Un estudio alemán que indicaba un incremento en el número de accidentes laborales debido a pinchazos y que dio lugar a una objeción formal a la norma EN ISO 20344, encargada de la metodología aplicada a la certificación de calzado de uso profesional, fue el origen de que el Comité Europeo de Normalización CEN/TC161, encargado de la seguridad de pies y piernas, iniciara un exhaustivo proceso de investigación prenormativo en relación al ensayo de resistencia a la perforación de plantas textiles. Inescop, debido a su participación activa en dicho Comité, se ha implicado mucho en esta investigación, abierta desde hace años, y en la que ha llevado a cabo innumerables ensayos de laboratorio, así como asistido a un elevado número de reuniones internacionales donde se ha tratado este tema.
Siendo la resistencia a la perforación de plantas uno de los ensayos fundamentales de protección, nunca había resultado problemático hasta que hace unos 15 años empezaron a detectarse problemas, ya que en unos casos hubo accidentes imprevistos por pinchazos y en otros, si bien no hubo accidentes, sí se observó un considerable deterioro de las plantas antiperforación, que eran metálicas en aquel momento. En todos estos casos el origen de las dificultades era el mismo, corrosión intensa de la planta metálica hasta casi desaparecer en ocasiones. Al parecer, se había dejado de usar acero inoxidable por el alto precio de las aleaciones necesarias y para cumplir con las exigencias de las normas, se recubría la planta con una capa de pintura. Como respuesta a esta situación, el CEN/TC 161 modificó el ensayo de corrosión y las plantas metálicas dejaron de dar problemas.
Un estudio alemán hecho en la primera época de las plantas textiles resaltaba el incremento del número de accidentes, especialmente en el sector de la construcción, debido a pinchazos.
Mientras tanto, se empezó a usar plantas antiperforación textiles que cumplían con los requisitos de las normas pensados para plantas metálicas, pero que no respondían en el uso igual que las metálicas ante situaciones de riesgo. Poco a poco se fue modificando el método de ensayo y los requisitos para adaptarlos a las plantas textiles de tal forma que el método original se desdobló en dos, que usaban el mismo clavo aunque transcurrían de forma diferente y tenían requisitos diferentes.
Cuando ya se creía solucionado la problemática del riesgo con las plantas textiles, se hizo público un estudio hecho en Alemania en la primera época de las plantas textiles, en el que se resaltaba el incremento del número de accidentes, especialmente en el sector de la construcción, debido a pinchazos. Tras varias comprobaciones en las que se comparaba la perforación del clavo normalizado con otros clavos más agresivos del tipo de los usados en la construcción, y que mostraban en general un acusado descenso en la fuerza de perforación, Alemania presentó una objeción formal a la norma EN ISO 20344 (metodología para certificación de calzado de uso profesional), exigiendo, entre otras cosas, que se utilizara para los ensayos, especialmente pensando en las plantas textiles, un clavo de características similares a los que se encuentran en los sitios de trabajo con riesgo de pinchazos.
Para dar respuesta a esto, se inicio en el seno del Comité CEN/TC161 una investigación prenormativa que se centró únicamente en las plantas textiles, que eran el motivo de la objeción de Alemania, decidiéndose no tocar el ensayo para las plantas metálicas, puesto que ya no causaban ninguna preocupación una vez superado el problema de la corrosión.
Cabe recordar que la investigación prenormativa es aquella que se desarrolla en base a una metodología de ensayo que debe ser probada y contrarestada, así como para el establecimiento de requisitos necesarios para el control de calidad o certificación de un producto. Durante los últimos años Inescop está llevando a cabo este tipo de investigación debido a su participación activa en diferentes Comités de Normalizacion europeos e internacionales, los cuales se nutren en gran medida de este tipo de investigación para el desarrollo y evolución de las normas tanto de métodos de ensayo como de requisitos.
Asimismo, y como punto de partida de esta investigación, se organizó un primer Interlaboratorio (EIL) entre los miembros del CEN/TC161, sin saber en ese momento, que iba a ser solo el primero de una serie de 7 EIL hasta la fecha. Se decidió usar un clavo con forma de punta y diámetro determinados, y se repartieron muestras de material antiperforación textil y de calzado entre los laboratorios participantes, que también se quedaron encargados de buscar y ensayar con este clavo el calzado que se estuviera comercializando en ese momento, dando lugar a un completo estudio de mercado.
Planta textil perforada por un pinchazo.
Ante las discrepancias obtenidas se fueron analizando exhaustivamente los parámetros del ensayo y del equipo utilizado, buscando la forma de minimizar las posibles fuentes de error. Hoy por hoy, se ha perfeccionado el método y se ha descrito con mucha más precisión, en detalles como el par de fuerzas, por ejemplo, necesario para apretar las tuercas que permiten sujetar el material antiperforación a ensayar. Así mismo, se ha jugado con el diámetro del hueco por donde pasa el clavo cuando se ensaya calzado, para armonizar mejor los resultados obtenidos en material en plancha y en calzado. Toda esta investigación se ha llevado a cabo de forma progresiva a lo largo de los siete EIL, en los que se han probado hasta tres clavos nuevos, todos ellos más agresivos que el que estaba normalizado inicialmente. Además, uno de los EIL se dedicó a comprobar los posibles materiales de referencia para verificar el correcto estado de la punta del clavo y decidir cuándo sustituirlo por uno nuevo.
Finalmente, toda esta investigación prenormativa ha derivado en la publicación de la norma ISO 22568-4 en 2019, específica de plantas no metálicas antiperforación, que junto con las partes 1 a 3 sustituyen a la norma antigua EN 12568, de topes y plantas antiperforación. En la norma ISO 22568-4 finalmente se contempla la posibilidad de ensayar las plantas textiles con dos tipos de clavos: el antiguo troncocónico de 4,5 mm de diámetro, también usado para las metálicas, y uno nuevo con punta troncopiramidal y 3,0 mm de diámetro.
Incluso después de aprobada esta norma, se ha detectado la posibilidad de que el material de referencia utilizado para verificar el estado del clavo troncopiramidal no tenga la suficiente sensibilidad como para detectar cambios en la punta, cambios que pueden tener influencia en el ensayo pero que no son fácilmente apreciables visualmente. Actualmente, desde el CEN/TC 161 se está trabajando en la organización de otro EIL para examinar otros posibles candidatos a material de referencia.
Estos siete años de investigación han implicado una dedicación importante del laboratorio de Inescop, con un gran número de materiales antiperforación textiles y calzado del mercado ensayados, y con la asistencia a un elevado número de reuniones internacionales en las que se han discutido los resultados y se ha avanzado en la elaboración de nueva normativa que contribuya, finalmente, a una mayor seguridad en los puestos de trabajo.
Toda esta investigación prenormativa ha derivado en la publicación de la norma ISO 22568-4 en 2019, específica de plantas no metálicas antiperforación, que junto con las partes 1 a 3 sustituyen a la norma antigua EN 12568, de topes y plantas antiperforación
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