebo, igual que se usaban en el vacuno lechero. En aquellos estudios se comprobó por ejemplo, que el uso del ensilado de maíz en una relación concentrado:forraje del 50:50 permitía alcanzar la misma ganancia media diaria que la relación 90:10 de concentrado y paja, pero con un coste total inferior. Más recientemente, con la introducción de las raciones mixtas completas, quisimos comparar una ración con un 10% de paja de cereal, con raciones que tenían cantidades crecientes de heno de alfalfa (13%, 16% y 19%) y que se suministraban ad libitum a unas terneras entre los 280 kg hasta los 435 kg de peso vivo.

La ingestión más elevada de materia seca se alcanzó con los tratamientos 16 y 19% de heno de alfalfa y la ingestión de fibra fue más alta en los tres tratamientos con alfalfa (1,9 kg/d) que con el de paja (1,7 kg/d). El tiempo dedicado a la rumia aumentó linealmente a medida que aumentaba la proporción de alfalfa en la ración, siendo de 330 min/d en el tratamiento con paja y de 372 min/d en el tratamiento con heno al 19%.

Una vez más, este mayor tiempo dedicado a la rumia sugiere una mejora del entorno ruminal de los animales. En un segundo experimento, realizado con 24 terneras entre los 236 kg de peso vivo y los 374 kg, y alojadas en grupos de tres animales, se compararon los resultados productivos de los tratamientos 10% paja y 19% heno de alfalfa. Las terneras alimentadas con heno de alfalfa ingirieron más alimento (9,5 vs 8,4 kg/d), crecieron más deprisa (1,45 vs 1,29 kg/d), pero con el mismo índice de conversión que las alimentadas con paja. Además, las características comerciales de las canales fueron las mismas en ambos tratamientos, lo que demuestra que es posible, desde el punto de vista técnico, realizar el cebo con la inclusión de este nivel de forraje.

Aplicación del concepto de fibra físicamente efectiva

En resumen, con la información aportada hasta ahora creo que se ha puesto en evidencia la relación existente entre el forraje ingerido, y con él la fibra que contiene, el tiempo de rumia y de masticación, el pH del rumen y el bienestar de los terneros durante el cebo. Este bienestar se ha constatado mediante indicadores específicos o mediante cambios en el comportamiento de los animales. Hemos comprobado también que existen fuentes de fibra no forrajera que pueden ser una alternativa a la paja de cereal comúnmente empleada. En cualquier caso, la fibra debe estimular la masticación y la rumia, y con ellas la salivación que permita, con su contenido en substancias tampón, neutralizar los ácidos de fermentación que genera el consumo de cantidades importantes de concentrado.

En definitiva, esta fibra debe ser efectiva. Mertens introdujo el concepto de fibra físicamente efectiva (FNDfe) que incorpora información sobre el tamaño de partícula y el contenido en fibra neutro detergente (FND). Fox y Tedeschi sugirieron, y más tarde la octava edición revisada de los Nutrient Requirements of Beef Cattle incluyeron las recomendaciones, que el contenido en FNDfe de las raciones para los terneros en cebo intensivo debía estar entre el 7% y el 10% para mantener el pH ruminal por encima de 5,7. Este intervalo no surgía de un estudio experimental concreto, sino a través de unas ecuaciones propuestas por Pitt y colaboradores.

Figura 3. Efecto del porcentaje de fibra físicamente efectiva (FNDfe) sobre el tiempo de rumia y el número de horas con un pH ruminal inferior a 5,8...

Figura 3. Efecto del porcentaje de fibra físicamente efectiva (FNDfe) sobre el tiempo de rumia y el número de horas con un pH ruminal inferior a 5,8.

Con la finalidad de constatar que estos márgenes de FNDfe eran correctos, realizamos un experimento (30) en el que testamos cuatro proporciones de FNDfe (6,4%, 10,4%, 13,6% y 15,4%, en porcentaje de materia seca), trabajando con paja de cebada que fue previamente troceada mecánicamente, tamizada con el Separador de Partículas de Pensylvania y sólo considerando las partículas de más de 4 mm, que son las que contienen fibra físicamente efectiva, para realizar el estudio.

Las conclusiones más importantes fueron que a medida que aumentaba la proporción de FNDfe disminuía la ingestión de materia seca y aumentaba la de FNDfe. El tiempo dedicado a la rumia aumentaba a medida que aumentaba la proporción de FNDfe y que el tiempo en el que el rumen estaba por debajo de niveles de pH considerados críticos disminuía a medida que aumentaba esta proporción (figura 3). Los resultados permitieron concluir que la proporción que promueve el tiempo de rumia y preserva la funcionalidad del rumen sin comprometer los resultados productivos era la que contenía un 10,4% de fibra físicamente efectiva, coincidiendo con el nivel superior propuesto por Fox y Tedeschi y NASEM. A efectos prácticos, la principal implicación que tiene este dato es que, aunque un ternero realmente consumiera un 10% de una paja de cebada con un 72% de FND, no llegaría a consumir el 10% de FNDfe recomendado.

En conclusión, sería necesario y prudente revisar la alimentación y el manejo de la alimentación en los cebaderos para garantizar que los terneros consuman la fibra necesaria que asegure su bienestar y evite el posible rechazo del consumidor cada vez más sensible a este principio.

Para consultar las referencias bibliográdicas pueden enviar un email a redaccion_vacuno@interempresas.net

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