El dinero de la vergüenza
Ibon Linacisoro - Director15/05/2008
Queríamos dedicar este espacio a la innovación. Pero vimos que la innovación aburre. Tanto es así que algunos, como el instituto valenciano Aimme están trabajando para sensibilizar a las pymes del sector metalmecánico acerca de los beneficios de conocer e integrar herramientas de ayuda a la innovación en el proceso de producción.
Visto el aburrimiento de la innovación, pensamos que la formación también podía ser interesante para este espacio, otro tema sobre el que a nadie se la ha ocurrido tratar en un editorial. Ya nos veíamos muy crecidos en el “urge instalar un sistema para la formación de nuestros futuros profesionales...” Pero nada, la formación es un tema muy estresante, hay que aprender, pasar exámenes... quita, quita.
Entonces sí, por fin se nos ocurrió el tema estrella para un espacio singular como éste: ¡la calidad! Este sí que es un tema de extremo interés y con este seguro que ni aburrimos, ni estresamos. Y, además, de esto sí que no ha hablado nunca nadie. Así que nos pusimos con la calidad, a darle vueltas. Y tantas vueltas le dimos, que concluimos que la calidad es un cuento chino, con todos nuestros respetos a los imaginadores de cuentos y a los de nacionalidad china, vaya eso por delante. ¿Calidad? ¿Qué es calidad? Porque tras una larga época en la que tantos y tantos teorizadores sobaron hasta el desgaste el término calidad, tras muchos años de inventar palabras para los procedimientos, de dar nombres extraños a los asuntos más cotidianos en una empresa y de dejar en el rincón de las dudas si la calidad es hacer las cosas de forma ordenada o que el resultado sea el bueno, la calidad es un término de insuficiente prestigio para un espacio de prestigio, como éste. Nada, otro tema descartado.
Y descartando, descartando, hasta el punto de dejar de lado un tema apasionante en nuestros tiempos como es el de la creatividad, llegamos por fin a lo que de verdad importa: ganar dinero. La cosa es tonta, pero es que es así. Es decir, no ganar dinero por ganar. Se trata de que los que trabajan por cuenta ajena lo que quieren es ir a trabajar, cumplir con su trabajo y poder tomarse una cervecita de vez en cuando. Incluso si sobra, dar un chusco de pan a sus hijos. Y los que trabajan por cuenta propia, pues exactamente lo mismo, sólo que a veces la cervecita va acompañada de aceitunas y además, tienen que pensar en algunas cosas más. Por ejemplo, en si al mes siguiente les dará para que los trabajadores tengan para una cervecita y si ellos podrán seguir con las aceitunas. Pero en este mundo al final todo el mundo piensa en lo mismo. En ganar dinero para poder tener un pasar por la vida lo más placentero posible, no por el dinero en sí, sino porque sin el dinero no tenemos ni agua caliente, ni siquiera la ducha en sí, ni el grifo, ni el continente de todo ello, no tenemos ni para objetos de primera necesidad, como el 'home cinema'. Sin el dinero yo no estaría aquí, ni tú allí, leyendo esto, si es que lo lees, porque igual has llegado hasta aquí pensando en la cervecita de después y ni te has enterado de lo que digo. Pero si te acabo de despertar piensa conmigo: ¿por qué todos hablamos (bueno nosotros no, que nos aburre) sin complejos sobre la innovación, la formación, la calidad y la creatividad y sin embargo, nos da vergüenza hablar de dinero? Es curioso.