¿Le recorto las patillas?
3 de junio de 2010
Antes preguntaban. Era un clásico en la barbería y/o peluquería de varones. ¿Le recorto las patillas? La respuesta, la verdad, era difícil de evitar. ¿Y entonces con qué ando? Pero como ya no hay respeto por nada ni por nadie, ni por la edad, ni por la antigüedad, ni siquiera por los funcionarios, los sirvientes del estado, ni por nada de nada, ahora le recortan a uno sin pregunta previa. Antes a uno las patillas se las ponían a su gusto. Ahora a uno le cambian el diminutivo y le ponen de patitas en la calle. O le recortan.
Que a uno le recorten tiene también sus efectos positivos, especialmente si el trabajo es fino, pero, sobre todo, si el personaje silueteado en cuestión necesita efectivamente ese efecto de adelgazamiento, si le sobran carnes por los lados. No es de recibo, por el contrario, recortarle la silueta al que, por cualesquiera razones que la vida le haya deparado, muestre un tipo huesudo y escuálido en el que ya difícilmente se puede recortar más. No es lo mismo, en definitiva, rascarle un poco de tocino lateral al funcionario acomodado que intentar hincarle el diente al pensionista huesudo. No es lo mismo, no lo metamos todo en el mismo saco. Es como recortarle las patillas a Kojak y no tocárselas a El Fary.
Muchos estarán de acuerdo en que había que recortar. Especialmente Merkel y Obama, que nos enviaron al peluquero. Pero una vez allí, todo el peso de la responsabilidad era del peluquero. Tenía que aplicar la tijera con tino, saber cuándo usar la tijera y cuándo la maquinilla eléctrica, decidir si la patilla a ras de oreja, un poco más abajo o un poco más arriba. Tuvo uno de sus peores días el peluquero y afrontó decisiones que jamás hubiese imaginado. Pero terminó el trabajo y el cliente, una vez en la calle, recibió todo tipo de comentarios. Que si te quedan bien, que si te has pasado con las patillas, que qué largas, que qué cortas… Ya sabemos que sobre gustos no hay nada escrito. El caso es que, a gusto o no con su nuevo ‘look’, el paciente portador de las patillas afronta su nueva etapa con menos peso sobre su cabeza. Esperemos que le sirva para afrontar los meses de calor y que sepa pertrecharse adecuadamente en los siguientes meses del frío. Que haga labores de mantenimiento de sus patillas regularmente para no afrontar un nuevo recorte y, sobre todo, que busque con acierto un peluquero adecuado en caso de necesitar otro recorte, porque si nos dejan sin patillas, ¿con qué andamos?