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“Queremos dar a conocer una zona que hace unos años nadie sabía ni lo que era y ahora la gente regala los vinos de Edra con ilusión”

Entrevista a Alejandro Ascaso, fundador de Bodega Edra

Nina Jareño07/02/2022

Conversar con Alejandro solo te permite mantenerte en silencio y escuchar. Su sabiduría, su pasión y su ilusión traspasan, transmiten y emocionan. La verdad con la que habla de su proyecto, Bodegas Edra, te hace sentir que también es un poco tuyo. En Edra se cultiva el viñedo desde el respeto a la naturaleza, es un oasis en medio de cereal y almendro, y se crían los vinos con un acompañamiento humilde, con un cuidado poco intervencionista, con una selección consciente y en una danza acompasada en la que hombre y vino dan lo mejor de sí mismos. Y donde la uva, la madera y el tiempo son los únicos ingredientes necesarios.

¿Cómo se inició el proyecto de Bodega Edra?

Detrás de Edra hay una familia de agricultores. Iniciamos el proyecto en 1999 con las primeras plantaciones para recuperar una tradición dormida en el pequeño municipio de Ayerbe, en el Prepirineo de Huesca, que por aquel entonces estaba totalmente despoblado. De ahí soy yo y es mi familia, y es una zona con mucha tradición de uva y vino. Antes, todas las familias del área se dedicaban a ello y prácticamente todas las casas, en sus bajos, mantienen el área de trabajo donde anteriormente elaboraban el vino. Se producían miles de litros, pero en los años 90 ya se había perdido prácticamente todo debido a la despoblación. Ni la filoxera, ni el mildiu, ni ninguna plaga… Simplemente la gente se fue.

Era tan importante la tradición aquí que hay documentos sobre vino del siglo XIX firmados por la Reina de España e incluso Ramón y Cajal se enorgullecía de los vinos de Ayerbe. También Jordan de Asso hablaba de ellos, publicando un estudio económico a finales del siglo XIX sobre los viñedos extensivos de Ayerbe. Un dato curioso es que fue el primer estudio económico que se hizo en toda la historia de Aragón. Los vinos que se elaboraban era reconocidos por su calidad, aunque la mayor parte de las producciones eran para el autoconsumo y se comercializaban por Huesca y el Pirineo. Su auge se debió a la expansión filoxera, pues los franceses venían a por vino a España y la primera zona más o menos llana que permitía un buen cultivo que se encontraban al cruzar el Pirineo era Huesca.

Para mi padre, mi tío, para mi, para mi mujer… Para toda la familia fue una ilusión poder recuperar algo tan importante. En aquel momento, la DO Somontano había apostado por bodegas muy grandes pero nosotros decidimos empezar un negocio más humilde y modesto. Cuando terminé los estudios de Ingeniería y de Enología, hice el proyecto de final de carrera sobre el negocio familiar y vimos que podía funcionar.

Alejandro Ascaso, fundador de Bodega Edra
Alejandro Ascaso, fundador de Bodega Edra.

¿Cómo definiría la filosofía de la Bodega?

Siempre hemos apostado por pequeñas producciones y por la uva propia. Aunque pudimos recuperar algo de las viñas antiguas, necesitábamos más producción y tuvimos que plantar nuevas viñas. Nosotros trabajamos sin perjucios, si hay que plantar una variedad nueva y el suelo la acoge bien y la acepta, trabajamos con ella. Por eso tenemos Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Garnacha, Tannat, Malbec, Viognier… Al final soy de campo, soy agricultor, y me gusta que al viña me hable. Por eso me gusta tanto transmitir nuestra identidad, que los vinos muestren que son de Huesca, con su paisaje y su clima.

Estamos en una zona de mucho contraste: pasamos de más de 40 °C en verano a temperaturas bajo cero en invierno, pero es que en un mismo día también hay mucha oscilación entre el día y la noche. Es una zona de mucho viento –el Cierzo tan identificativo de Aragón–, con un suelo de manzanilla muy limoso también muy propio de la zona. Con todo esto quiero decir también que, sobre todo, nuestra filosofía es la honestidad. La uva habla y nosotros transmitimos.

Es importante decir que no buscamos al gran público sino que apostamos por un consumidor más valiente, que se atreve a probar nuevos sabores, exigente y con un espíritu crítico. Esto es lo que nos permitió entrar en las tiendas especializadas y en la gran restauración, llegando a estar con nuestro BlancoLuz en El Bulli de Ferrán Adriá, algo que para nosotros fue espectacular porque somos una bodega muy pequeña, ni siquiera tenemos departamento de Marketing o de Ventas. Somos los mismos vignerons los que estamos en la viña, trabajando la poda y cuidando la uva, los que también estamos en bodega dedicándonos a la elaboración y embotellado del vino, y también comercializando y divulgando posteriormente. Esta figura, la del vigneron, en España ya no se estila pero en Francia sigue manteniéndose y nosotros tenemos mucho contacto con ellos, algo que nos inspira y nos ayuda.

