Eficiencia alimentaria en pequeños rumiantes: aspectos críticos de su medición
Pilar de Frutos1, Gonzalo Hervás1, Aroa Suárea-Vega2, Pablo G. Toral1, Héctor Marina2, Alejandro G. Mendoza2, Antonella Della Badia1, Rocío Pelayo2, Beatriz Gutiérrez-Gil2 y Juan José Arranz Santos2
1 Instituto de Ganadería de Montaña (CSIC-Universidad de León)
2 Facultad de Veterinaria de la Universidad de León
26/09/2022La medición de la eficiencia alimentaria
La eficiencia alimentaria representa la cantidad de alimento que un animal consume para lograr una determinada producción. Este parámetro, que se refiere a cada individuo, se ha empezado a incluir en algunos programas de selección, pero se enfrenta aún a la dificultad de su medición.
Durante muchos años, se ha usado como estimador el índice de conversión (IC), que no deja de ser una relación directa entre la ingestión y la producción. El problema es que este índice está muy condicionado por factores como el tamaño del animal. De hecho, cuando el IC se aplicó en esquemas de selección de vacuno, se terminaron seleccionando animales de mayor tamaño, algo que no se pretendía. Por ello, en los últimos años se han buscado otros índices.
Así, por ejemplo, el denominado índice de eficiencia alimentaria es la relación entre la ingestión real de materia seca (MS) y la ingestión de MS predicha a partir del cálculo de las necesidades para una determinada producción y ración.
Con esta misma idea, últimamente se trabaja mucho con el ‘Residual Feed Intake’ (RFI; ingestión residual de alimento), que es la diferencia entre la ingestión de alimento observada y la ingestión estimada para una población en función de una determinada producción. En realidad, el RFI es la parte residual de la ecuación en la que tratamos de predecir la ingestión de MS a partir de una serie de variables como la producción de grasa de la leche, producción de proteína y de lactosa, peso metabólico, cambios de peso vivo, cambios de condición corporal, día de lactación, etc.
Al aplicar estas ecuaciones, una parte de los animales se ajusta bastante bien a lo predicho, en cambio otra parte consume más de lo que se había estimado. Estos animales, en los que el RFI es positivo, son los menos eficientes. Un tercer grupo de animales consume menos de lo estimado, presentan un RFI negativo y son los más eficientes. El RFI tiene unidades (p. ej., kg), lo cual representa una clara ventaja para su inclusión en los programas de selección. A modo de ejemplo, los kg de RFI representan los kg de alimento que ahorraría una oveja más eficiente para producir la misma cantidad de leche que una menos eficiente. Otro indicador muy similar, sustituyendo la ingestión de MS por la de energía, es el ‘Residual Energy Intake’ (REI).
En general, los índices que estiman la eficiencia alimentaria se correlacionan relativamente bien entre ellos, pero no en todos los casos. Además, con el índice de conversión (IC), el coeficiente de correlación es algo más bajo.
Medición de la ingestión individual: un aspecto crítico
Como ya se ha indicado, la eficiencia alimentaria es una relación entre la producción (individual) y la ingestión (también individual). Este concepto, sencillo en su enunciado, es complicado en la práctica. En las explotaciones comerciales es normal tener los datos de la producción individual de forma relativamente sencilla. Sin embargo, por lo general, la ingestión solo se conoce para el lote, no individualmente. Y cuando entra la variable pastoreo, aún es más complicado. En investigación, algunos institutos cuentan con medidores individuales de la ingestión, al igual que ocurre en algunas granjas intensivas de vacuno lechero. Cabe esperar que en el futuro, la ganadería de precisión solucione este problema, pero de momento hay que buscar alternativas. A modo de ejemplo, dentro del proyecto Smarter hay equipos desarrollando estimaciones a partir de la ingestión individual de concentrado.
Otra posibilidad es la búsqueda de biomarcadores que permitan estimar directamente la eficiencia alimentaria. En la actualidad, estamos utilizando análisis de metabolómica, una técnica compleja y con alto coste, pero que podría servirnos como primera aproximación para identificar metabolitos que se relacionen bien con la eficiencia y que luego se puedan medir de forma mucho más sencilla.
Investigación sobre eficiencia alimentaria y resiliencia: desafíos nutricionales
Dentro del proyecto Smarter, en nuestro grupo hemos llevado a cabo una serie de experimentos para estudiar la relación entre la eficiencia alimentaria y la resiliencia. El objetivo es investigar si una mejora de la eficiencia alimentaria podría ir acompañada de una pérdida de resiliencia.
En producción animal, la resiliencia sería la capacidad de un animal para no verse muy afectado por un desafío o bien volver rápidamente al estado previo (antes del desafío). Para ello, hemos realizado varios desafíos nutricionales, simulando diferentes situaciones de crisis, por ejemplo del mercado internacional, derivadas de guerras, problemas de transporte u otros.
El primer desafío nutricional se realizó en corderas de recría entre sus cuatro y seis meses de edad, coincidiendo con una fase de crecimiento alométrico de la glándula mamaria. Se simuló un desabastecimiento de torta de soja, así que este ingrediente se eliminó de la dieta del grupo de corderas sometido al reto, frente a otro grupo que actuó como control. Después de estos 2 meses de desafío, todos los animales se sometieron exactamente a la misma alimentación y manejo (sincronización, inseminación, gestación, etc.) y luego se estudió su comportamiento en la lactación. Se midió a diario la producción de leche y la ingestión individual, la evolución de peso vivo y condición corporal, la composición de la leche, perfiles metabólicos, expresión génica en la glándula mamaria, análisis de marcas epigenéticas, etc.
En un segundo desafío, en colaboración con un proyecto del Plan Estatal de investigación (PID2020), a las ovejas en lactación se les retiró la dieta completa mezclada y se les administró únicamente paja durante tres días.
Un tercer desafío (también del PID2020) consistió en un reto menos intenso, pero de más larga duración, con una reducción del 70% de la ingestión voluntaria durante tres semanas.
Los resultados aún se están procesando y es demasiado pronto para aventurarse a señalar si existirá o no una relación negativa entre la eficiencia alimentaria y la resiliencia.
Mejora genética para eficiencia alimentaria
En el proyecto Smarter, las mediciones de eficiencia alimentaria llevadas a cabo con la raza cárnica Romane indican que el RFI tiene un patrón de heredabilidad moderado y además no presenta correlación genética ni con el tamaño de los animales ni con su engrasamiento.
Datos similares se han observado en Uruguay, trabajando con ovino de lana (Merino). Es interesante, además, que la eficiencia alimentaria presenta correlaciones positivas con otros caracteres. Por ejemplo, con una menor emisión de metano.
Las estimaciones en ovino de leche, realizadas en Francia con la raza Lacaune, sugieren heredabilidades también moderadas, por lo que probablemente sea un carácter que se pueda incluir en los programas de selección.
Conclusiones
La eficiencia alimentaria es difícil de estimar por la dificultad para medir la ingestión individual de alimento.
En la actualidad se están buscando alternativas para mejorar la estimación, como la ganadería de precisión o la identificación de metabolitos que pudieran servir como indicadores.
La eficiencia es un carácter heredable y con buena respuesta a la selección.