No es una utopía afirmar que, a medio plazo, se implantarán microchips complementando el vestuario de trabajo. En un mundo en el que los trabajadores visten uniformes, diferenciados por diseños, colores y prestaciones de protección de acuerdo a la función que desempeñan, la aplicación del microchip puede solventar problemas de seguridad, agilizar la producción, evitar errores y facilitar la comunicación.
El microchip en su mínima expresión.
En la actualidad, algunas empresas punteras ya han optado por esta técnica. Lejos de una quimera es ya una realidad. Es el caso de New Fusion, una compañía belga de software especializada en marketing digital, que ha saltado a la primera plana de todas las noticias por haber implantado un microchip en siete de sus doce empleados, como ya hiciera también en 2015 la empresa sueca Epicenter. Estos dispositivos consisten en una funda de cristal del tamaño de un grano de arroz, y utilizan una tecnología de reconocimiento por radiofrecuencia (RFDI) que permite identificar al portador con un número de serie individual y ser gestionado desde una aplicación de teléfono móvil.
Por el momento parece que las finalidades de estos dispositivos son las de mera identificación del empleado para su acceso a determinadas estancias, servicios o sistemas informáticos corporativos, pero las utilidades y posibilidades se intuyen como infinitas.
Técnicamente estos microchips podrían almacenar y transmitir cientos o miles de datos sobre la localización exacta del empleado, incorporando dispositivos de geolocalización, ofreciendo información de tiempos de trabajo y horario de entrada o salida, así como interacción con otros dispositivos conectados con tecnología IoE como ordenadores, conexiones en internet, servidores, impresoras, etc.
Implantación de microchips en los albornoces de los hoteles.
En España todavía no hemos tenido un supuesto parecido, sin embargo nuestros tribunales ya han tenido ocasión de pronunciarse sobre otros conflictos similares derivados precisamente de la aplicación de determinadas tecnologías en la esfera laboral.
Así, por ejemplo, actualmente está permitido el uso de sistemas de geolocalización con finalidades de control laboral de los empleados (incorporados en vehículos, tarjetas o dispositivos móviles), si bien, para que sea lícita esta medida, se requiere informar previamente al empleado tanto de su instalación como de sus concretas finalidades y que dicha medida de control sea en cualquier caso proporcional al fin perseguido (test constitucional de proporcionalidad). En caso contrario se considerará ilícito el seguimiento efectuado al empleado y constituirá una intromisión desproporcionada e injustificada en su esfera de intimidad (SSTSJ Madrid 21-3-2014 y 29-9-2014; STSJ Castilla la Mancha 23-3-2015).
Inditex incorpora un microchip a todas sus prendas.
Otros de los mecanismos tecnológicos ya validados por nuestros tribunales en el ámbito laboral son los sistemas de registro de datos biométricos, tales como el iris, la morfología del rostro, de la mano, o la huella dactilar. Estos sistemas permiten identificar de forma individualizada a cada persona tanto en los accesos y salidas de las instalaciones de la empresa como en equipos informáticos, ordenadores o dispositivos móviles. Sería lícito utilizar estos sistemas para el control de obligaciones laborales, como por ejemplo el control horario, siempre y cuando la empresa, al igual que en los dispositivos de GPS, hubiera informado previamente a los empleados de su instalación y finalidad.
A modo de conclusión, podemos decir que hoy en día, en nuestro país, si bien podría ser viable jurídicamente la implantación de microchips en trabajadores, siempre con el consentimiento voluntario de los mismos, sería más dudosa su aplicabilidad para otras finalidades tales como el control fuera del tiempo laboral.
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