Las compras de última hora, un fenómeno imparable
Hemos entrado de lleno en la era de las compras de última hora. Cada día que pasa los plazos de entrega son más cortos y la urgencia es máxima porque los establecimientos no cuentan con stock.
Sin ir más lejos, a las puertas del verano y restaurantes y hoteles apuran hasta el último momento para efectuar las compras de vestuario laboral cuando, hace unos cuantos años, era en Semana Santa cuando se estrenaba.
Los comerciantes no quieren llenarse de género porque les supone una inversión. Son los fabricantes y grandes distribuidores quienes tienen que hacer un gran esfuerzo económico y logístico para cubrir las emergencias. Para ello es necesario saber con antelación cuáles son los productos que generarán ventas y tenerlos en stock para una entrega inmediata.
De hecho, el tiempo ha pasado a ser un factor fundamental en el momento en que una compra se materializa. Cuando un fabricante responde a un cliente potencial que la entrega del producto que solicita se demorará una semana, pongamos por ejemplo, corre un gran riesgo. Lo más probable es que este cliente elija a otro proveedor que le sirva más rápido.
Sería de desear que las compras se planearan de una manera más racional y escalonada. Pero en un porcentaje importante no es así. Por lo que las empresas no tienen más opción que invertir en servicio.
La capacidad de stock y la inmediatez en el servicio son determinantes en el momento de elegir proveedor.