Uniformes con tradición (III): El uniforme militar
Durante los próximos días trataremos todos los uniformes que tienen los cuerpos de defensa, tanto el traje de gala como el de combate. Para introducirnos, leemos el trabajo de Carlos J. Medina, teniente coronel de Artillería y vocal asesor del Departamento de Protocolo de Presidencia del Gobierno.
La base principal del uniforme del ejército, según el autor, es la de diferenciarse entre sí y del resto de ciudadanos. Una distinción motivada por muchas causas, imprescindibles todas ellas.
En el campo de batalla, evidentemente deben de diferenciarse los ejércitos, además de distinguirse también de la población civil en momentos de guerra y en momentos de paz. Las fuerzas y cuerpos de seguridad transmiten autoridad, y están formados para actuar ante cualquier incidencia.
Por último, como decimos siempre en Jobwear, el uniforme te cambia. O no. Pero al vestir un uniforme militar, principios como la camaradería, la disciplina y el servicio a la comunidad deben primar cualquier actuación, dejando de lado el egoísmo y los intereses propios.
Aunque parezca de cajón, el uniforme es la base para formar un grupo homogéneo de personas, y conseguir que el trabajo en equipo dé sus frutos, convirtiendo el grupo de personas en una sola institución con unos principios sólidos.
Por último, en una cuestión puramente funcional, el uniforme de combate es necesario por una cuestión de seguridad y protección.
El uniforme nace en el siglo XVII, ya que antes solo podría hablarse de prendas utilizadas frecuentemente por soldados y oficiales, que las adquirían por su cuenta. Los uniformes como tal se consolidan a partir del siglo XVII.
Hablamos de consolidación porque las haciendas nacionales comienzan a adquirir los uniformes para sus soldados. Dicha indumentaria evoluciona a lo largo de los años por varias razones. Evidentemente, la primera, la funcionalidad, ya que poco a poco el uniforme es más específico y más adaptado a las circunstancias de combate, con patrones de camuflaje, protección contra el frío, etc. Además, la evolución de nuevos descubrimientos textiles y nuevas fibras que se adaptan mucho mejor al desarrollo de las tareas militares. No fue hasta el siglo XX que se descubren los polímeros plásticos y fibras sintéticas que permiten proteger mejor del frío, adaptarse a movimientos bruscos o a la comodidad en el roce de las prendas con la piel.
En cuanto a la estética, dos premisas básicas en cuanto a la evolución. La primera, se basa en cuestiones políticas. El tipo de gobierno o forma política dominante influía fuertemente en la adopción de ciertas estéticas. Además, aunque parezca mentira, la moda civil influye mucho en la decisión del diseño. Como hemos visto en otros post sobre uniformes, como las azafatas, la moda civil manda, y en la medida que se puede, los uniformes se adaptan a ésta. Aunque no siempre es así, porque actualmente es la moda la que se adapta a la estética militar. El verde combate es el color de moda, y las chaquetas con insignias están en todas las tiendas de moda de las ciudades más cosmopolitas.
En el siguiente post, siguiendo con la estructura de la publicación de Carlos J. Medina, hablaremos de cuáles son los parámetros que se utilizan hoy en día para elegir la uniformidad en el ejército. ¡Esperamos que sea interesante!
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