Como decía, están ubicados en Ayerbe, ¿qué aporta el Prepirineo a los vinos de Edra?

Estamos en la falda de la montaña y eso es precisamente lo que significa Somontano. Es una zona maravillosa para hacer vino, la dificultad viene en la comercialización ya que todavía es poco conocida.

En el Prepirineo los contrastes térmicos y de viento son muy fuertes, siempre hay corrientes de aire o nubes que chocan contra la montaña y acaba en tormenta, lo que aporta bastante frescura a los vinos. Aquí no tenemos problemas de brumas o nieblas que afecten a la maduración de la uva, al contrario, es una zona muy cálida pero el contraste térmico hace que la uva madure en unas condiciones muy buenas. Precisamente esto es lo que nos facilita trabajar totalmente en ecológico ya que prácticamente no hay enfermedades. Si que aplicamos algo de azufre para prevenir el oídio pero el míldiu, por ejemplo, solo ha aparecido una vez en los últimos 20 años y con botrytis o polillas no hemos tenido nunca problemas.

Sobre un suelo drenante y arcillo-calcáreo, Edra recupera una tradición aletargada, donde las vides densamente plantadas producen entre 1...

Sobre un suelo drenante y arcillo-calcáreo, Edra recupera una tradición aletargada, donde las vides densamente plantadas producen entre 1,5 y 2 kg por cepa.

Su enología se basa en el método de cata sensorial desarrollado por Antonio Palacios. ¿En qué consiste este método?

Cuando iniciamos el proyecto establecimos que queríamos hacer vinos de calidad. ¿Qué es calidad? Si alguien sabe definirlo que me lo diga… Pero con Antonio y otro enólogo amigo, que se quedó ciego elaborando vino, quisimos averiguar un poco más.

Catando con un enólogo ciego y con los consejos de Antonio, que es un eminencia en el sector de la cata y de la biología de los vinos, decidimos crear un método que nos permitiera elaborar vino a través de la cata, es decir, sin ningún tipo de dato analítico como el pH o la acidez volátil, por ejemplo. Quisimos guiarnos por nuestras experiencias.

Por mi parte puedo aportar lo que sé como como vigneron ya que conozco muy bien de dónde viene la uva, los depósitos en los que ha estado, cómo se ha elaborado… Antonio, con todos sus conocimientos técnicos y su amplia experiencia en prestigiosos laboratorios –y como profesor de universidad y de cata–, y habiendo viajado por todo el mundo, aporta todas sus referencias y eso nos ayuda a hacer catas exquisitas.

Con la unión de los tres, podemos tomar decisiones en función a lo que nosotros sentimos y percibimos, sin datos bioquímicos ni de análisis. Con la información que extraemos, decidimos si le damos más aire, si trabajamos más las lías, si cambiamos de material y tiramos por la madera o el inoxidable… Todo esto, establecido en un protocolo elaborado por Antonio, nos permite sacar al mercado vinos distintos y muy particulares.

Hablan de su bodega como una edificación viva. ¿Qué significa esto?

La bodega vive con las estaciones del año, igual que la vid. Mi mujer es arquitecta y hace ya más de 20 años que tuvo esta idea maravillosa de crear un edificio sostenible y bioclimático, algo que ahora está muy de moda pero que muchos llevamos practicándolo mucho tiempo.

Lo que hicimos fue forrar la bodega con una estructura metálica separada unos centímetros de la pared para que crezcan plantas como la hiedra o algunas vides. Esto permite que el recubrimiento esté vivo y siga el ciclo de la viña, creciendo en primavera, poniéndose las hojas verdes en verano y amarillas y rojas en otoño hasta que se caen en invierno. Así, depende el momento del año en que se visite la bodega, te encuentras una estructura de hierro y madera, o un edificio verde, o amarillo y rojo... Por eso decimos que está vivo. Además, esta estructura nos da sombra en verano y facilita la circulación del aire y del agua, evitando el uso de climatización artificial.

Por otro lado, la orientación de la bodega también es importante, pues está diseñada longitudinalmente para que la parte más soleada y la más sombría cuadren con las necesidades de las distintas salas de la bodega. Por ejemplo, en la cara norte, donde da menos el sol y la temperatura es más fría, tenemos la zona de depósitos y barricas para envejecer los vinos.

