Massey Ferguson recorre Marruecos junto a un Panda
17 de junio de 2014
El pasado mes de abril Meritxell Márquez-Cayero y su compañero Asier Mangas se embarcaron en su Fiat Panda de la mano de Massey Ferguson para participar en el Panda Raid 2014. Esta aventura les llevó a recorrer Marruecos durante 7 días sin más tecnología que la de su automóvil y una brújula, haciéndoles poner a prueba su resistencia y la de sus vehículos y acercando material escolar a los niños más desfavorecidos del país vecino.
Meritxell trabaja en el departamento de Postventa de Agco Iberia, comercializando recambios para las marcas del grupo, entre las que figura Massey Ferguson, y es precisamente ésta la que ha patrocinado esta singular aventura.
“Hace un tiempo ya, mi compañero y yo nos planteábamos la posibilidad de participar en una experiencia tan fascinante como es Panda Raid, una travesía de 5000 km atravesando desiertos, bosques, montañas, pueblos perdidos en medio de la nada… y todo ello en un vehículo tan mítico como el Fiat Panda.
Por aquellas cosas que parecen del destino, Agco ofrecía la posibilidad de patrocinio para equipos deportivos. Como amante de las aventuras me pareció el empujón para decidirnos, pero como integrante de Agco, me pareció la oportunidad perfecta de llevar el nombre de Massey Ferguson a través de Marruecos con uno de los mejores objetivos que se pueden tener: llevar ayuda escolar a los colegios de Marruecos. Después de unos meses de preparación, había llegado el día de partir hacia Algeciras junto a otros 150 vehículos, donde un ferry nos trasladaría a Tánger.
Una vez llegados a Tánger y después de una sesión informativa, empezaba la aventura. Nuestros medios eran un roadbook con indicaciones, una brújula y un sencillo cuentakilómetros de bicicleta. Estábamos solos frente a kilómetros y kilómetros de carreteras y pistas, y ansiosos por empezar.
En la primera etapa nos dimos cuenta de que Marruecos era un país maravilloso. Bosques centenarios nos rodeaban en la ruta, y los gigantes pinos nos cobijaron mientras reparábamos una pequeña avería. Hemos visto paisajes nevados sobre los 2000 metros de altura; grandes extensiones de verdes llanuras; lagos de aguas azules, desiertos interminables, montañas atravesadas por ríos y extensas playas desiertas.
En las siguientes etapas pudimos comprobar que Marruecos era una prueba dura. Nos encontramos con ríos de arena interminables en los que a cada 100 metros había que poner las rampas y empujar; tormentas de arena de las que no hubiésemos salido sin la brújula; kilómetros de terreno pedregoso en el que más de un equipo tuvo que abandonar la prueba…
Al llegar la noche, después de cientos de duros kilómetros a cuestas, nos quedaba llegar al campamento. Llegar, montar la tienda de campaña, revisar el vehículo y las posibles averías, cenar y si daba tiempo darse una merecida ducha… con agua fría. Después de una breve sesión informativa, tocaba la esperada reunión con el saco de dormir, porque en unas pocas horas tocaba despedirse de él.
Durante la travesía, tuvimos la oportunidad de conocer a la maravillosa gente de Marruecos. También los lugareños te ayudaban en todo lo posible; aparecía gente de la nada a ayudarte a empujar, a sacar arena de debajo del coche, a guiarte… Nos hemos encontrado gente maravillosa por el camino, niños y mayores descalzos caminando sobre piedras siempre con una sonrisa en la cara. Precisamente esos niños eran el principal objetivo de Panda Raid. Cada equipo debía llevar 20 kg de material escolar, productos de higiene básicos o calzados.
La tercera etapa fue “La etapa de los niños”, una dura travesía en la que el objetivo era llegar al colegio sede de la ONG donde entregaríamos ayuda que tanto necesitan. Y nos dieron mucho más de lo que les entregamos. Tuvimos la oportunidad de jugar con ellos, nos invitaron a té y pastas, nos cantaron, nos regalaron dibujos… y sobretodo sus sonrisas sus besos y sus abrazos. Sólo por eso ha valido la pena.
A partir de ese momento, la melancolía por las muestras de cariño y felicidad que dejábamos atrás se mezcló con la curiosidad y ganas de saber qué nos esperaba, y de nuevo Marruecos no nos defraudó. Todos los paisajes se antojaban iguales pero cada uno era distinto al anterior a medida que avanzábamos. Cada cierto número de kilómetros atravesábamos algún pequeño pueblo, centro de comercio de cada zona, donde pudimos experimentar una pequeña porción del día a día de la gente del lugar. Mercados, carnicerías al aire libre, y sobretodo talleres mecánicos.
En definitiva, Marruecos nos ha cautivado, su gente, su hospitalidad, su gastronomía, sus paisajes espectaculares, ríos, bosques, nieve y arena. Un país de contrastes en todos los sentidos.
Así que nos venimos con miles de recuerdos, miles de fotos, cientos de sonrisas, nuevas amistades y con la certeza de que en un año volveremos a por más”.