"Puestos a ordenar, ordenémoslo todo"
Es evidente que a nadie nos gusta que nos “regulen” y así poder vivir en una anarquía donde parece que todo vale. Por ello, es normal que en cuanto se gestó una norma cuyo objetivo es “establecer normas básicas de ordenación de las granjas bovinas”, se haya generado controversia y hayan aflorado diversos puntos de vista, los cuales creo que contribuyeron al menos en parte a que la redacción final que se plasmó en RD 1053/2022 publicado en el BOE el 27 de diciembre de 2022, esté mucho más en sintonía con lo que el sector opinaba, aunque, desde luego, aún permanecen en el texto puntos escabrosos y que el tiempo dirá si han sido acertados o no.
Lo primero que se me viene a la cabeza es si no teníamos ya bastante normativa, yo creo que sí, pero si esto sirve para armonizarla bienvenida sea. Está claro que cualquier sector debe estar “ordenado”, pero es importante que el ordenamiento no recaiga sólo sobre el eslabón que está más abajo, el campo, el ganadero… El sector es más que eso, así que, puestos a ordenar ordenémoslo todo.
No es ajeno a nadie que el sector del vacuno sea de carne o de leche es muy diferente a otros sectores aparentemente similares como son el porcino o el aviar que ya contaban con su regulación. Y es diferente por muchas razones, pero, sobre todo, porque los rumiantes necesitan forrajes y al necesitar forrajes necesitan tierra y eso configura, en general, un tipo de granja ligada a la tierra, que creo es algo tremendamente positivo y suma a favor a la hora de gestionar deyecciones ganaderas, y a la hora de mantener vivo un rural y un paisaje que todos admiramos y que nos gustaría que siguiera ahí por mucho tiempo. Para que esas tierras se sigan sembrando y ese paisaje se mantenga, necesitamos de los ganaderos y aunque nadie duda del altruismo de cada uno, está claro que para que siga habiendo ganaderos tiene haber un horizonte de negocio. Un joven para quedarse en el campo no le basta con tener vocación, que sin duda hace falta. Necesita tener la posibilidad de desarrollar una actividad que si bien sujeta, pueda garantizarle unos beneficios con los que poder desarrollarse él y su familia.
Hasta ahora es cierto que, pese a desaparecer granjas la producción se mantuvo, pero una vez que desaparezcan las granjas pequeñas, empezarán a desaparecer las medianas y ahí llegará el problema. Está muy bien ese discurso de la vida en el campo, de la calidad de vida, pero no va a surgir ninguna ganadería nueva de vacuno de leche. A lo más que aspiramos es a que algunas de las que hay tengan un relevo generacional “sostenible” -y cuando digo sostenible es que económicamente sea una actividad atractiva, amén de cumplir con todo el resto de las normativas encaminadas a la sostenibilidad tal y como se concibe esta hoy en día-. No hay sostenibilidad ambiental si no hay sostenibilidad económica.
Instalaciones | ud | Ud/vaca | €/ud | €/vaca |
Establo lactación | m2 | 15 | 181 | 2.715 |
Sala ordeño | x punto | 0,16 | 7.500 | 1.200 |
Fosa de purín | m3 | 13 | 63 | 813 |
Silos forraje | m3 | 25 | 31 | 781 |
Almacén | m2 | 4 | 131 | 525 |
Sala espera | m2 | 1,5 | 169 | 253 |
Anexo ordeño | m2 | 1,3 | 156 | 203 |
Establo recría | m2 | 0,3 | 225 | 68 |
6.558 |
Me centro en este apartado del tamaño de la granja porque fue el punto que más debate suscitó y me parece normal, porque, aunque 850 UGM nos parezca (especialmente en el norte) un tamaño nada despreciable para una ganadería, lo cierto es que si hacemos bien los números y dibujamos esa “ganadería familiar” que tiene las vacas secas y la recría en la misma ubicación, nos quedamos con poco más de 500 vacas en ordeño. Y sí, 500 vacas en ordeño es un tamaño considerable, pero en los últimos años han surgido este tipo de granjas en Galicia y en la cornisa cantábrica, debido a que las ganaderías familiares de tamaño medio se han fusionado, con el objetivo de reducir costes fijos, organizar mejor las tareas, hacer fincas más grandes que permitan un mejor laboreo… En definitiva, ser más eficientes y mejorar su “calidad de vida”.