La realidad es que somos una bodega pequeña, por lo que no podemos hacer inversiones millonarias, tenemos que hacer las cosas con sentido y con coherencia para ser lo más eficientes posible. Por eso la bodega está en cota cero, no hay subidas ni bajadas ni trabajamos con montacargas porque tenemos que optimizar el tiempo y llegar rápido de un sitio a otro.

La enología de Edra se basa en el método de cata sensorial desarrollado por su enólogo Antonio Palacios
La enología de Edra se basa en el método de cata sensorial desarrollado por su enólogo Antonio Palacios.

¿Qué cree que diferencia los vinos de Edra de otros productos?

Creo que es la identidad. No hay vino que elaboremos que no tenga su personalidad. Tenemos 15 referencias y todas son únicas, ya sea por la variedad o por el suelo, pero son especiales. Supongo que por eso llegamos a El Bulli con nuestro BlancoLuz elaborado con la variedad Viognier, muy poco frecuente en España, o a la Cocina del Restaurante Guggenheim de Bilbao de Martín Berasategui.

Hacemos vinos muy intensos, muy minerales, tánicos, con estructura. No son vinos ligeros ni de consumo rápido, son vinos para disfrutar. Un ejemplo es el Quebrantahuesos, elaborado con Garnacha natural. También el monovarietal Garnacha Gris con el que hemos recuperado un viñedo entero plantando esta variedad. Parece un vino de vermouth por su color amielado, como cobrizo, tirando a ambar y con una personalidad tremenda que casi no permite calificarlo ni como blanco, ni tinto ni rosado.

Sin duda, lo que buscamos es que cuando alguien prueba un vino de nuestro territorio y de nuestra bodega diga: “Esto es un Edra”.

Nos hablaba del BlancoLuz, el vino que pudimos catar en el Fórum Vivínium. ¿Qué le hace tan especial?

Es un vino elaborado con la variedad Viognier, que descubrí estudiando enología y me pareció increíble. En Francia, aunque la consideran una variedad problemática porque no es muy productiva, está más extendida que en España. A nosotros nos funciona muy bien, es muy regular y no nos ha dado más que alegrías. Y eso que empezamos elaborando vinos de mesa con esta variedad ya que no estaba aceptada todavía… Aún así, llegó a estar en el mejor restaurante del mundo y todavía nos parece fascinante.

El BlancoLuz se hizo grande gracias al boca a boca de los sumilleres, que hablaron muy bien de él y nos abrió muchas puertas. Es un vino con mucha frescura pero equilibrado en acidez, con longitud en boca y redondez. Lo vendimiamos a mano y hemos mantenido la elaboración clásica de un blanco, con prensa y trabajo en depósitos de acero inoxidable, bajando la temperatura de fermentación a 14 o 15 °C y con una maceración carbónica para extraer bien las pieles. También hacemos algo de maloláctica, trabajando lías tanto en depósito como en barrica y respetando mucho la fruta y buscando un poco de untuosidad para que le de cremosidad en boca, pero siempre manteniendo la floralidad típica de la Viognier.

Creo que es un vino todoterreno. Un blanco que sirve como aperitivo, para empezar una comida al ser fresquito, agradable, aromático. Pero también sirve para comer porque su estructura es muy buena para maridar con muchos platos: mariscos, arroces, carne blanca… Incluso con carne roja ya que su longitud en boca se lo permite.

Algo curioso es que mantenemos el viñedo de siempre, no hemos aumentado producción. Cuando se acaba, se acaba. Si son 3.000 botellas, son 3.000. Ni una más. Queremos mantener su personalidad y su identidad y para ello debemos respetar su capacidad productiva.

En la bodega, Edra realiza una maceración prefermentativa en la cámara de frío con el fin de captar el máximo los aromas de la uva...
En la bodega, Edra realiza una maceración prefermentativa en la cámara de frío con el fin de captar el máximo los aromas de la uva.

¿Y por qué se llama BlancoLuz?

Se llama BlancoLuz porque en la etiqueta pusimos una especie de ilusión sobre iluminación. La ilusión se refería a la variedad Viognier, como he dicho poco conocida en España, y la iluminación hacía referencia a los éxitos que nos estaba dando como vino de mesa. Sin duda, el BlancoLuz es nuestra niña mimada, nuestra preferida.

¿Cuáles son los retos de futuro de la bodega?

