Marcas que no se cuidan
Redacción Jobwear30/10/2014
Seguro que hay empresas cuyos servicios no contrataríais jamás. O cuyos productos están fijos en vuestra lista negra. O al contrario, están fijos en vuestra lista de la compra.
Probablemente, una gran parte de esa lista negra esté compuesta de mala calidad de los productos o servicios, pero también repleta de pésima imagen corporativa. Una mala imagen fruto de una comunicación desatendida o un error de marketing que la compañía no supo subsanar. La mala fama, vaya.
En la otra cara de la moneda están esas compañías que por mucho que digan los demás, siguen siendo líderes en ventas o servicios. Y los nombres de esas empresas también lideran los rankings de imagen corporativa. De valor de su marca. De popularidad. Esas compañías tienen un equipo de marketing bien formado y unas directrices de comportamiento y compromiso que se extienden hasta en el aspecto personal de cada uno de los empleados.
La comunicación corporativa es, por lo tanto, una adaptación de los dilemas morales y a los que nos enfrentamos cuando nos presentamos a los demás, pero llevado al ámbito empresarial.
La imagen corporativa tras las pantallas
Hoy en día, una de las partes fundamentales para que una empresa prospere es tener un equipo que sepa hablar lenguaje 2.0.
Los usuarios y clientes demandan atención personalizada e inmediata, demandan humildad, demandan principios y demandan honestidad. Valores que obviamente se transmiten mediante el comportamiento de los empleados, y por extensión, mediante la imagen que transmiten al público.
Ahí entra el papel de la imagen pública y la comunicación. Algo, por cierto que no solo va de marcas destinadas al consumidor final. Va de todas y cada una de las pequeñas, grandes y medianas empresas que saben reaccionar frente a las adversidades.
Las empresas más valoradas son aquellas que tienen una escucha activa en las redes sociales y en su página web y jamás borran un comentario negativo.
Otras, pensando que la mejor táctica es la de los “ojos que no ven”, intentan tapar por todos los medios cualquier información que les perjudique. Pero internet es infinito. Y cuando el cliente se entera de alguna mala praxis es cuando llega el momento de dejar de confiar en ellos. Es cuando pasan al lado oscuro. A la lista negra.
El comportamiento de las empresas en cuanto a comunicación externa es lo que define su personalidad, y lo que hace que estemos dispuestos a pagar más, o menos, o no paguemos por sus servicios.
Por ejemplo, hay empresas que optan por el llamado marketing invasivo como forma de promoción. Esa mítica operadora de una compañía telefónica que llama para contarte sus nuevas ofertas a las 16 h y a las 23h exactamente. Parece que alguien no sabe lo sagrada que puede llegar a ser la siesta. O le da igual. Y cuando les haces un tweet para quejarte, hacen oídos sordos, como cuando te sale el robot al llamar por teléfono. Son actitudes que dejan al usuario en una posición impotente y fomentan la mala imagen.
Compañías que caen mal
Pero también podemos encontrar buenas prácticas en alguna compañía telefónica. Como aquella que se caracteriza precisamente por lo contrario: por tener principios, por prestar atención directa, por “no molestar” y por cumplir con sus promesas. Como vemos estos valores son los más valorados por los clientes. Tanto que, sin quererlo, la compañía ha conseguido liderar los rankings de portabilidad.
Compañías que caen bien
Por último, otras marcas que deberían clasificarse en un post aparte, porque caen mal (muy mal) pero nadie es capaz de ofrecer sus servicios a precios tan competitivos y por ello su negocio puede continuar.
Son marcas que se nutren del boca a boca, poco tienen que decir en redes sociales y no tienen ni un teléfono de contacto. No hay página de Facebook oficial y las que hay están llenas de comentarios desesperados de clientes desengañados que buscan respuestas, aunque saben que no las encontrarán allí. Twitter, aún peor. Hasta hace poco no tenían y ahora sí, aunque se ignora a los clientes de forma demasiado notoria. Pero siguen operando una media de mil vuelos diarios. Y siguen sin caer bien.
Al final y en conclusión, lo que cuenta es eso, la imagen corporativa y la fidelización de un cliente. Tanto si se trata de una marca marca, una empresa, un freelance o incluso alguien en búsqueda activa de empleo, la marca personal es la base para conseguir el éxito. La marca personal significa generar confianza, y la confianza deriva en venta.
