Superhéroes de marca
Redacción Jobwear23/12/2014
¿Por qué nos gustan tanto los superhéroes ¿Qué hace tan especial a Superman, a Batman, o a Iron Man?
Si apareciese ahora un Superman que no fuese vestido de color rojo y azul, ¿diríamos que es un pájaro, o un avión? Si el Capitán América no usara los mismos colores que la bandera del país que le da nombre, ¿tendría el mismo significado? Y si Catwoman no llevara ese traje tan ajustado, ¿tendría el mismo encanto? En definitiva, ¿el hábito hace al monje? Por supuesto que sí, y por eso, cualquier cambio en el traje de nuestros superhéroes más famosos nos parecería un ultraje.
Cuando en El Hombre de acero (2013, Zack Snyder) decidieron eliminar de la indumentaria de Superman sus icónicos calzoncillos por encima del pantalón, fue una hecatombe. O los ya míticos -por desgracia para él- pezones que lucía George Clooney ataviado como Batman en la desastrosa Batman & Robin (1996) de Joel Schumacher).
George Clooney en Batman. Imagen de Taringa
Hay que tener en cuenta que en la cultura actual, los cómics de superhéroes, ayudados por el cine, son algo bastante implantado. Aunque todos sabemos quién es Superman y cómo viste, existen algunos detalles sobre su uniforme en los que seguramente no nos hayamos parado a pensar.
Si hacemos un repaso, veremos que en la mayor parte de los casos, salvo excepciones como Hulk, los buenos son muy guapos y visten guay, y por ese motivo nos parecen tan cool.
Superman (Henry Cavill)
Cuando los dibujantes o guionistas crean a estos personajes, pretenden que ellos mismos sean los embajadores de su “marca” gracias al traje, que es lo que le convierte a uno en superhéroe,-además de los EPIs y los superpoderes. La indumentaria que llevan –por muy ridícula que sea a veces- es su marca personal y cualquiera debe reconocerlos con un simple vistazo y no confundirlo con otro, que por cantidad no será.
El Joker (Heath Ledger)
Por el contrario si pensamos en los villanos, en los malos de los cómics, observamos una tendencia inversa. Si uno se da un repaso por un listado de supervillanos, que podéis ver aquí, comprobaremos que hay pocas caras hermosas.
Resumiendo: los buenos son muy guapos, aunque vistan mallas a veces demasiado ajustadas, y los malos son muy feos, o poco agraciados, por decirlo finamente.
Las superheroínas llevan tacones, y las supervillanas, también
Pasamos al sector femenino, donde la cosa cambia de rumbo. Si echamos un vistazo a los uniformes de las heroínas o villanas del mundo del cómic, se puede observar que su uniforme resalta bastante sus atributos femeninos.
Ursa, supervillana en Superman
Las chicas deben tener una marca corporativa sexy, si no, no vende. Por eso visten de forma bastante provocativa. Si el objetivo es pasar desapercibido y camuflarse no van por muy buen camino. Aunque si el objetivo era vender tebeos a adolescentes con excedente de testosterona, entonces ¡bingo!
Catwoman
Probablemente no veremos a ninguna mujer vestida de ese modo en la calle, salvo en eventos como Carnaval salones para los amantes del comic. Pero lo más curioso de todo es que en este caso tanto las “buenas” como las “malas” están cortadas por un mismo patrón: no de diferencian tanto en la vestimenta como pasa con sus colegas masculinos.
Claramente, el vestuario de los personajes –ya sean masculinos o femeninos- de los cómics, se basa en criterios tradicionalmente masculinos, ya que se sobreentiende –erróneamente- que los superhéroes son cosa de chicos.
Los trajes de los superhéroes son claramente una cuestión de imagen de marca, la funcionalidad es secundaria.
Luego está lo que representen, o lo que quieran representar como personaje. Cuando uno ve a Thor, desde luego no le recuerda a un torero sino a un rudo vikingo con su vestimenta autóctona. O cuando uno ve a Batman, no dirá que se parece a un guardia de seguridad, sino que intenta emular a un murciélago, entre el logo y otros detalles del traje. Spiderman, más de lo mismo gracias a las redes que adornan su traje o al logo que figura en su pecho, con forma de araña. Si alguien se llama Iron-man, suponemos que como mínimo, su traje no será de plástico precisamente, o si hay un Lobezno entre los Xmen, este deberá parecer un poco animal en su aspecto. En definitiva, que el aspecto físico de estos personajes, representado básicamente en su traje, debe hacer hacerles reconocibles (y distinguibles) con un solo golpe de vista.
Fijaros si son famosos y hacen un buen marketing que hasta Matt Groening "tira de referencia" en sus capítulos:
Homer diciendo su mítica frase "No suelo rezar mucho, pero si estas ahí...sálvame superman"
Sin embargo, y en un utópico caso donde esto sucediera, poco tendrían que cambiar de sus indumentarias para ser rápidamente identificados y asociados con nombres como “el hombre araña”, “el dios vikingo” o “el señor de la noche”. Como hemos dicho anteriormente, el hábito sí hace al monje, y los superhéroes son un claro caso de la importancia del uniforme como identificador de marca personal. Una marca que lleva consigo y a la vez transmite unos valores, unos principios y una misión, que en su caso, es salvar el mundo.
¡Con esto nos despedimos hasta después de vacaciones! ¡Feliz Navidad!
