La Ruta del Vino de Jumilla
La Ruta del Vino de Jumilla forma parte desde agosto de 2005, del club de producto 'Rutas del Vino de España', junto con otros importantes destinos turísticos, lo que le da una garantía e imagen de calidad, respaldada por la Secretaría General de Turismo (Turespaña), el Ministerio de Agricultura y Acevin (Asociación Española de Ciudades del Vino). La gestión de la Ruta del Vino de Jumilla, se realiza a través de una Asociación creada al efecto y de la que forman parte el Ayuntamiento de la localidad, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Jumilla, bodegas, restaurantes, alojamientos, tiendas especializadas y agencias de viaje.
Las bodegas
Todas las bodegas adscritas a la Ruta del Vino cuentan con personal cualificado para la realización de visitas, mostrando el proceso de elaboración del vino. Estas bodegas además ofrecen la posibilidad de degustar sus vinos, recibiendo una explicación detallada sobre las características del producto degustado, así como de la forma adecuada de catarlo. Además todas estas bodegas ponen a su disposición una tienda para la compra de vinos. Bodegas centenarias como la bodega Pedro Luis Martínez, fundada en 1870, Finca Omblancas, fundada en 1888, o la Bodega Cooperativa San Isidro, fundada en 1934 son una muestra del tesoro vinícola del que se puede disfrutar en Jumilla.
Los vinos
El gran protagonista de la Ruta del Vino de Jumilla, como no podía ser de otra manera, son los vinos de la zona amparados bajo la D.O.Jumilla, creada en 1966. Su zona de producción se encuentra en las provincias de Albacete y de Murcia, incluyendo los municipios de Jumilla, el cual da nombre a la denominación, Fuenteálamo, Ontur, Hellín, Albatana, Tobarra y Montealegre del Castillo.
El clima con inviernos fríos, primaveras suaves y veranos muy calurosos y secos, acompañado por la escasez de lluvias, hace que esta tierra sea el lugar adecuado para el cultivo de la variedad de uva Monastrell, la más importante en la Denominación de Origen. A partir de esta variedad se obtienen unos excelentes tintos de color rubí intenso, con tonos violetas y abundantes aromas frutales, franco en nariz cálido en boca. Otras variedades son la Garnacha, Garnacha Tintorera, Cencibel, Airen, Pedro Ximenez, Macabeo, Syrah, Merlot, Cabernet-Sauvignon.
Los vinos blancos se elaboran fundamentalmente con la variedad Macabeo. Son en general vinos limpios y brillantes, con tonalidades del amarillo verdoso al amarillo pálido, con aromas afrutados, limpios y frescos; en boca son ligeros y limpios, destacando su frescura, ligereza y equilibrio.
Los vinos rosados se obtienen principalmente a partir de la variedad Monastrell, por estrujado de ésta y cortas maceraciones de pulpa y hollejo; son vinos limpios y brillantes, con tonalidades muy atractivas como rosa, frambuesa, cereza, con matices morados en cuanto a aromas son limpios y elegantes, frutosos y florales, manteniendo los aromas de la variedad; en boca son carnosos, sabrosos y frescos, con amplia retronasal.
Los vinos tintos están dominados por la presencia de la uva autóctona Monastrell, aunque estos también se complementan con otras variedades de la Denominación de Origen. Estos vinos sobre todos los jóvenes, tan de moda actualmente, se caracterizan por ser muy explosivos en la nariz, su frutosidad (frutos negros, frutas maduras, cereza, fresas, grosella), su fuerte color, generalmente rojo púrpura intenso con ribetes morados, en boca tienen estructura y fuerza, con taninos vivos y persistentes. Los vinos crianza son sabrosos, carnosos, aromáticos, complejos. Los vinos dulces naturales son vinos tradicionales de gran calidad que siguen teniendo vigencia y buen futuro.
En conjunto, los vinos de la Denominación de Origen Jumilla son vinos que han conseguido un alto nivel dentro del panorama vinícola español, siendo en la actualidad, de los vinos más premiados en concursos nacionales e internacionales.
La gastronomía
La riqueza gastronómica de Jumilla, con sus platos más típicos, sus tapas, su apreciada repostería, su aceite de oliva, así como el auténtico sabor de sus quesos de cabra y sus vinos, es uno de los principales atractivos de la zona. La cocina típica procedente de las diversas culturas asentadas en esta tierras, la influencia de la gastronomía murciana y manchega, junto a los rigores invernales y la dureza de las labores campesinas en su origen, han dado lugar a unos platos apetitosos y variados, muy nutritivos y de gran valor calórico. Entre ellos sobresalen el gazpacho jumillano, de origen judío, cocinado con trozos de torta de harina de trigo sin fermentar, con variedad de carne de caza, liebre, perdiz, conejo, etc. y caracoles serranos; la gachamiga, un plato de invierno, de gran valor calórico y arraigada tradición popular por su sencillez; las pelotas, un plato típico del día de Navidad, aunque ahora se cocina en cualquier época y que se elabora con pan rallado remojado en agua o leche, hígado o magro picado, huevos, ajos, perejil y se condimenta al gusto, cociéndose en forma de pelotas en el caldo del cocido; las empanadas de patata y el queso de cabra frito con tomate.
También hay que destacar en el amplio recetario jumillano, el arroz y conejo con caracoles, el cabrito frito con ajos, las fritillas, el mortirigüelo o el trigoentero, éste último una comida cuaresmal típica de Jueves Santo.
