¿Pueden los procesos, en las organizaciones, imitar el comportamiento de los ecosistemas naturales?

Tradicionalmente, la mejora de los procesos de negocio en las organizaciones se ha trabajado desde el prisma de tres ejes vertebradores: la calidad, el tiempo y la eficiencia o el coste. Por supuesto, en cada uno de esos elementos se tiene muy en cuenta al cliente del proceso, su experiencia de consumo y su satisfacción. Sin embargo, desde hace ya algunos años, es cada vez más importante contar con un nuevo elemento que se ha convertido en diferenciador para el posicionamiento de las organizaciones independientemente del sector en el actúan. Nos referimos a la sostenibilidad.

La sostenibilidad está en la agenda y en el corazón de todos los negocios y hace referencia al cumplimiento de la legislación vigente y al establecimiento de estándares en materia de comportamiento ético y responsable, tanto a nivel social como medioambiental. Este último es un factor cada vez más urgente y que reclama iniciativas por nuestra parte que sean contundentes y disruptivas para facilitar el mantenimiento, e incluso la recuperación, de un ecosistema natural frágil y cada vez más extenuado. Iniciativas como el paso de una economía lineal a una economía circular, en nuestras cadenas de suministro, son un importante paso adelante para alcanzar niveles de cuidado del entorno nunca vistos, a la vez que mejoramos la eficacia y la eficiencia de nuestros negocios.

Carlos Soto Pino, director del área de Procesos en Corus Consulting.

En nuestro modelo de producción habitual, pensado de forma cortoplacista y basado en las reglas tayloristas que regían la economía en el pasado siglo, producimos y consumimos generando una cantidad ingente de deshechos que no pueden incorporarse al mundo productivo y que por lo tanto son desperdicios tanto para nuestra economía como para el medio ambiente. Es un modelo que nos acerca a un punto de no retorno en la degradación de los ecosistemas naturales por la explotación masiva de recursos naturales y la generación de residuos no reciclables.

El modelo circular, por el contrario, busca reutilizar, compartir, renovar y reciclar los materiales y los productos ya existentes tantas veces como sea posible para crear valor añadido a la organización. Con ello conseguimos, además, disminuir la producción de residuos y la contaminación, lo que favorece la regeneración del medio ambiente.

Un caso muy especial, a la vez que fundamental, del enfoque hacia la sostenibilidad por parte de las organizaciones es lo que ya conocemos por economía azul. El término, acuñado por el economista belga Gunter Pauli, busca imitar el comportamiento de los ecosistemas naturales en la forma de producir bienes y servicios de forma responsable y sostenible. De forma similar al concepto de economía circular, tiene una visión a largo plazo intentando reducir al máximo la generación de residuos y desperdicios, introduciéndolos de nuevo en el ciclo productivo. Pauli, basándose en que más del 70% del planeta está constituido por mares y océanos y que la vida en los mismos va disminuyendo de forma constante por culpa de la destrucción del hábitat, la sobrepesca y el cambio climático, se plantea una nueva forma de abordar la innovación y la producción imitando el funcionamiento de la naturaleza, es decir, aprovechando al máximo los recursos y generando un mínimo de residuos. Y en caso de producirlos, que puedan transformarse en materias primas para crear nuevos productos. Y para corroborarlo, propone más de 100 modelos de negocio que pueden ser mantenidos bajo esos principios. Desde las energías renovables, la industria pesquera, el ocio náutico o los servicios relacionados con la distribución marítima.

Es sin duda un modelo que mejora la eficiencia de los procesos de producción y suministro a la vez que facilita el acceso de todo tipo de consumidores y es capaz de generar empleo y beneficios a partir de la sostenibilidad.

Hoy en día la sostenibilidad es la nueva normalidad y ya está en el centro de todo, desde el rendimiento empresarial hasta la reputación de nuestra marca. Es, por lo tanto, el momento de empezar a desarrollar cambios profundos en los paradigmas de nuestras organizaciones para asimilar los conceptos necesarios y dirigir la transformación de procesos y cultura hacia diseños más sostenibles que es lo que, además, nuestros gobiernos, accionistas y clientes reclaman.