Ruta do Viño Rías Baixas, la tierra del Albariño hecha turismo
2 de noviembre de 2011
Vista del Pazo Baion Outono, incluido en la Ruta Rías Baixas, una propiedad de 30 hectáreas de superficie. En el Pazo se cultivan 22 hectáreas de la variedad Albariño, en cepas cuya edad media supera los 35 años.
A la cuestión de porqué elegir una ruta como Rías Baixas, bastaría con saber que es uno de los itinerarios enoturísticos más veteranos del país. Sus orígenes, según especifican desde la Asociación Ruta do Viño Rías Baixas, se remontan al año 1996, cuando el turismo enológico apenas empezaba a enganchar en nuestro país. La idea surgió de manos del Consejo Regulador Rías Baixas y de las propias bodegas, conscientes del potencial turístico del territorio bajo el amparo de esta denominación de origen gallega, cuna de la variedad Albariño.
Así pues, y durante la década de los años 90, se tomaron como ejemplo otras propuestas enoturísticas europeas en boga (Borgoña, Alsacia…), para dar pie a lo que sería, con el tiempo, la Ruta do Viño Rías Baixas. En un principio, este primer itinerario abarcaba todo el territorio de la D.O. Rías Baixas e incluía únicamente bodegas visitables por el enoturista. No sería, hasta el año 2006, que la Secretaría General de Turismo certificaría a Rías Baixas como Ruta del Vino de España, convirtiéndose en la primera del país, junto a las de Penedés, Jumilla, Mancha, Montilla-Moriles y Utiel Requena.
En la actualidad, la Ruta se desgrana en seis itinerarios repartidos en tres de las cinco subzonas adheridas a la D.O. Rías Baixas: Salnés —la región más señorial y turística de la denominación de origen y donde conviven un gran número de bodegas (35 asociadas a la Ruta) y establecimientos asociados al turismo del vino, con una variada oferta de ocio a base de centros histórico-artísticos y espacios naturales—; O Rosal —tierra situada en el límite sur de Galicia y que alberga vestigios históricos como los restos prerromanos de Santa Tecla o la agrupación de 67 molinos conocidos como ‘Muíños do Folón e do Picón’—; y, finalmente, Ribeira do Ulla —en el límite sur de la provincia de A Coruña, y a pocos kilómetros de Santiago de Compostela, destaca por la belleza de sus pazos, como los de Santa Cruz de Ribadulla y Cibrán (Vedra) o el Pazo de Oca (A Estrada), y sus jardines—.
En estos momentos, la Ruta experimenta un momento de esplendor y prueba de ello es la próxima incorporación de un nuevo itinerario, aún en proceso de creación. Este último, comprendería la zona del Condado de Tea, donde se dedican 545 hectáreas al cultivo de vid en la montaña, básicamente Albariño, y que se extiende por el margen derecho del río Miño.
La Ruta se limita a tres de las cinco subzonas adheridas a la D.O. Rías Baixas: Salnés, O Rosal y Ribeira do Ulla. Aun así se espera la próxima incorporación de un nuevo itinerario que comprendería la zona del Condado de Tea
Vista de las bodegas Palacio Fefiñanes, en el Pazo Señoráns, situado en la villa marinera de Cambados en la zona del Valle de Salnés. Se trata de un edificio renacentista, de gran peso histórico en la Comunidad Gallega.
Bodegas, cooperativas y variedad paisajística en la tierra del Albariño
Aromático, untuoso y rico en notas frutales, el Albariño se produce principalmente en la D.O. Rías Baixas, aunque también se puede hallar en otras denominaciones gallegas, como Ribeiro y Ribeira Sacra. Este vino monovarietal, uno de los caldos gallegos más conocidos, se elabora en un 100% a base de uvas de la variedad Albariño, de color amarillo-pajizo, con irisaciones doradas y verdes y grano pequeño y muy dulce. Calificar a la D.O. Rías Baixas como la “tierra del Albariño” no es ninguna exageración; máxime si se tiene en cuenta, que este vino —el 95% de la producción vinícola de la zona, mecida por un clima atlántico y suave— adquiere aquí una intensidad singular. El visitante se halla ante la zona vinícola más occidental del país, lo que facilita la adaptación de esta variedad. Hasta nuestros días, pervive la historia que narra cómo llegó la variedad Albariño a esta tierra, de manos de unos monjes cistercienses, que la trajeron al monasterio benedictino de Armenteira (Meis), en el siglo XII. Con el paso del tiempo, esta variedad ha evolucionado, aclimatándose a la zona… y esta última también al vino. Algo que se aprecia en algunas de las fiestas y tradiciones populares más conocidas, transmitidas una generación tras otra. Como la ‘Festa do Albariño’, en la villa de Cambados, que tiene lugar cada año, a principios de agosto, en la provincia de Pontevedra. A pesar de la fama que atesora la variedad Albariño, en el territorio amparado por la D.O. se cultivan, en menor medida, otras variedades autóctonas como Loureira blanca, Treixadura, Caíño blanco, Torrontés y Godello.
