El desafío de la sostenibilidad en el envase y embalaje

Antonio Dobón, jefe de proyecto en el departamento de Sostenibilidad de Itene, explicó al aforo como punto de partida la diferencia entre el concepto huella de carbono corporativa, que sólo tiene en cuenta la huella de carbono de la empresa asociada a la fabricación, y la huella de carbono de producto, que contempla todo su ciclo de vida.

En el ámbito del envase y embalaje, comentó, se calcula habitualmente la huella de carbono de producto, teniendo en cuenta desde la extracción de las materias primas utilizadas en el envase hasta que el propio envase se convierte en residuo y para ello se suelen utilizar como referencia las Normas ISO de Análisis de Ciclo de Vida y el estándar británico PAS 2050.

Una de las principales reflexiones de su ponencia fue la existencia de una tendencia creciente en la gran distribución hacia la puesta en marcha de programas para el cálculo de la huella de carbono asociada a envases y productos. En este ámbito, destacó la empresa Walmart con su ‘packaging scorecard’ como pionera en desarrollo de este tipo de iniciativas. Esta tendencia, afirmó Dobón, es especialmente influyente en diferentes países de Europa, Asia y Estados Unidos. En Reino Unido la cadena Tesco está llevando a cabo la aplicación a determinados productos de un etiquetado en carbono que indica el cálculo de huella de carbono de forma numérica. En Francia, el Grupo Casino ha desarrollado un etiquetado gráfico de huella de carbono que muestra en colores el nivel de huella de carbono que alcanzan determinados productos envasados.

Todo ello, explicó, se traduce en nuevas exigencias por parte de la gran distribución a sus proveedores, con una tendencia creciente a la demanda de productos que incluyan de forma visible el cálculo de huella de carbono.

Según Dobón, dichas exigencias están generando presión en envasadores y fabricantes de envases respecto al cálculo de su huella de carbono, dado que la contribución del envase y embalaje a la huella de carbono es relativamente importante con un porcentaje que oscila entre el 2 y el 68% y una media en torno al 30%, aunque estos valores dependen del tipo de envase y producto contenido. De esta manera, comentó, algunos envasadores ya están desarrollando proyectos piloto como es el caso en Reino unido de Coca-cola, Walkers y Innocent. También los fabricantes de envase están tomando medidas y puso como ejemplos los casos de Amcor, que ha llevado a cabo el cálculo de huella de carbono en una botella de PET (politereftalato de etileno) virgen y reciclado, y Tetra Pack, que ha calculado la huella de carbono de algunos de sus formatos de envase con la colaboración de Itene como revisor crítico de dicho estudio de huella de carbono.

Para finalizar Dobón acercó un listado de buenas prácticas para el cálculo de la huella de carbono y destacó que en la actualidad se está desarrollado la norma ISO 14067 para el cálculo de huella de carbono que incluirá, entre otros aspectos, un apartado específico para la comunicación de resultados de la misma.

César Aliaga, del departamento de Sostenibilidad de Itene, impartió una conferencia que bajo el título ‘De residuos a materias primas para la producción de papel’ en la que expuso que debido al aumento continuo del consumo de papel, la industria papelera mundial ha venido aumentando progresivamente el impacto ambiental derivado de su actividad en diferentes frentes: explotación de recursos y generación de vertidos, emisiones y residuos. Para la reducción progresiva de este impacto ambiental se plantean varias alternativas: Mejora de parámetros de proceso, aumento de las tasas de reciclado del proceso y utilización de nuevas fuentes de materiales para la fabricación de papel.

Las dos primeras alternativas, según Aliaga, se están desarrollando ampliamente en la actualidad pero a pesar de ello no son capaces de solucionar la problemática del incremento continuo del impacto ambiental de esta actividad a nivel mundial. Por ello, afirmó el ponente, es necesario introducir la tercera alternativa: La utilización de nuevos materiales para la fabricación de papel.

Diversos estudios basados en la técnica del análisis de ciclo de vida han analizado el impacto ambiental derivado de la utilización de residuos agrícolas para la fabricación de papel obtenido resultados prometedores. Sin embargo, es cierto que la utilización de estos materiales presentan una serie de características que dificultan su utilización directa en el proceso de fabricación de papel en el caso de que la tecnología actual no sea adaptada a los mismos: alto contenido en sílice, alta retención de humedad, reducido grosor y longitud de las fibras, baja densidad y presencia de material no fibroso.

Itene trabaja en estos momentos el proyecto Sonopulp que estudia el desarrollo de un proceso basado en la utilización de ultrasonidos de alta potencia que permita a la industria papelera la producción de pasta de papel a partir de cultivos anuales, incluyendo residuos agrícolas. Este proyecto persigue lograr un proceso de residuo cero mediante diferentes aplicaciones de los residuos de proceso de producción de pasta de papel para su aprovechamiento para la producción de biogás, así como el desarrollo de nuevos productos derivados de estos residuos de proceso.

