Ensayos realizados en cinco países del sur de Europa han estudiado cómo combinar diferentes estrategias para reducir el uso de fitosanitarios

Integrando el uso de productos naturales con tecnologías de precisión y con una mejor gestión del suelo, se puede reducir significativamente el uso de pesticidas de síntesis sin perder rendimiento ni calidad. Esta es la mayor conclusión que se extrae del proyecto NOVATERRA, formado por 23 entidades procedentes de 6 países europeos que han trabajado conjuntamente para investigar cómo combinar diferentes estrategias para reducir el uso de fitosanitarios en las plantaciones de viña y olivo.

Bajo la coordinación del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), estas 23 entidades –entre las que se encuentran, entre otros, la Plataforma Tecnológica del Vino– han trabajado durante cuatro años de forma organizada y han llevado a cabo ensayos en fincas de España, Portugal, Francia, Italia y Grecia con un enfoque integral que ha combinado el uso de bioproductos con la agricultura de precisión y una mejor gestión del suelo.

Si bien los productos fitosanitarios o pesticidas de síntesis han hecho posible en las últimas décadas que muchos cultivos, tanto convencionales como ecológicos, sean viables –porque eliminan sus plagas–, también pueden representar riesgos para la salud humana y la biodiversidad. Por ello, hace tiempo que Europa se encamina hacia la sustitución de estos productos por alternativas más naturales y sostenibles.

Conscientes de todo ello, a finales del año 2020 arrancaba el proyecto NOVATERRA, una iniciativa de investigación e innovación que buscaba desarrollar nuevas estrategias sostenibles e integradas, viables técnica y económicamente, con el fin de eliminar o reducir significativamente el uso y el impacto negativo de los pesticidas más perjudiciales.

Durante la investigación, las estrategias estudiadas se han dividido en tres ámbitos: el uso de productos alternativos a los pesticidas de síntesis, la agricultura de precisión y una mejor gestión del suelo. Los resultados, que se presentaron en junio ante unas ochenta personas en las instalaciones del IRTA en Caldes de Montbui (Barcelona), así como en una finca del espacio comunitario Agrópolis y en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), han demostrado que las soluciones obtenidas ya se podrán implementar en próximas campañas.

Dividido en 6 paquetes de trabajo, la presentación de los resultados finales de NOVATERRA se inició con la ponencia de Laura Reyes y Maria Isabel Cisneros, del cluster VITAGORA, encargado de realizar los diagnósticos iniciales para lograr una visión holística del impacto del uso de plaguicidas y estudiar la aceptación de sus alternativas. Tras una revisión de la legislación y un estudio de mercado, desde VITAGORA concluyen que es necesario fomentar una cultura de toma de decisiones informada, proporcionando formación y recursos a todos los productores, independientemente del tamaño de sus explotaciones. Además, subrayaron la necesidad de promover el intercambio de conocimientos entre explotaciones grandes y pequeñas. “Como primer paso, deberíamos desarrollar programas de apoyo económico para compensar los costes iniciales de la adopción de nuevas tecnologías”, dijo Reyes. “La regulación existe y es muy extensa en toda Europa, pero su aplicación es muy diferente en cada país y falta formación conjunta”, concluyó.

Todos los estudios realizados en este paquete de trabajo han dado como resultado la creación de un informe de vigilancia tecnojurídica de los pesticidas.

La experta en insecticidas de Corteva, Maria Torné, explicó que en estos 4 años se han realizado más de 110 ensayos y 6 pruebas de laboratorio y, entre ellas, las alternativas que mejor resultado han dado son los llamados agentes de biocontrol, organismos que compiten contra quienes causan las plagas o enfermedades. Asimismo, de la mano de Vitec, se han evaluado formulaciones basadas en nanopartículas de cobre o azufre, una tecnología fungicida bastante reciente que es muy eficiente gracias a su tamaño microscópico.

Otros estudios han sido las feromonas sin microplásticos y degradables, que se usan para confundir sexualmente a los insectos causantes de las plagas y así evitar que los machos encuentren a las hembras para reproducirse. Además, se ha probado la captura masiva mediante el uso de trampas que atraen a las plagas.

“Hemos visto que, para los biopesticidas, el control de enfermedades es más difícil que el control de insectos por lo que todas las herramientas de biocontrol deben considerarse parte de las estrategias de gestión integrada y no pueden sustituir a los productos convencionales”, afirmó Torné.

Gracias a todos estos ensayos, se han creado nuevos bioestimulantes y productos de biocontrol de diferentes firmas comerciales. Un ejemplo es el fungicida natural PROBLAD patentado por CEV S.A. en Portugal o la tecnología Optinyte de Corteva. Esta última se testó en Bodegas Terras Gauda, donde se hicieron ensayos con productos de biocontrol para hacer frente a enfermedades como el mildiu, por ser de las que tienen una mayor incidencia en la zona de Rías Baixas.

En esta misma zona también se hicieron pruebas para comparar el uso de cubiertas vegetales y florales con el fin de mejorar el control de plagas en el viñedo, concretamente en el viñedo Aster, en la DO Ribera del Duero. Como resultado más relevante hasta la fecha, destaca el hecho de que es posible reducir la fertilización con nitrógeno hasta en un 30% sin que afecte negativamente a la cantidad y calidad de la cosecha cuando el nitrógeno se estabiliza con Optinyte de Corteva.

En representación de la Universidad Politècnica de Catalunya intervinieron Francisco García, integrante de la Unidad de Mecanización Agraria (UPC), y Emilio Gil, director de la misma Unidad, para destacar la importancia de la caracterización del viñedo para poder regular las dosis de fitosanitarios necesarias.