En la actualidad, la Ruta do Viño Rías Baixas, “llena de matices” según la Asociación Ruta do Viño Rías Baixas, está compuesta de 43 bodegas y 2 destilerías, acaparando el 25% de las bodegas de la Denominación de Origen. Este itinerario enoturístico reúne, entre sus asociadas, a las más representativas de su territorio. Así, se distinguen desde singulares edificios históricos y bodegas de instalaciones vanguardistas a bodegas familiares y grandes cooperativas. Martín Códax, Condes de Albarei, Bodegas Paco&Lola, Terras Gauda, Palacio de Fefiñanes, Pazo de Señoráns o Santiago Ruiz, son algunas de las adheridas a esta ruta.
Algunas rutas enoturísticas gozan además de riqueza paisajística, y la de Rías Baixas no es una excepción. El visitante aprecia, a simple vista, el carácter minifundista de las explotaciones locales, de forma que se reparten un total de 2.391 hectáreas entre más de 5.000 viticultores. Así como la peculiar forma de cultivo, donde abundan el emparrado, viñedos de dimensiones modestas, la vendimia a mano, etc. Sobre todo en la zona del Salnés, el valle comprendido entre las rías de Arousa y Pontevedra, donde se agrupa buena parte de las bodegas y viñedos de la D.O. En esta región, la más señorial y turística de la Denominación de Origen, se llegan a vendimiar algo más de 12 millones de kilos de uva. Pero esto no es su único atractivo turístico. El Salnés conjuga, en un mismo territorio, centros histórico-artísticos como la villa de Cambados, espacios naturales como el Parque Nacional de las Illas Atlánticas y el Complejo Intermareal de Umia-O Grove con playas y costas de sinuosas formas.
El clima suave propicia, además del cultivo de la vid, una diversidad paisajística apreciable especialmente en la Ribeira do Ulla, otro de los puntos de esta ruta. Un paseo entre huertas, frutales y jardines supone una experiencia gratificante, para aficionados o no al enoturismo, lo que no deja de llamar la atención en una zona conocida también por su actividad pesquera.
Por último, O Rosal, en el límite sur de Galicia, está considerado ‘Destino de Excelencia Turística’ (EDEN) a nivel comunitario. Una calificación que debe a sus parajes naturales, flanqueados por el espacio natural del ‘Baixo Miño’, en la cuenca más baja del Miño.
Cerca de un centenar de socios, en concreto 96, se acogen a la Ruta Rías Baixas, muy arraigada al mundo del vino. Además de las bodegas ya mencionadas, se totalizan 14 restaurantes —de gastronomía tradicional o ‘nouvelle cuisine’, así como diversos museos, enotecas, comercios especializados y agencias de viaje, entre otros—.
Una variada gastronomía regada con vino local
Básicamente, la cocina de las Rías Baixas se riega con vino producido en sus tierras, especialmente Albariño, Caíño y Loureiro. Unos caldos que casan a la perfección con productos del mar pescados en sus costas (camarones, calamares, nécoras, almejas, ostras, centollos, langostas, bogavantes, vieiras, zamburiñas, lampreas, angulas o truchas, por ejemplo), acompañados de hortalizas y verduras. Las angulas se degustan en aceite con ajo o en forma de revuelto; mientras que las lampreas se preparan a la bordelesa, en empanada, rellena o rebozada. Aun así, se elaboran y trabajan alimentos de interior como las carnes —no hay que olvidar la ternera gallega, con I.G.P— y el porcino. De este modo, en la zona son típicos platos característicos de la gastronomía gallega como el lacón con grelos o el cocido gallego.