Ganadería de precisión: ¿va el sector ovino un paso por detrás?

La definición de ganadería de precisión de Daniel Berckmans, que es el padre de la ganadería de precisión en Europa desde la Universidad de Leuven (Bélgica), establece que la ganadería de precisión es el manejo de las especies ganaderas mediante una monitorización y un control automatizado en tiempo real de sus producciones, de su reproducción, de su salud, su bienestar y su impacto medioambiental. Lo más importante de esta definición es que consideramos un animal como una unidad, por lo que retomamos ese carácter de manejo individual que los ganaderos o los pastores antiguos tenían de su rebaño. Siempre se decía que el pastor conoce a todas sus ovejas, pues con la ganadería de precisión se quiere volver a esa situación, por supuesto gracias a la electrónica.

Con la ganadería de precisión podemos llegar a conocer muchos aspectos de la salud de los animales, de sus productos, de su reproducción, de su grado de bienestar, de lo que comen o lo que no comen, de su peso vivo, de su condición corporal.

Ya hay iniciativas y dispositivos que nos permiten de manera automatizada recoger el peso vivo y la condición corporal de los animales, y también de un modo automatizado darnos una tasa de crecimiento respecto a la digestión. También existen sensores que nos permiten conocer la frecuencia de ingesta de alimentos, cuando el animal rumia, las emisiones de metano, incluso la cantidad de agua que ingiere el animal…

También hay dispositivos para el aspecto reproductivo. Cuando un animal está en celo o cuando se ha cubierto, el diagnóstico de gestación no deja de ser parte de la ganadería de precisión, También tenemos sensores que nos pueden decir si el animal está cumpliendo con su comportamiento normal si interacciona con sus compañeros, si está tumbados o de pie…

En el sector de los monogástricos, en avicultura y porcino, es donde más se ha desarrollado la ganadería de precisión probablemente, sobre todo porque las instalaciones permiten una mucha más fácil adecuación de los sistemas. Estos sistemas generan un algoritmo que da un feedback al veterinario para poder actuar en caso de una alerta.

Un ejemplo primero es un análisis de monitorización de infecciones en lechones por un análisis de sonido de la Universidad de Milán y ya existe una empresa que detecta diferentes tipos de toses, y en función de las toses, determina si puede ser producida por polvo, porque el animal se ha atragantado o porque existe una infección. Puede haber otros sonidos en la granja, como gruñidos o portazos. Todos esos sonidos son recogidos por un micrófono y el algoritmo va a detectar si se trata de una infección y va a generar una decisión por parte del veterinario, o incluso va a provocar una automáticamente una apertura de ventanas, un cierre de ventanas o un aumento de la ventilación.

Otro ejemplo en avicultura está basado en cámaras cenitales que se colocan en el techo de la explotación sobre la línea de comederos y que permiten generar una alerta. Estas cámaras pueden detectar que hay un acúmulo de pollitos en las esquinas. Puede haber una corriente de aire, puede haber un problema incluso sanitario o de comportamiento animal extraño… y va a generar también un aviso.

Un ejemplo más en porcino es sobre la prevención de agresiones por videocámaras, o el mayor o menor frecuencia de rascados.

El sector de los pequeños rumiantes tiene una serie de factores limitantes para la implantación de la ganadería de precisión:

• Sistemas extensivos. En muchas ocasiones, estamos hablando de sistemas extensivos de explotación, con lo que eso conlleva en cuanto a las instalaciones.
• Sistemas muy diversos y heterogéneos. A diferencia del vacuno de leche o del porcino, cada explotación es muy distinta, ya no sólo porque solo tenemos muchas razas, sino porque cada ganadero tiene su propia instalación, su propio manejo, su propia manera de ver las cosas… Todo eso impide la estandarización.
• Hay un relativo poco contacto directo con los animales, excepto en los momentos de los partos o en los manejos sanitarios, pero en general con los animales no hay ese contacto tan individualizado como puede haber en otras especies.
• Se trata de animales más ‘baratos’ en comparación con el vacuno de leche.
• Ingresos irregulares en las explotaciones para realizar inversiones.
• Hay un gran aislamiento geográfico, que influye en la conectividad del acceso a internet.
• Baja densidad de explotaciones. Cada vez hay menos explotaciones y las podemos encontrar en una superficie muy grande de terreno. Si las distancias fueran más cortas, facilitaría compartir conexiones y compartir comunicaciones entre explotaciones, como ocurre por ejemplo en zonas donde la densidad de explotaciones de cebaderos de porcino es muy alta.
• La actitud del ganadero y su envejecimiento. La incorporación al sector de esta tecnología es muy distinta a otros sectores, especialmente los monogástricos.
• Se trata de un medio ambiente duro, que a veces dificulta también la instalación de sensores o de cualquier otro tipo de tecnología que exista en el mercado

Dentro de esa idiosincrasia tan particular del sector ovino en nuestro país en general, contamos a veces con edificaciones antiguas, con grandes patios exteriores en ocasiones sin electricidad, hay un peor conocimiento de los animales con pocos trabajos científicos y el mantenimiento de las instalaciones es más difícil, ya que hay más distancias para que los técnicos acudan de una manera rápida y el acceso a redes de internet es complicado. Todo esto dificulta en gran medida la instalación las soluciones que se plantean en el sector ovino dentro de la ganadería de precisión, por lo que deben ser dimensionables a las características de la explotación, eficientes y sencillas.

ambién es importante recordar que los ovinos y caprinos llevan un dispositivo electrónico en su cuerpo, ya sea un bolo ruminal o un crotal electrónico. La radiofrecuencia es una oportunidad muy grande, porque con ese dispositivo que en estos momentos se utiliza básicamente para la identificación obligatoria y para los controles de los partos con los lectores, se puede utilizar para otro tipo de dispositivos que pudieran incorporarse a las explotaciones.

