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El conocimiento y el uso adecuado de prendas y EPI dentro del colectivo de bomberos es fundamental para evitar accidentes y reducir el índice de siniestralidad en la extinción del fuego

Bomberos: protegerse para salvar la vida de otros

Redacción Interempresas18/06/2018

La utilización de los equipos de protección individual es fundamental en el desempeño de las tareas de prevención y extinción de incendios. El de los bomberos es, precisamente, un colectivo con uso intensivo de Equipos de Protección Individual (EPI), junto con los agentes forestales y otros colectivos implicados en las tareas de extinción. No obstante, desde Asepal, Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual, se reclama que la información sobre el uso de EPI llegue también a la población civil.

Los incendios se han convertido en un problema medioambiental de primer grado y las tareas de prevención exigen más inversión y planificación...
Los incendios se han convertido en un problema medioambiental de primer grado y las tareas de prevención exigen más inversión y planificación.
Por eso, con motivo del inicio de la temporada de máximo riesgo de incendios, desde Asepal reivindican la importancia de que los profesionales y todas las personas implicadas en la lucha contra el fuego para que conozcan de primera mano las características y el uso adecuado de los equipos que se utilizan en esta tarea para reducir riesgos y mejorar el rendimiento de los equipos de extinción.

EPI contra el fuego

En el caso concreto de la lucha contra el fuego, los bomberos, los agentes forestales y los agentes de protección civil que desempeñan esta labor, así como voluntarios, deben ir equipados con los EPI adecuados para la extinción de los incendios. Entre ellos destacan: vestuario de protección contra el calor y las llamas, calzado y guantes para bombero, mascarilla filtrante, gafas, casco, cubrenucas y otros complementos de gran utilidad, entre otros.

Conocer y promover el uso adecuado de estos equipos ayuda a reducir el índice de accidentes y siniestralidad derivados de las tareas de extinción. En primer lugar, por las condiciones a las que se exponen los profesionales. “En la lucha contra incendios los trabajadores están sometidos a niveles importantes de calor (de distintos tipos) y a otros riesgos térmicos como la exposición a las llamas”, añaden desde Asepal.

Además, recuerdan que toda acción preventiva debe ir precedida de la correspondiente evaluación de riesgos laborales. “Lo primero que tenemos que saber es qué nos enfrentamos. El fuego es un rival muy exigente que no hay que infravalorar”, valoran desde Asepal. El año pasado, de hecho, fue el peor en grandes incendios forestales en España desde 2006 y el segundo de la última década en superficie quemada por las llamas, según los últimos datos proporcionados por las comunidades autónomas al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.

En el caso particular de los incendios, los factores de riesgo que pueden aparecer en las tareas derivadas de la extinción y prevención son muy variados y no sólo tienen al fuego como enemigo: incidencia de agentes químicos, empleo de motosierras o maquinaria, circunstancias derivadas de la orografía o las condiciones meteorológicas, problemas ergonómicos como resultado del empleo de determinados utensilios o equipamientos, las condiciones del trabajo, etc. En este sentido, es fundamental la ergonomía del usuario, “ya que los trabajos de extinción de incendios se hacen en condiciones de altas temperaturas y con altos ritmos de trabajo, por lo que la capacidad del vestuario para permitir la transpiración del usuario es fundamental para la seguridad del mismo”.

Los bomberos, los agentes forestales y los agentes de protección civil que desempeñan esta labor, así como voluntarios...
Los bomberos, los agentes forestales y los agentes de protección civil que desempeñan esta labor, así como voluntarios, deben ir equipados con los EPI adecuados para la extinción de los incendios.
Junto con las quemaduras, las consecuencias de los accidentes son muy variadas: fracturas, contusiones, luxaciones, heridas, cortes, y mucho más graves, como invalidez o muerte. Y también enfermedades como dolores y lesiones osteomusculares, síndrome de ‘dedos blancos’, traumatismos auditivos, alteraciones del sistema nervioso... Para prevenir estas circunstancias, como señala Luis Gil, secretario general de Asepal, resulta primordial “la evaluación de riesgos, una organización profesional del desempeño a realizar, y el empleo de los equipos de protección individual adecuados”.

Desde Asepal insisten en las características generales que deben reunir todos los EPI empleados por los agentes implicados en la extinción de incendios: ergonomía (para realizar el desempeño con comodidad); adaptación (a la consideración de cada riesgo); inocuos (que no generen riesgos por sí mismos, o provoquen efectos nocivos en la salud o higiene del usuario); ligeros en el uso; sólidos y resistentes.

Más violentos y descontrolados

En 2017 ardieron en España un total de 174.788 hectáreas que se cobraron la vida de 4 personas, mientras que cientos perdieron sus hogares y fueron desalojadas, según datos del Ministerio de Medio Ambiente (*contabilizados hasta el 31 de octubre de 2017). La cifra aumenta si tenemos en cuenta el devastador incendio que se cobró la vida de 64 vidas en Portugal.

Los incendios se han convertido en un problema medioambiental de primer grado y las tareas de prevención exigen más inversión y planificación. “Los incendios vez son más violentos e incontrolables y se requieren nuevas soluciones en la prevención y, sobre todo, en la protección de las personas que luchan contra el fuego”, destacan desde Asepal.

Los equipos de protección individual ayudan a reducir los índices de siniestralidad y, según la asociación, es necesario que las campañas de información sobre equipos de protección también lleguen al ciudadano. “Por su naturaleza descontrolada y violenta, cada vez estamos viendo cómo la población civil forma parte de las tareas de extinción para salvar sus hogares. Éstas se llevan a cabo de forma in extremis y sin los medios suficientes para garantizar la salud de las personas que participan en la extinción”, destaca Luis Gil, secretario general de Asepal.

El año 2017 fue el peor en grandes incendios forestales en España desde 2006 y el segundo de la última década en superficie quemada por las llamas...
El año 2017 fue el peor en grandes incendios forestales en España desde 2006 y el segundo de la última década en superficie quemada por las llamas.

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