En cuanto a los dulces tradicionales, el viajero podrá degustar verdaderas exquisiteces en su paladar. En su origen, la mayoría eran típicos de Navidad, y son conocidas como “frioleras”, aunque actualmente se elaboran y consumen durante todo el año. Aunque hay una gran variedad, quizás las más conocidas son los sequillos, las pirusas, los rollos de vino, los pasteles de anís, los mantecados de almendra y las cristóbalas.
Rutas turísticas
El viajero que llega a Jumilla para disfrutar de su Ruta del Vino descubrirá un patrimonio monumental y natural impresionante. La mejor manera de hacerlo para no dejarse nada en el olvido es a través de las diversas rutas turísticas establecidas y señalizadas desde la Concejalía de Turismo de la localidad murciana.
Ruta en la ciudad
Jumilla posee un conjunto histórico artístico de gran valor. Entre su extenso patrimonio destacan dos construcciones: El Castillo y la Iglesia de Santiago.
El Castillo fue construido en 1461 por el Marqués de Villena, Juan Pacheco Girón. La fortaleza se levantó, casi tal como se conoce hoy en día, en estilo gótico, con sus tres pisos, sótano y terraza. Por su parte, la iglesia de Santiago, Monumento Nacional desde 1931, es uno de los grandes símbolos de la ciudad. Su construcción se inició a mediados del siglo XV en un estilo gótico tardío o isabelino, edificando solamente la nave central y las capillas laterales. En el siglo XVI, con el Renacimiento, se construyó la Capilla Mayor, obra de Jerónimo Quijano que diseñó el crucero de planta trilobulada, siendo el primero construido en la región con una gran cúpula. A principios del XVIII se reiniciaron las obras con dos de los tres cuerpos de la torre actual que se finaliza por orden del Cardenal Belluga, en 1730. Ya a principios del siglo XIX con el arquitecto Lorenzo Alonso, se construyó el coro en los pies de la Iglesia y a ambos lados, sendas naves con puerta de salida al atrio todo en el más puro estilo neoclásico pero guardando una armonía con la obra gótica de la nave central.
También son puntos de interés turístico la Iglesia de El Salvador, el Teatro Vico, la Casa Modernista, el Museo Etnográfico y de Ciencias de la Naturaleza, el Palacio del Concejo, la Casa Solariega de 'Pérez de los Cobos', el Subidor al Castillo, Santa María del Arrabal, San Roque, San Antón y el Jardín Botánico.
Ruta de Santa Ana
La Ruta de Santa Ana discurre por un área montañosa de gran belleza paisajística y alto valor ambiental. En su recorrido se encuentran numerosos enclaves de especial importancia histórica. Destaca principalmente el Convento de Santa Ana, situado en pleno corazón de la sierra, en la umbría del Picacho, y junto al manantial de la Fuente de la Jarra, y edificado por la Orden Franciscana a finales del siglo XV. El Convento de Santa Ana atesora un importante, antiguo y valioso legado cultural histórico y artístico que los frailes han ido acumulando y conservando a través de los siglos gracias a donaciones y limosnas: pinturas, esculturas, manuscritos, piezas arqueológicas, fósiles y objetos de artesanía. Destacan las imágenes del Cristo Amarrado a la Columna (esculpida por Francisco Salzillo en el XVIII) y el Cristo de la Reja (escultura de gran tamaño fechada a finales del XVI). De todas las pinturas que decoran el convento, destacan dos tablitas atribuidas al maestro del Renacimiento Juan de Juanes (siglo XVI).
Otros enclaves a destacar son los 'Pasicos de San Pascual Bailón', unas pequeñas edificaciones denominadas “pasos”, edificadas en el siglo XVIII que rememoran los descansos que el santo efectuaba en sus idas y venidas al convento franciscano de Santa Ana, el yacimiento de 'Coimbra del Barranco Ancho', declarado Bien de Interés Cultural, y que se localiza muy próximo a la Fuente de la Jarra.
Ruta de la Pedrera
La Ruta de la Pedrera discurre por la Sierra de La Pedrera, Hoya de la Sima y Minas de La Celia y tiene un marcado carácter ambiental, geológico e histórico. Como punto de especial interés destacan las pinturas rupestres de la Pedrera, Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad, descubiertas en 1998. Las pinturas se corresponden al tipo de Arte Rupestre Esquemático, que se fecha entre el V y el II milenio a.C., es decir, entre el Neolítico y la Edad del Bronce.
Ruta del Carche
La Ruta del Carche discurre por el Parque Regional de la Sierra de El Carche, un macizo montañoso de alto interés geomorfológico, paleontológico, botánico y paisajístico.
Ruta de la Cingla
La Ruta de la Cingla, de carácter ambiental e histórico, discurre por la Sierra de la Cingla, y las pedanías de La Alquería y Fuente del Pino. La Sierra de la Cingla es un área montañosa de gran belleza paisajística y alto valor ambiental, cuya cumbre se sitúa a 1.079 m en el Picacho del Infierno. Destacan en su recorrido como puntos de interés turístico los escarpes rocosos de Peñarrubia y Grajas, el barranco del Buen Aire, las pinturas rupestres de la Cueva del Peliciego y las pedanías de La Alquería, con el Manantial del Chorro y la ermita de San José, y de la Fuente del Pino, con la Ermita de la Virgen del Rosario.