El reto de dirigir equipos multigeneracionales
Ricard Agustín, fundador de Family Business Solutions y consultor de empresas familiares
16/12/2019Cada una de estas generaciones tiene diferentes experiencias, conocimientos, valores, habilidades, inquietudes, prioridades, aspiraciones, motivaciones y distintas formas de ver la vida y el trabajo. Cuando las mezclamos, puede ocurrir que entre los miembros más antiguos de los equipos surjan ciertas resistencias respecto de la visión y la manera de trabajar de los nuevos y jóvenes integrantes del equipo y viceversa. Mal gestionada, la multigeneracionalidad puede conllevar desconfianza, tensiones y roces derivados de los fuertes contrastes y de la marcada brecha generacional que separa a abuelos, padres e hijos en una empresa familiar.
Aprender a gestionar equipos multigeneracionales
En el nuevo paradigma laboral en el que nos encontramos hoy en día, los jóvenes a menudo aportan más valor que los profesionales de más edad, con más salario y responsabilidades. Para estos últimos, aceptar que alguien más joven es más experto en algunas áreas y que será el encargado de enseñarles puede ser algo difícil de aceptar. Pero, precisamente, una de las claves para gestionar equipos multigeneracionales en cualquier empresa es aceptar que los equipos de alto rendimiento pueden estar formados por personas de distintas generaciones y que todos los integrantes pueden aprender y enseñar a los demás. Con una buena coordinación y una comunicación efectiva, la multigeneracionalidad favorece la creatividad, la productividad y la resolución de problemas y es una excelente oportunidad para aprender, mejorar y, por supuesto, enseñar.
¿Equipos multigeneracionales o relevo generacional?
Para acabar este artículo, quiero hacer hincapié en la importancia de que los equipos multigeneracionales no representen un freno al relevo generacional. Conozco algunas empresas familiares, del sector ferretero y de otros ámbitos, en las que, desde hace años conviven tres generaciones de la familia simultáneamente en el negocio, de manera que los abuelos no han sabido o no han querido encontrar el momento para jubilarse y dejar de mandar; los padres nunca o casi nunca han podido dirigir el negocio; y, los hijos, ya muy formados y con experiencia profesional, tienen muchas ganas de mandar y presionan para empezar a tomar las riendas del negocio.
Si hemos llegado a una situación tan compleja como la del ejemplo anterior es, en buena parte, por el miedo de la primera generación a la jubilación y por la incapacidad de aceptar que ha llegado el momento de pasar el testigo a los sucesores. Si bien es cierto que un período de cohabitación y de convivencia entre las distintas generaciones puede ser positivo, porque permite realizar el relevo generacional de manera paulatina, creando espacios para las distintas generaciones y realizando un acompañamiento de los más jóvenes, cuando llega el momento, la generación saliente debe saber dar el paso y jubilarse del negocio. En caso contrario, seguir en el negocio cuando ya no es el momento, retrasar indefinidamente la sucesión u olvidarnos de preparar adecuadamente la jubilación puede poner en riesgo la continuidad de la empresa familiar, por la desmotivación de los sucesores, y acabar desencadenando conflictos en la familia.
Aquí os recomiendo mucha generosidad por parte de la generación más longeva (los abuelos) para saber dar un paso al lado; mucha paciencia por parte de la generación del medio del sándwich (los padres) para sobrellevar la ‘tensión’ de tener que mediar entre las distintas generaciones, tan divergentes entre sí; y mucha humildad por parte de la generación entrante (los nietos) para saber aprovechar la oportunidad para aprender de los mayores.