Así, basándose en la tecnología Dosaviña –que permite determinar el volumen óptimo de aplicación en tratamientos fitosanitarios en viña–, NOVATERRA ha conseguido dar un paso más creando un sistema avanzado de ayuda a la toma de decisiones (DSS) que automatiza el proceso de medición de la vegetación, que hasta ahora se hacía de manera manual. Esto supone un gran avance para el viticultor ya que es una tarea tediosa y que requiere de mucho tiempo.

“Conseguimos mapas de vegetación mucho más precisos gracias a la combinación de las imágenes del satélite y la información fotográfica que obtenemos por medio de la instalación de una cámara en el tractor y que proporciona datos de la altura y anchura del viñedo”, señaló Francisco García. Con esta caracterización del viñedo, se facilita información muy precisa de la parcela a la maquinaria de aplicación de fitosanitarios, que regula la cantidad de producto que se aplica a cada zona del cultivo y que solo ha dado un margen de error de 20 l/ha, con un ahorro de producto de alrededor del 15%.

“En los ensayos hemos visto que las parcelas tratadas con nuestro sistema DSS mostraron un aumento significativo del rendimiento (4,34%) en comparación con la parcela tratada convencionalmente, y un aumento del rendimiento del 2,63% en comparación con la parcela no tratada. Además, el ahorro de agua y de producto obtenido en algunos ensayos ha sido del 33% en el caso del Xarel·lo en el Penedès y de un 43% en el Muscat en Francia. Por lo tanto, NOVATERRA DSS parece ser la solución más sostenible desde el punto de vista económico, especialmente para pequeños productores”, aseveró Francisco García.

En el marco de NOVATERRA, la UPC también continúa avanzando en la implantación de un sistema de aplicación variable en viticultura de montaña que está desarrollando con la colaboración de la bodega portuguesa Sogrape Vinhos y que en sus primeros resultados ya avanza ahorros de producto que oscilan entre el 6 y el 14%, una gran reducción de la pérdida de producto de hasta el 25% y, en consecuencia, de la contaminación ambiental.

Aplicar productos naturales y utilizar tecnologías de precisión es más sencillo si el suelo está bien preparado. NOVATERRA ha estudiado el uso de infraestructuras ecológicas como las zonas cerca o dentro de la hilera de la plantación donde se cultivan plantas que son refugio de los enemigos naturales de los organismos causantes de las plagas. El proyecto también ha testado el uso de un robot, llamado MODULAR-E, que contribuye al control de las malas hierbas para mejorar la diversidad y el ahorro de agua, logrando reducir la aplicación de pesticidas en un 50% y la sobredosificación de nitrógeno y los costes de mano de obra hasta un 20%.

Los ensayos han conseguido también reducir en un 50% la población de patógenos y en un 15% la gravedad de las enfermedades en los cultivos gracias a las nuevas técnicas de gestión del suelo, así como aumentar el contenido de carbono en un 15%.

Zein Kallas, director científico del Centre de Recerca en Economia i Desenvolupament Agroalimentari (CREDA-UPC-IRTA), puso de manifiesto la importancia de trasladar todas estas innovaciones y avances al consumidor. En este sentido, el CREDA realizó una encuesta a más de 5.000 consumidores de Francia, Grecia, Italia, Portugal y España, para detectar si el compromiso de las bodegas por la reducción de pesticidas es importante para el consumidor y si puede ser un factor determinante en la decisión de compra.

En primer lugar, se analizó cuánto está dispuesto a pagar el consumidor ante diferentes escenarios de compra y distintos tipos de vino, añadiendo dos factores adicionales: la reducción de pesticidas con certificación vs. sin certificación.

Entre los principales resultados obtenidos, el público general percibe que el uso de fitosanitarios es demasiado alto. La mayoría de los encuestados consume vinos convencionales (frente a vinos ecológicos, biodinámicos y otras categorías) y perciben el precio, el gusto y el conocimiento previo como los atributos más relevantes en la decisión de compra.

Especialmente interesante ha sido el estudio de la predisposición del consumidor a pagar más si la reducción de fitosanitarios empleada en la producción de un vino está o no certificada. CREDA ha llegado a la conclusión de que, en España, por cada 1% de reducción de pesticida sin certificación, el consumidor está dispuesto a pagar un 0,70% más sobre el precio de mercado de un vino concreto. Este dato aumenta hasta un 1,35% si la reducción de pesticida está certificada por la Comisión Europea u otros organismos.

Con estos resultados, dentro del proyecto se está creando una herramienta web con indicadores para medir el impacto de la gestión y protección de cultivos en diferentes categorías: salud humana, aire, agua, suelo, biodiversidad, energía… Esta herramienta recopilará todos los datos solicitados, calculará los indicadores y proporcionará resultados claros y comprensibles sobre las repercusiones medioambientales, sociales y económicas de las estrategias analizadas para adaptar soluciones globales integradas y establecer un control integrado de plagas y enfermedades eficaz.

En definitiva, la encuesta realizada en el marco de NOVATERRA pone de manifiesto que los resultados varían en función del país y el topo de certificación, aunque sí existe un mercado potencial para el vino convencional diferenciado en términos de uso de pesticidas en viñedo.

Con todo, la combinación de nuevas estrategias de manejo, nuevas tecnologías y productos alternativos está resultando ser el camino óptimo hacia la reducción del uso de los fitosanitarios químicos. A pesar de que Europa ha dado este año un paso atrás ante la presión del sector, el futuro del sector agroalimentario pasa por la optimización de la aplicación de los fitosanitarios de síntesis, la optimización del uso del agua, los fertilizantes o la energía.

En este sentido, el proyecto internacional NOVATERRA ha dado un paso adelante, abriendo camino hacia un futuro marcado por una mayor sostenibilidad económica, medioambiental y social.