Uniformes con personalidad
Si apareciese ahora un Superman que no fuese vestido de color rojo y azul, ¿diríamos que es un pájaro, o un avión? Si el Capitán América no usara los mismos colores que la bandera del país que le da nombre, ¿tendría el mismo significado? Y si Catwoman no llevara ese traje tan ajustado, ¿tendría el mismo encanto? En definitiva, ¿el hábito hace al monje? Por supuesto que sí, y por eso, cualquier cambio en el traje de nuestros superhéroes más famosos nos parecería un ultraje.
Cuando en El Hombre de acero (2013, Zack Snyder) decidieron eliminar de la indumentaria de Superman sus icónicos calzoncillos por encima del pantalón, fue una hecatombe. O los ya míticos -por desgracia para él- pezones que lucía George Clooney ataviado como Batman en la desastrosa Batman & Robin (1996) de Joel Schumacher).
George Clooney en Batman. Imagen de Taringa
Hay que tener en cuenta que en la cultura actual, los cómics de superhéroes, ayudados por el cine, son algo bastante implantado. Aunque todos sabemos quién es Superman y cómo viste, existen algunos detalles sobre su uniforme en los que seguramente no nos hayamos parado a pensar.
¿Qué convierte a un superhéroe en el bueno?
Si hacemos un repaso, veremos que en la mayor parte de los casos, salvo excepciones como Hulk, los buenos son muy guapos y visten guay, y por ese motivo nos parecen tan cool.
Superman (Henry Cavill)
Cuando los dibujantes o guionistas crean a estos personajes, pretenden que ellos mismos sean los embajadores de su “marca” gracias al traje, que es lo que le convierte a uno en superhéroe,-además de los EPIs y los superpoderes. La indumentaria que llevan –por muy ridícula que sea a veces- es su marca personal y cualquiera debe reconocerlos con un simple vistazo y no confundirlo con otro, que por cantidad no será.
El Joker (Heath Ledger)
Por el contrario si pensamos en los villanos, en los malos de los cómics, observamos una tendencia inversa. Si uno se da un repaso por un listado de supervillanos, que podéis ver aquí, comprobaremos que hay pocas caras hermosas.
Resumiendo: los buenos son muy guapos, aunque vistan mallas a veces demasiado ajustadas, y los malos son muy feos, o poco agraciados, por decirlo finamente.
Las superheroínas llevan tacones, y las supervillanas, también
Pasamos al sector femenino, donde la cosa cambia de rumbo. Si echamos un vistazo a los uniformes de las heroínas o villanas del mundo del cómic, se puede observar que su uniforme resalta bastante sus atributos femeninos.
Ursa, supervillana en Superman
Las chicas deben tener una marca corporativa sexy, si no, no vende. Por eso visten de forma bastante provocativa. Si el objetivo es pasar desapercibido y camuflarse no van por muy buen camino. Aunque si el objetivo era vender tebeos a adolescentes con excedente de testosterona, entonces ¡bingo!
Catwoman
Probablemente no veremos a ninguna mujer vestida de ese modo en la calle, salvo en eventos como Carnaval salones para los amantes del comic. Pero lo más curioso de todo es que en este caso tanto las “buenas” como las “malas” están cortadas por un mismo patrón: no de diferencian tanto en la vestimenta como pasa con sus colegas masculinos.
Claramente, el vestuario de los personajes –ya sean masculinos o femeninos- de los cómics, se basa en criterios tradicionalmente masculinos, ya que se sobreentiende –erróneamente- que los superhéroes son cosa de chicos.
Los trajes de los superhéroes son claramente una cuestión de imagen de marca, la funcionalidad es secundaria.
Un marketing de calidad
Luego está lo que representen, o lo que quieran representar como personaje. Cuando uno ve a Thor, desde luego no le recuerda a un torero sino a un rudo vikingo con su vestimenta autóctona. O cuando uno ve a Batman, no dirá que se parece a un guardia de seguridad, sino que intenta emular a un murciélago, entre el logo y otros detalles del traje. Spiderman, más de lo mismo gracias a las redes que adornan su traje o al logo que figura en su pecho, con forma de araña. Si alguien se llama Iron-man, suponemos que como mínimo, su traje no será de plástico precisamente, o si hay un Lobezno entre los Xmen, este deberá parecer un poco animal en su aspecto. En definitiva, que el aspecto físico de estos personajes, representado básicamente en su traje, debe hacer hacerles reconocibles (y distinguibles) con un solo golpe de vista.
Fijaros si son famosos y hacen un buen marketing que hasta Matt Groening "tira de referencia" en sus capítulos:
Homer diciendo su mítica frase "No suelo rezar mucho, pero si estas ahí...sálvame superman"
Sin embargo, y en un utópico caso donde esto sucediera, poco tendrían que cambiar de sus indumentarias para ser rápidamente identificados y asociados con nombres como “el hombre araña”, “el dios vikingo” o “el señor de la noche”. Como hemos dicho anteriormente, el hábito sí hace al monje, y los superhéroes son un claro caso de la importancia del uniforme como identificador de marca personal. Una marca que lleva consigo y a la vez transmite unos valores, unos principios y una misión, que en su caso, es salvar el mundo.
¡Con esto nos despedimos hasta después de vacaciones! ¡Feliz Navidad!