Si nos fijamos en las explotaciones de mayor tamaño en muchos casos sustentan a cuatro familias, por lo tanto, este proceso de crecimiento de las explotaciones y de agrupación, sin duda, debería seguir ocurriendo si no se le ponen trabas que es algo que a mi juicio está haciendo este nuevo RD.
Si bien este es un problema, porque como digo la tendencia hubiera sido que fuesen surgiendo cada vez más granjas de entorno a las 700-800 vacas en ordeño, y que además son muy necesarias para mantener el volumen de producción, para permitir que varias familias puedan agruparse y organizar mejor el trabajo y así poder disponer de algo de tiempo libre. No es menos preocupante el bajo techo que se ha puesto a las granjas del grupo II. Ese techo de 180 UGM, si hacemos el ejercicio anterior nos lleva a granjas de unas 110 vacas en ordeño, y eso se está volviendo poco, incluso, para una familia.
Todos los sectores avanzan, el de la producción de leche de vaca lo hizo en los últimos años de una forma espectacular, haciendo frente no sólo al mercado sino a cambios legislativos tremendos (no olvidemos la cuota láctea y las inversiones millonarias que se afrontaron para seguir produciendo), pero no sea que ahora le estemos poniendo freno bajo la aparente disculpa de proteger al sector. Repito, no van a aparecer granjas familiares nuevas, pidamos prudencia y apoyo para que continúen las que hay.
Los que llevamos unos años en el campo vivimos toda esta evolución, y lo que hace 30 años era crecer suponía pasar de 20 vacas a 30, o de 50 a 70, pero ahora como en cualquier negocio los crecimientos son modulares y de 100 vacas se pasa a 200 y de 200 a 400. Esto es así y no tiene vuelta atrás. Así las cosas, yo personalmente veo en un futuro cercano granjas “familiares” de 120 vacas, posiblemente si el problema de la mano de obra persiste, estarán con ordeño robotizado y buena parte de los servicios externalizados, y por otro lado granjas del tamaño máximo que permita la Ley regentadas por una familia o generalmente por varias agrupadas en la figura de una SAT, S.C., S.L. o COOP.
Otro de los problemas con que seguramente se encontraron los legisladores es la gran diferencia de concepto de ganadería que se hay entre la España seca y el Norte y esas diferencias serán difíciles de atender como se merecen cuando como dice el RD, lo que se pretende es “hacer una normativa básica estatal que reúna todos estos aspectos”. Así nos encontramos con la obligación de que los animales estabulados tengan patios en el exterior, pero, desde luego, quien conozca Galicia y su régimen de lluvias entenderá fácilmente que esos patios van a ser los potreros o barrizales de toda la vida que se fueron eliminado creo que para el bien de los animales. Así, nos damos por contentos con que se haya desistido de establecer distancias mínimas entre granjas, algo que en el Norte hubiese llevado a muchas granjas al cierre por imposibilidad de realizar ampliaciones o mejoras.
Estamos viendo que se están construyendo fosas enormes, en algunos casos de hasta 15.000 m3, cuyo vaciado implica mucho más riesgo de contaminación de acuíferos, aun disponiendo de base territorial suficiente, si todo el purín se aplica en dos veces que, si se aplica en cuatro épocas diferentes, y además se aprovecha el purín mucho mejor como fertilizante orgánico y con menor riesgo de causar problemas medioambientales. Por supuesto que el objetivo es evitar la contaminación de acuíferos, pero también el tratar de que la propia explotación con su base territorial sea capaz de “reciclar” esas deyecciones buscando una menor dependencia de los fertilizantes químicos comprados fuera de la explotación. El purín y el estiércol no son un residuo, son un recurso si se gestionan bien.
En este sentido, todo lo que vaya encaminado a dotar a las explotaciones de fosas suficientemente dimensionadas, cubiertas y a técnicas de conservación y aplicación del purín que redunden en menos pérdidas, bien por lixiviación o por volatilización, serán medidas bien recibidas, que, además de la sostenibilidad ambiental, estarán contribuyendo a la sostenibilidad económica de la granja y del sector.