Por otra parte, se realizó en Italia una revisión de la adaptación de las nuevas tecnologías en el sector ovino, que puede ser extrapolable a la situación española. Se han analizado ciertas premisas en base de encuestas entre los ganaderos y se han extraído una serie de conclusiones. Los ganaderos aprecian estas tecnologías, pero sobre todo las que presentan la menor interferencia con las rutinas establecidas en la explotación y que sean capaces de mantener y gestionar por sí mismos, es decir, priman la sencillez. Sin embargo, la ganadería de precisión y las nuevas tecnologías requieren un nuevo conjunto de habilidades, por lo que es importante la formación. Hay otro factor importante dentro de esta aceptación de las nuevas tecnologías que es la edad y las barreras culturales que tiene el sector ovino. La edad media es de 55-58 años, sin perspectiva de relevo generacional, lo que está muy correlacionado con esa actitud hacia la innovación, la flexibilidad y la tendencia hacia un riesgo menor de inversiones.

Se da la circunstancia de que el sector lechero está mucho más tecnificado que el de carne, fundamentalmente debido a la propia sala de ordeño, en la que hay un grado tecnológico alto y eso ha hecho que el ganadero de ovino de leche esté mucho más predispuesto a adoptar nuevas tecnologías.

Las complejidades y la interfaz de usuario es un problema importante a la hora de establecer estas nuevas tecnologías y este estudio también destaca que siempre hay un porcentaje de la población que son adoptantes tempranos de tecnología, que es gente que está muy abierta a esta introducción de tecnologías y que además son ‘influencers’ hacia otros ganaderos. Está siendo utilizado incluso por empresas del sector que utilizan ganaderos con un cierto grado de responsabilidad o de adaptación de las tecnologías como espejo o escaparate para que otros ganaderos visiten esas explotaciones donde se ha instalado un nuevo aparato o un nuevo sensor y que sean capaces de aprender. Y también cita a este tipo de nuevos ganaderos que se incorporan al sector ganadero sin haber sido previamente ganaderos, por lo que está libre de percepciones tradicionales.

Por último, están las barreras financieras, ya que este tipo de tecnologías tienen un valor y un precio, por lo que el sector en ocasiones tiene que resolver otro tipo de problemas en las ganaderías antes de hacer este tipo de inversiones.

Todo lo que esté relacionado con la identificación electrónica está muy desarrollado en pequeños rumiantes. Podemos ver algunos dispositivos que están bien desarrollados en la sala de ordeño, con la salvedad de que no existe robot de ordeño. También está todo lo relacionado con dispositivos de GPS, las mangas electrónicas, las básculas electrónicas y clasificadoras están basadas en la radiofrecuencia.

Todavía no se han incorporado herramientas como los vallados virtuales. Tenemos el principal problema que se basan en collares que se colocan los animales y que la lana es un aislante de la electricidad. Además, otro problema es precisamente el choque eléctrico que el sistema del vallado virtuales le da al animal.

Aunque tenemos muchos cebaderos en el sector ovino, todavía no disponen la mayoría de ellos de sondas de dióxido de carbono, medidores de consumo de agua…

Por lo que respecta al GPS, no tenemos nada que envidiar el uso del GPS en el sector ovino con otras especies, aunque sí en el caso de las mangas electrónicas, que sí son importantes en los países del hemisferio sur, porque utilizan un cordero pesado y para ellos es una herramienta muy útil.

Tampoco están implantados los detectores de celos, o porque no se necesitan o porque no están dimensionados para esta especie. Tampoco existen los podómetros, aunque existe una patente del INRA junto con la Universidad de Montpellier para la detección de celo, basándose en la identificación electrónica, con un arnés que lleva el carnero que lee cuando está montando un animal.

En muchas explotaciones ya se comienzan a ver básculas electrónicas, ya que se está incorporando por parte de algunas cooperativas. Se pesa a los animales a la vez que caminan, por ejemplo, en puntos de agua o puntos de sal, porque el animal pasa prácticamente a diario. Una antena lee la identificación electrónica del animal y la báscula pesa al animal.

Hay iniciativas como Lamsbscan, que desarrolla la Universidad de Zaragoza junto con la asociación Angra, que intentan pesar los animales a base simplemente de una fotografía en 3D.

No existen tecnologías que puedan estimar la condición corporal de los animales a base de cámaras ni instalaciones que son capaces de detectar las cojeras de los animales.

Sí están algo más desarrollados los drones, que son capaces de identificar o contar las ovejas.

No es que el sector ovino vaya un paso por detrás en la ganadería de precisión, sino que va muchos pasos por detrás.

Debe mejorar la percepción de la ganadería de precisión que tiene el propio sector ovino y, sobre todo, los ganaderos. Los fabricantes deben adaptarse a nuestro sector y a nuestros animales. Hay muchos sensores adaptados a grandes especies, pero se pueden utilizar en ovino si se dimensionan al tamaño de las ovejas. También se necesita un mayor abaratamiento de estas herramientas. Y seguramente la mayor utilización dará lugar a un mayor aprovechamiento de la radiofrecuencia.

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