Entrevista a Josep Pelegrín, Mejor Sumiller de España 2016
¿Qué supone para un profesional como Josep Pelegrín ser nombrado el Mejor Sumiller de España?
Pues es un orgullo, una responsabilidad y, sobre todo, una enorme satisfacción a nivel profesional y también personal. Después de intentarlo en varias ocasiones y finalmente lograrlo, la satisfacción y felicidad es enorme. ¡El esfuerzo ha valido la pena!
Ya fue nombrado Mejor Sumiller de Cataluña en 2014 y 2015, los premios no son nuevos para usted. ¿Qué debe hacer un sumiller para ser reconocido?
Lo fundamental es la dedicación y la pasión por esta profesión. Hay que prepararse bien, estudiar mucho y aprovechar cada cata, cada evento para seguir aprendiendo.
¿Qué papel juega la formación y la experiencia internacional de un sumiller?
Es básico formarse, y además de una forma continua. Tener ganas de aprender cada día y curiosidad por conocer productos nuevos. El hecho de poder viajar y conocer las distintas regiones vinícolas mundiales es muy importante, porque por mucho que estudies y leas acerca de una región concreta, hasta que no la visitas, hasta que no pisas sus viñedos, no la comprendes al 100%.
¿Los conocimientos son puramente académicos o hay una parte de talento?
Es muy importante la formación. Hay gente que catando es una máquina, pero que después carece de los conocimientos. Pero también es importante tener ciertas aptitudes sensoriales. Es una mezcla de ambas, pero yo daría más peso a la formación. Un sumiller no nace, sino que se hace…
Cada vino tiene su momento, ¿cuál es el del vino tinto y cuál el del vino blanco?
Eso depende, como muy bien dices, de cada momento, de con qué se acompañe el vino, con quién nos lo tomemos… Para mí, debemos tomar en cada momento el vino que más nos apetezca, independientemente de reglas de maridaje y demás. Pero siempre beber vino, compartirlo y disfrutarlo, ¡que para eso está!
El rosado es, tal vez, el vino menos valorado. ¿Por qué? ¿Y qué características tiene que lo hacen especial?
Cierto. Normalmente no se cuenta con él y no sé muy bien porqué. Ha cogido esta fama de vino secundario y menos cualitativo, cuando en realidad en nuestro país tenemos grandes rosados. Son vinos muy refrescantes y versátiles, fáciles de beber, amables, ideales para acercar a la gente y, sobre todo, a la juventud, al mundo del vino (que falta nos hace). Deberíamos fijarnos más en ellos…
¿Qué aspectos son importantes a la hora de catalogar un vino como excelente?
Sobre todo que nos cuente su historia, que nos muestre las características de las variedades de las que procede, que nos traslade al viñedo del cual proviene, que nos acerque a la filosofía de las personas que lo han ayudado a nacer. Para mí esto es lo que diferencia un buen vino de otro excelente.
Los gustos son puramente subjetivos, pero como sumiller debe dejarlos de lado. ¿Le resulta difícil encontrar la neutralidad?
Al principio sí cuesta un poco, pero a medida que vas catando más y más, vas aprendiendo a dejar de lado los gustos y preferencias personales.
¿Qué tipología de caldos figuran en su bodega personal?
Pues un poco de todo, pero sobre todo varietales autóctonos de los distintos rincones del país, y vinos singulares, con alma, con mensaje. Aunque tengo menos de los que me gustaría, porque me duran muy poco…
El cava es un espumoso que está buscando su sitio a nivel internacional, aunque se le sigue confundiendo con el champagne...
Cierto, pero tiene todas las diferencias. Procede de regiones diferentes y, por lo tanto, el clima ya es distinto. Tampoco se elabora a partir de las mismas variedades y el método de elaboración, a pesar de ser el mismo, también tiene ciertas diferencias. Con lo cual nos podemos hacer a la idea que son dos productos que no tienen nada que ver. El cava nos aporta un frescor, una vivacidad, una alegría en boca que quizás a muchos champagnes les gustaría tener…
¿Qué opinión le merecen los tapones de plástico?
Usados para vinos jóvenes, que no precisan de evolución en botella, me parecen adecuados.
El vino español es de gran calidad. Sin embargo, cuesta encontrarlo en algunos países. ¿Por qué, qué nos falta?
Nos falta más seguridad en nosotros mismos. Creernos que lo estamos haciendo bien, con calidad. Eso que a otros vecinos europeos les sobra. Tenemos buenos climas, buenas tierras, buenos elaboradores, historia y tradición. No nos falta nada, simplemente es una cuestión de autoestima.
¿Cree que el consumidor se deja influenciar demasiado por los prescriptores internacionales o realmente sabe lo que hace?
Cada vez sabe más lo que hace, lo que compra y lo que bebe. Los prescriptores están ahí y son de utilidad, siempre y cuando tengamos claro cuál es su criterio y que precisamente éste es personal.
En un momento en el actual donde el precio juega un papel fundamental debido a la crisis, ¿cómo le aconseja a un cliente un caldo sin dañar demasiado su cartera?
Con honestidad y sin quererlo engañar ni intentarle colar nada. Si no se conoce al cliente, recomendándole siempre vinos cuya relación calidad-precio sea buena. A medida que lo fidelizamos, lo conocemos mejor y sabemos más acerca de sus posibilidades económicas. De esta forma podemos ir ajustando el vino a recomendarle.
¿Podría aconsejar un vino blanco, otro tinto y otro rosado por su relación calidad/precio?
En nuestro país, por suerte, tenemos muchos. Hablar solamente de uno sería injusto. Quizás me quedaría con los vinos que me apasionan y que nos hablan alto y claro de su procedencia: los blancos de Galicia, tan frescos y salinos como su clima y su tierra; rosados de Navarra, modernos, atractivos y golosos; y los tintos de mi tierra, el Pla de Bages, combinando variedades autóctonas con otras francesas, una zona con una historia y tradición únicos, un presente interesante y un futuro brillante.