El coleccionismo de chapas, más que una afición
¿Cómo comenzó tu afición por coleccionar chapas?
Por prescripción médica. Hace unos siete años sufrí un 'trombo' cerebral que me obligó a cambiar mis hábitos de vida y eso significó tener que cambiar desde mi alimentación, actividad física, sistema de transporte, a, como ya he dicho por prescripción médica, mis aficiones. Debía romper durante el fin de semana totalmente con mi rutina diaria, y la neuróloga me prescribió que cambiase de aficiones. Por entonces le guardaba chapas a un amigo, y un día le dije que comenzaría a coleccionarlas yo. De ello hace ya unos siete años.
¿Una afición que, aunque parezca extraño, no es minoritaria en nuestro país?
El coleccionismo de chapas puede ser tan sencillo o tan complejo como uno quiera. En el mundo de las chapas hay gente que lo colecciona todo, y eso que estamos hablando de la existencia solo en España de unas 25.000 chapas diferentes –sin contar las ‘pirulas’–, y por otro lado los que nos especializamos. Hay coleccionistas que se consideran como tal con solo 50 chapas y puede ser cierto, porque se han especializado solo en temas religiosos, deportivos, marinos, productos alimenticios, etc., o solo por territorios (Cataluña, España, una comarca, etc.).
¿En qué tipo de chapas te has especializado?
Yo me he especializado geográficamente solo en España y tomo como referencia las 14.000 chapas que aparecen en el catálogo A.C.P. Bagà editado en 2008. Eso no quiere decir que guarde alguna chapa que me interese especialmente de alguna cava o de la temática marina por mi afición por el mar.
¿Con qué cantidad de chapas cuentas en la actualidad?
En estos momentos tengo alrededor de 6.000 chapas, excluyendo las ‘pirulas’ (ediciones de chapas especiales que no han sido ni embotelladas) y las extranjeras, que no las considero dentro de la colección, y de las que puedo tener unas 4.000 más.
¿Cómo es un encuentro entre coleccionistas?
Intentamos conseguir chapas de dos maneras. Como todo el mundo tenemos una familia y amigos, y son ellos a los que en muchas ocasiones “amargamos” para que nos guarden las chapas. De hecho una de cuatro familias en Cataluña guarda chapas para algún familiar o conocido.
El otro sistema son las denominadas “trobades” o encuentros que al principio se organizaban solo en Cataluña, y que ahora han comenzado también a celebrarse en otros puntos del Estado, como Madrid, Aragón o el País Vasco. Cada fin de semana suele haber una media de catorce o quince encuentros, organizados por los propios coleccionistas –de hecho yo mismo organizo uno al mes–, en el que intercambiamos chapas. Existen una serie de páginas web en las que se publicitan los encuentros o adquieres el compromiso porque la organiza un amigo tuyo, y el fin de encontrarse, a parte de cambiar las chapas, es el de socializar. Muchas veces comienzas desayunando, cambias las chapas, y acabas incluso almorzando, convirtiendo un encuentro que podría ser de dos o tres horas en una jornada que va desde de las 8 de la mañana a las cinco de la tarde.
Hay que mencionar también cómo ha ganado en los últimos tiempos terreno el intercambio por Internet. Existen una serie de páginas especializadas en las que puedes poner lo que tienes, qué te falta y lo que quieres. La página actúa como simple intermediario para que después esas chapas se puedan intercambiar vía correo ordinario o directamente en alguno de los encuentros organizados. Es allí donde muchas veces puedes averiguar dónde encontrar chapas muy determinadas que son muy difíciles de conseguir.
¿Qué le recomendarías a alguien que quiera hacerse coleccionista de chapas?
El que quiera empezar siempre debería tener al lado a alguien experimentado que le aconseje y le explique todas las opciones que existen, porque en los encuentros también hay gente que vende y donde se llega a mover mucho dinero. Se ha de ser realista, nunca se va a llegar a tener todas las chapas que existen –me parece que solo hay dos personas en España que tienen la totalidad–, y por lo tanto la afición debe quedarse en eso, en una afición.
¿Qué cantidades de dinero has visto moverse en un intercambio de chapas?
Puedes llegar a comprar una chapa desde 50 céntimos a 20 o 30 euros, a una colección entera, que es una de las mejores del país y que ahora mismo está en venta, por 300.000 euros. En los extremos en que haya placas que son difícil de encontrar es bastante común la compra-venta, aunque no es mi caso. Creo que el año pasado me gasté 8 euros, pero yo he visto sentado en una mesa cómo un conocido compraba una chapa a otro por 600 euros. Personalmente creo que no es correcto, porque lo que comienza como una afición puede acabar como una obsesión. De hecho conozco dos casos de coleccionistas que tuvieron que vender su colección obligados por sus parejas. Uno de ellos porque se gastó todo el dinero que tenía en casa a mitad de mes, y su mujer le dijo: “O vendes la colección o te vas de casa”.
¿Cómo determina el mundo del coleccionismo de chapas el diseño o el cambio en el diseño de las mismas?
Existen dos criterios. Por un lado la cava o bodega que originalmente diseñaba, y que tiene sus propios diseños y temáticas (escudos, fotografías de poblaciones, monumentos, anagramas de empresas, etc.), y por otro están los particulares, como mi grupo de amigos, que definimos los contenidos. Este año hemos considerado que sean barcos. Hemos tomado unas fotografías, estas se transforman en fotolitos y después nos ponemos en contacto con la bodega pidiendo una cantidad determinada de botellas que en la chapa lleven la imagen que hemos decidido conjuntamente entre nosotros y la bodega. Existe en este terreno una gran variedad de contenidos, siendo difícil en muchas ocasiones localizar muchas de ellas, porque no queda especificado ni el nombre de sus autores.