Niños y verano sin pantallas, ¿es posible?
Es posible y necesario, explica desde Clínicas Origen la psicóloga Pilar Conde, y no solo con el fin de evitar las adicciones o la exposición a conductas inadecuadas en edades tempranas, como el porno, las compras on line o la imitación no siempre recomendable de influencers y youtubers. La necesidad de limitar el acceso a los dispositivos móviles de los niños y adolescentes se basa también en el perjuicio general que su abuso supone para su salud mental y física.
El problema ha llegado al Congreso, donde ha salido adelante el anteproyecto de Ley de Protección del Menor e Internet, cuya medida principal es la imposibilidad de abrirse un perfil en redes sociales antes de los 16 años. En paralelo, especialistas de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional, así como de la Guardia Civil a través de su Equipo de Participación Ciudadana, imparten talles y ofrecen charlas en institutos y colegios, con el fin de advertir sobre los peligros de la red.
Tutores, padres y psicólogos, por otro lado, luchan cada día por arrebatar, aunque sea unos minutos, teléfonos y tablets de las manos de los más pequeños. En este contexto, el verano puede ser su aliado o enemigo, dependiendo de la gestión que se haga de los dispositivos electrónicos. Puede ser un aliado porque se viaja y se realizan actividades al aire libre. Puede ser un enemigo, porque los niños disponen de más tiempo libre y el aburrimiento puede llevarlos de nuevo hacia la tecnología.
El abuso de los dispositivos puede alterar las habilidades interpersonales y de comunicación de los niños y adolescentes.
Pantallas y verano en familia, pautas innegociables
¿Cómo actuar en uno y en otro caso? Sin importar si la familia se encuentra en su lugar de residencia o si ha salido de vacaciones, la directora técnica de Origen propone:
- Evitar las pantallas antes de los 3 años. Es innecesario ofrecer estimulación a los infantes menores de esta edad. De 2 a 3 años, recomiendan máximo 1 hora al día, incluyendo tv. Para los más pequeños se pueden utilizar relojes de arena para que puedan entender cuando termina el tiempo.
- Fomentar mediante el ejemplo el uso moderado de la tecnología. Los niños aprenden por modelado y observación.
- Realizar actividades al aire libre, deportivas y culturales para fomentar los vínculos afectivos y la comunicación intrafamiliar.
- Establecer límites sobre tiempos y uso de la tecnología.
- Conocer el contenido audiovisual de las aplicaciones y juegos. Jugar con ellos, que nos enseñen sus intereses digitales.
- Hacer uso del control parental para evitar que los niños se encuentren con contenido inapropiado para su edad.
Sedentarismo tecnológico, salud y capacidad de aprendizaje
Se trata de pautas que, para Pilar Conde, deben ser innegociables. No se trata de prohibir, sino de explicar las normas del uso adecuado, entre ellas, delimitar el tiempo, controlar el acceso y supervisar los contenidos. Es probable, casi seguro, que los adultos encuentren resistencia a las normas relativas a los dispositivos, pero, explica la psicóloga, hay mucho en juego.
Lo primero es la salud del menor: “En el caso de los niños las consecuencias psicológicas ante una excesiva exposición a las pantallas son múltiples ya que perjudica directamente al desarrollo tanto físico como psicológico, la salud, la creatividad y la capacidad de aprendizaje”. Además, advierte, el sedentarismo tecnológico puede provocar sintomatología ansioso-depresiva, generar una dependencia hacia los dispositivos e incluso se pueden experimentar síntomas relacionados con la abstinencia cuando se les retira o no pueden acceder a ellos.
El abuso de los dispositivos puede incluso retrasar el desarrollo del habla, provocar déficit de atención y alteraciones en las habilidades interpersonales y de comunicación.
Obesidad, problemas de audición y de relación
El verano supone una gran oportunidad para que los menores contemplen el mundo a través de la experiencia sensorial, levanten la vista de la pantalla y vivan la experiencia. Es el tiempo de las excursiones, los campamentos, los baños, el campo, y, por ende, de fomentar la interacción social y combatir el sedentarismo, que conduce a la obesidad y que también puede provocar problemas de audición.
Las pantallas y la tecnología compiten con la lectura y la conversación, dificultan la espontaneidad en el juego de iguales, empeorando la comprensión lectora y provocando un bajo rendimiento académico a largo plazo, teniendo como consecuencia un déficit en estrategias de comunicación, habilidades motoras (finas y gruesas), resolución de problemas y habilidades sociales.
A menudo, no es transferible a la vida real lo que se aprende en los dispositivos. Se puede ser muy habilidoso jugando al baloncesto en una app y no saber encestar si no se practica el juego en una cancha. Un ejemplo concreto que, en el caso que nos ocupa, podría ser de aplicación general.