Sonopulp está formado por un consorcio de diez participantes de Alemania, Bélgica, Hungría, Austria, Holanda y España y recibe el apoyo del Impiva de la Generalitat Valenciana y Fondos Feder.

José Espí, también técnico del departamento de Sostenibilidad de Itene, explicó cómo será la futura ecoetiqueta de envase y embalaje. El estudio para su desarrollo se ha llevado a cabo dentro del proyecto Globalog, cuyo objetivo es incrementar el nivel de competitividad de las empresas españolas en el ámbito de la logística.

La primera etapa de este estudio tuvo como objetivo analizar la importancia del etiquetado ecológico en España. Además se realizó una revisión de todas aquellas ecoetiquetas enfocadas a producto a nivel mundial y que consideran al envase, para finalmente definir cuáles de los criterios que utilizan deberían seguirse y establecer otros nuevos.

La situación actual está marcada por una ecoetiqueta ecológica europea que no considera ninguna categoría de envase y la inexistencia de una ecoetiqueta de envase y embalaje que cubra todas sus tipologías. Así, las ecoetiquetas implantadas actualmente se refieren al producto en general o a categorías de envase muy específicas, como por ejemplo la marca Aenor Medioambiente, o el ‘Distintiu de Garantia de Qualitat Ambiental’, pero ninguna permite al Fabricante o envasador acreditar todos sus envases con un único sello.

Otros dos aspectos a tener en cuenta en la necesidad de desarrollo de una ecoetiqueta exclusiva de envase y embalaje son la reciente apuesta de la gran distribución por la ecoetiqueta en el envase, especialmente en las bolsas de plástico tipo camiseta, así como la promoción que desde las Autoridades Públicas se está dando a través criterios de compra verde. En este ámbito la etiqueta FSC (Forest Stewardship Council) que garantiza que la materia prima proviene de un bosque y una producción sostenible, ha alcanzado también gran protagonismo para productos de madera o folios de oficina.

En cuanto a las salidas comerciales y ventajas competitivas que tendría la implantación de esta ecoetiqueta específica de envases, destaca la posible apertura a mercados potenciales, especialmente en aquellos países dónde la legislación es más exigente, así como las posibilidades de reducir el impacto ambiental y aportar valor añadido al producto que contuviera ése envase. Cabe destacar además que de las encuestas realizadas a consumidores en el marco de este estudio, un 33% de los encuestados afirmaron consumir productos ecoetiquetados.

El proyecto Globalog ‘Mejora de la Competitividad empresarial a través de la logística en un entorno global’ ha recibido financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación dentro del Plan Nacional de Innovación Tecnológica, 2008-2011 y del Impiva de la Generalitat Valenciana, Fondos Feder de la Unión Europea.

La charla que impartió Miriam Gallur, jefa de proyecto del departamento de Materiales y Sistemas de Envasado de Itene, llevaba por título ‘Presente y futuro de los biopolímeros como materiales de envase’ y se estructuró en cinco partes, una primera introducción sobre el continuo aumento de residuos sólidos que se generan en el sector del packaging, y la aparición de normativas y políticas internacionales para combatir el cambio climático junto con la conciencia medioambiental de los ciudadanos como fuerzas directrices para la oportunidad y la búsqueda de nuevos recursos más sostenibles para el desarrollo de materiales para envase y embalaje.

Se definió qué es un envase, cuáles son los deterioros más comunes sufridos por los productos tanto alimenticios como farmacéuticos y que requerimientos técnicos debe tener un material para evitarlos. Se introdujeron los conceptos de degradación de plásticos para llegar a definir qué es un plástico biodegradable y qué diferencia hay con un plástico compostable. Bajo qué normativa se rigen los plásticos compostables y qué sistemas de certificación hay hoy en día para certificar que un plástico es compostable. Una vez definido que es un plástico biodegradable se presentó una clasificación en función del origen, y se determinaron los cuatro biopolímeros con más potencial en el mercado: celulosa, almidón, polihidroxialcanoatos y ácido poliláctico, se describieron las propiedades de cada uno de ellos, cuáles eran sus ventajas y sus inconvenientes, y se hizo un recorrido por la gran variedad en cuanto a las aplicaciones comerciales que existen hoy en el mercado: inyección, film flexible, termoformado, etcétera.

Tras definir cuales eran, en general, las ventajas e inconvenientes de los biopolímeros que existen hoy en día, se presentaron las tendencias de futuro en bioplásticos, que son las estrategias de mejora de sus inconvenientes. Se dividen principalmente en tres: uso de mezclas ente biopolímeros y biopolímeros-polímeros convencionales; estructuras multicapas para altas prestaciones barrera, y aplicación de la nanotecnología para la mejora de propiedades (desarrollo de bionanocomposites). Se explicó en qué consistía cada una de ellas, qué aplicaciones comerciales existen, y que productos se están desarrollando en Itene, para acabar con un mensaje optimista sobre la oportunidad que se presenta a nivel de innovación tanto en proceso como en producto con la aparición y el uso de los biopolímeros en el sector de envase y embalaje.