El principal reto es seguir manteniendo nuestra identidad, algo que no es fácil. Queremos seguir apostando por recuperar variedades y por ello estamos trabajando con una propia de Ayerbe única en el mundo –ni si quiera tiene nombre–. Todo empezó hace unos años, cuando encontramos un viñedo en una zona muy concreta y vimos que era una uva que no habíamos probado nunca. La llevamos al Gobierno de Aragón y allí nos confirmaron que ni en su banco de germoplasma ni en el de Murcia les constaba así que apostamos por ella. Ya es el tercer año que elaboramos vino experimental en colaboración con el Gobierno de Aragón con esta variedad y ha habido un poquito de todo en cuanto a resultados… Pero tiene muchísimo potencial, motivo por el cual vamos a plantar media hectárea para seguir creciendo con ella.

En este sentido, ahora contamos con 15 referencias de vino pero nuestro objetivo es crecer, ya sea con variedades autóctonas, con variedades minoritarias o con otras más clásicas. A través de pequeñas producciones, seguiremos aumentando nuestro catálogo. Siempre manteniéndonos fieles a nuestra filosofía, que es la del agricultor que toca los tres palos fundamentales en el vino;

  • En Edra estamos a pie de campo, trabajando la viticultura, el cuidado del viñedo, la tierra… Nos subimos al tractor, hacemos la poda con tijeras, aplicamos tratamientos, nos ponemos la mochila y pulverizamos. Estamos en contacto directo con la tierra y eso nos ayuda a entender el proceso muy bien.
  • También elaboramos los vinos, estamos atentos a la fermentación, cuidamos las lías, conocemos los diferentes tipos de levaduras y de maderas… Todo eso nos ayuda a entender cuando una variedad merece la pena y cuando no.
  • Y, por supuesto, estamos en la calle, en las catas, en los restaurantes, con los clientes… Vemos lo que gusta, lo que mejor se adapta y lo que más motiva, algo que, personalmente, me tiene totalmente atrapado.

Debo reconocer que el mundo del vino es apasionante. Yo no lo conocía de niño y hoy en día me parece increíble. Es mi vida y la de mi familia, lo hemos dado todo por este proyecto y gracias al vino y la viña hemos frenado la despoblación. Mi zona no es de turismo masivo, pero cada vez viene más gente a ver nuestras atracciones como pueden ser el Castillo de Loarre, los Mallos de Riglos o el municipio de Murillo de Gállego y todo esto hace que la gente se acerque y se atreva a probar los vinos de la zona, genera empleo y economía. Cada día hay más demanda e interés, cosa que hace 20 años no pasaba. Los restaurantes están recomendando los vinos de la zona y lo hacen orgullosos porque ven que gustan.

Y a pesar de estar fuera de la DO, sí pertenecemos a la Asociación de Vinos de la Tierra de Aragón y estamos en la IGP Ribera del Gállego Cinco Villas –y eso que la mitad de nuestros vinos son de mesa, varietales y están fuera de la IGP–. Muchas veces me preguntan por qué no estamos dentro de la DO o tenemos más vinos de IGP y creo que es por una cuestión de reglamento, porque en ocasiones no se permiten ciertas cosas, como variedades o tipos de elaboración, que me parecen totalmente incoherentes. Vamos por libre y hacemos las cosas bien independientemente de no estar dentro de la normativa. El buen vino lo hace la uva y en ello creemos.

En definitiva, queremos que la gente disfrute de los vinos que hacemos y ese es el principal objetivo, dar a conocer una zona que hace unos años nadie sabía ni lo que era y ahora la gente regala los vinos de Edra con ilusión.

La bodega se integra en la escala del paisaje al estar cubierta de un manto de hiedra que sigue el ciclo natural
La bodega se integra en la escala del paisaje al estar cubierta de un manto de hiedra que sigue el ciclo natural.

Comentarios al artículo/noticia

#2 - Eloi
21/09/2023 19:04:44
Tuve la suerte de coincidir con Alejandro en Barcelona, en una muestra de productos organizada por Eudelac, ya solo con hablar con él fue un gozo pero después de que nos ofreciera sus diferentes variedades, nos quedamos sin palabras. Calidad y exquisitez en cada trago, se nota la dedicación y el cariño puesto pues así nos lo transmiten en el paladar. Prendados con la garnacha gris, seña de identidad sin duda para un servidor y muestra de valores. Seguid así y mucha suerte para con todo, mis mejores deseos para las cosechas venideras.
#1 - Antonio
09/02/2022 9:59:16
Desde los organismos oficiales hay que ayudar y potenciar con incentivos este tipo de iniciativas para poder seguir creciendo en diversidad y calidad, es lo suyo, sin duda.

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