Probablemente, una gran parte de esa lista negra esté compuesta de mala calidad de los productos o servicios, pero también repleta de pésima imagen corporativa. Una mala imagen fruto de una comunicación desatendida o un error de marketing que la compañía no supo subsanar. La mala fama, vaya.
En la otra cara de la moneda están esas compañías que por mucho que digan los demás, siguen siendo líderes en ventas o servicios. Y los nombres de esas empresas también lideran los rankings de imagen corporativa. De valor de su marca. De popularidad. Esas compañías tienen un equipo de marketing bien formado y unas directrices de comportamiento y compromiso que se extienden hasta en el aspecto personal de cada uno de los empleados.
La comunicación corporativa es, por lo tanto, una adaptación de los dilemas morales y a los que nos enfrentamos cuando nos presentamos a los demás, pero llevado al ámbito empresarial.
La imagen corporativa tras las pantallas
Hoy en día, una de las partes fundamentales para que una empresa prospere es tener un equipo que sepa hablar lenguaje 2.0.
Los usuarios y clientes demandan atención personalizada e inmediata, demandan humildad, demandan principios y demandan honestidad. Valores que obviamente se transmiten mediante el comportamiento de los empleados, y por extensión, mediante la imagen que transmiten al público.
Ahí entra el papel de la imagen pública y la comunicación. Algo, por cierto que no solo va de marcas destinadas al consumidor final. Va de todas y cada una de las pequeñas, grandes y medianas empresas que saben reaccionar frente a las adversidades.
Las empresas más valoradas son aquellas que tienen una escucha activa en las redes sociales y en su página web y jamás borran un comentario negativo.
Otras, pensando que la mejor táctica es la de los “ojos que no ven”, intentan tapar por todos los medios cualquier información que les perjudique. Pero internet es infinito. Y cuando el cliente se entera de alguna mala praxis es cuando llega el momento de dejar de confiar en ellos. Es cuando pasan al lado oscuro. A la lista negra.
El comportamiento de las empresas en cuanto a comunicación externa es lo que define su personalidad, y lo que hace que estemos dispuestos a pagar más, o menos, o no paguemos por sus servicios.
Por ejemplo, hay empresas que optan por el llamado marketing invasivo como forma de promoción. Esa mítica operadora de una compañía telefónica que llama para contarte sus nuevas ofertas a las 16 h y a las 23h exactamente. Parece que alguien no sabe lo sagrada que puede llegar a ser la siesta. O le da igual. Y cuando les haces un tweet para quejarte, hacen oídos sordos, como cuando te sale el robot al llamar por teléfono. Son actitudes que dejan al usuario en una posición impotente y fomentan la mala imagen.
Compañías que caen mal
Pero también podemos encontrar buenas prácticas en alguna compañía telefónica. Como aquella que se caracteriza precisamente por lo contrario: por tener principios, por prestar atención directa, por “no molestar” y por cumplir con sus promesas. Como vemos estos valores son los más valorados por los clientes. Tanto que, sin quererlo, la compañía ha conseguido liderar los rankings de portabilidad.
Compañías que caen bien
Por último, otras marcas que deberían clasificarse en un post aparte, porque caen mal (muy mal) pero nadie es capaz de ofrecer sus servicios a precios tan competitivos y por ello su negocio puede continuar.
Son marcas que se nutren del boca a boca, poco tienen que decir en redes sociales y no tienen ni un teléfono de contacto. No hay página de Facebook oficial y las que hay están llenas de comentarios desesperados de clientes desengañados que buscan respuestas, aunque saben que no las encontrarán allí. Twitter, aún peor. Hasta hace poco no tenían y ahora sí, aunque se ignora a los clientes de forma demasiado notoria. Pero siguen operando una media de mil vuelos diarios. Y siguen sin caer bien.
Al final y en conclusión, lo que cuenta es eso, la imagen corporativa y la fidelización de un cliente. Tanto si se trata de una marca marca, una empresa, un freelance o incluso alguien en búsqueda activa de empleo, la marca personal es la base para conseguir el éxito. La marca personal significa generar confianza, y la confianza deriva en venta.